Puerto Rico entre siglos: Historiografía y cultura

noviembre 8, 2010

Memoria de Johan de Melgarejo (1582)

Memoria y Descripción de la Isla de Puerto Rico Mandada a Hacer por S.M. el Rey Don Felipe II en el año 1582 y Sometida por el Ilustre Señor Capitán Johan de Melgarejo, Gobernador y Justicia Mayor en esta Ciudad e Isla. Archivo de Indias-Patronato.

 

Capítulo 1° Puertorrico es el pueblo principal; no sabe que haya tenido otro nombre en lengua de yndios, más de que toda la isla se llamaba el Boriquén; el nombre español que tiene de Puertorrico se le puso por la mucha riqueza de oro que se halló en ésta; otros han querido decir que se le puso por ser el puerto muy bueno y cerrado y seguro de tormentas.

Capítulo 2° El descubridor y conquistador de esta isla fue Juan Ponce de León, natural de la villa de San Tervás del Campo; conquistóla a su costa por mandado del Almirante D. Diego Colón, hijo del primer descubridor de las Indias; partió para este efeto dende la isla de Santo Domingo del puerto de Xigüey el Viejo, de un lugar que llamaban Salvaleón; la primera vez que vino al dicho efeto, tomó puerto en una punta de esta isla, que llaman el Aguada, questá en la banda del Norte della, y allí tomó ciertos yndios con que hizo amistad y descubrió aver oro, bolvió con la muestra al dicho Almirante, sin conquistalla, con el qual capituló y volviéndola a conquistar y poblar, tomó tierra de la banda del Sur de esta isla, donde fundó un pueblo en el puerto de Guánica, a donde estuvo por thiniente a Don Cristóbal de Sotomayor, Caballero de Galicia, y desde allí se empezó a conquistar esta isla, fue en el año de 1508.

Capítulo 3° El temperamento de la cibdad de Puertorrico y su comarca, que casi es el de toda la isla, es muy bueno y casi todo el año es uno, esceto Diciembre y Enero, que reconoce el tiempo a ymbierno; entre año no es muy caluroso; llueve mucho desde Mayo hasta Setiembre, aunque en esto no hay horden, porque en unos años no guarda esta horden; los vientos que corren de hordinario es el viento Este o el Nordeste, y a las noches salta el viento a la tierra, que son balsares della; por Agosto y Setiembre suele haver tormentas, junta la conjunsión de la luna, que llaman juracanes, y las veces suele hazer grandísimos daños bentando los vientos; pero el que más daño haze es el viento Norte, porque este donde alcanza quema y abrasa las sementeras y derrueca los platanales, que es una fruta que sirve de sustento a falta de pan; y al principio de la población desta isla y muchos años después heran muy ordinarios estos juracanes de dos en dos y de tres en tres años; agora se pasan diez y doce años que no los hay.

Mapa de Theodor De Bry (1590)

Capítulo 4° Esta isla es muy áspera y montosa y doblada y de muchos ríos y arroyos de aguas, que por estremos son muy buenas y sanas, por causa que en todos los más de los arroyos se a hallado y halla oro, y descienden sus nascimientos de cerros y collados donde se han hallado y se cree ay oy ricos nascimientos de oro, aunque en la cibdad de Puertorrico se carece desta agua, por questá su sitio en una isleta distinta de la isla prencipal, y a esta causa no hay agua de río ni quebrada, sino solo de una fuente que mana de arenales y sale junto a la mar, media legua de la cibdad en la isla grande, y pasan a ella; se pasa por una calzada que está sobre la mar, llaman la Fuente de Aguilar, y no se han traído a la cibdad por falta de no tener propio y ser poca la agua, y así se beve agua de algibes, que los hay en las más de las casas; tiene falta de pastos para los ganados y de cada día se espera abrá menos, respecto haber nacido en esta isla unos árboles, que se llaman Guayabo, el qual hecha una fruta como manzanas llenas de pepitas, la qual comen las bacas y bestias y puercos y abes, y donde quiera que tornan a estercolar de las pepitas de cada una sale un árbol, con lo qual se va cerrando la tierra, de tal modo que los ganados no se pueden pastorear y se alzan, ny debajo del fructifica yerba que pueda servir pasto, y ansi de cada día se va más arruinando.

Capítulo 5° Que hubo y se hallaron por copia al tiempo del repartimiento que se hizo quando se ganó la isla, cinco mill yndios y quinientas yndias, sin los que quedaron por repartir, que no están domésticos; y el día de hoy no hay de los naturales ninguno, salvo unos poquitos que proceden de yndios de Tierra-Firme traídos aquí, que serán como doce o quince, y apocáronse por enfermedades que les dio de sarampión, romadizo y viruelas, y por otros malos tratamientos se pasaron a otras islas con caribes, y los que hay no están en el pueblo formado; sirven alguno por soldado y otros están en su haziendillas entre españoles; no hablan en su lengua porque los más dellos son nacidos en esta isla; son buenos cristianos.

Capítulo 6° El altura y elevación del pueblo en que está la cibdad de Puertorrico se berá por el eclisse que yo Juan Ponce de León, por mandado del capitán Juan de Céspedes, Gobernador que fue desta isla, tomé a los quince de julio del año pasado, el qual se envía en este propio nabio a su majestad.

Capítulo 7° En esta isla hay una villa que llaman la Nueva Salamanca o San Germán el Nuevo, el qual fundó el governador Francisco de Solís con el despojo que quedó de un pueblo o villa que se decía Guadianylla, que estaba a la banda del Sur desta isla, y lo quemaron caribes yndios y comarcanos de esta isla y robaron franceses, estaba junto a la mar en una sierra, como media legua de la mar, y a esta causa destar a tanto peligro se pasó la tierra adentro, con acuerdo de la audiencia de Santo Domingo; está la dicha villa de Salamanca quatro leguas de la mar, en donde también han llegado franceses y la han robado, al Oeste desta isla y distante de la cibdad de San Juan treinta leguas; goviernase por thiniente que pone el governador de la cibdad y alcaldes ordinarios; y el temperamento y ayres es lo mismo que corre en la cibdad de Puertorrico; no tiene defensa alguna para corsarios.

(…)

Capítulo 9° La cibdad de Puertorrico, ques la cabeza desta isla, la fundó el dicho Juan Ponce de León, contheniendo en el segundo capítulo, llamóla San Juan por su nombre y fue la fundación de ella en el año de veinte y uno, porque despobló una cibdad que antes había poblado en la dicha isla que estaba como legua y media de lo que agora está poblada, a la cual llamaban Caparra; fue la causa de su despoblación que no se criaban niños, porque todos se morían, respeto de que tenían malas aguas y así pocas, tenía ésta al tiempo que se pobló muchos más vezinos que agora tiene, porque al presente no tiene más de hasta ciento y setenta vezinos y catorce prevendados y clérigos, porque se han ido muchos a Tierrafirme, España y otras partes.

Capítulo 10° El sitio de esta cibdad prencipal, que es la de que en el capítulo antes deste se hace mynsion, es parte del llano y tiene i una altura hazia Un monasterio de frayles dominicos, que en ella ay, como parecerá por el rasguño que con esta vá, y la parte más alta, que es donde está el dicho monesterio, mira al Norte, y la parte más llana, que es al contrario mira al Mediodía.

(…)

Capítulo 14° Por la noticia que se tiene de algunos conquistadores se halla que los yndios desta isla era gente mansa; no comían , carne humana, ni eran sométicos, ni tenían ponzoña; peleaban los de la costa de la mar con flechas y arcos, y los de la tierra adentro con palos a modo de bastones; adoraban al demonio, con el que hablaban, temían a los caribes yndios comarcanos de la parte de Levante desta, que son bravos y guerreros y comen carne humana, y tienen yerba, y hoy en día lo son, y han destruido y destruyen esta isla y son parte muy prencipal para su despoblación y arruinamiento, como se a abisado a su majestad, con ynformaciones, que sobre ello se an embiado a la Casa de la Contratación de Sevilla.

Capítulo 15° En esta isla no hubo cacique que la señorease toda, más de que en cada valle o río prencipal avía un cacique, los quales tenían otros capitanes como thinientes de quien se servían, a los quales llamaban en su lengua nitaynos; y después que fueron repartidos a los españoles, el tributo que daban a sus amos era traellos a las minas a sacar oro y a hazer conucos de cazabe y maíz, ques el mantenimiento desta tierra, y batatas, que era la comida que ellos antes usaban, demás de otras raíces que comían, que se dicen ymoconas, yahutías, guayaros, lerenes y maní. Entiéndase que la principal causa de haberse acabado los yndios, demás de las enfermedades arriba dichas, fue el sacarlos de sus pueblos y llevarlos a las minas y a otras partes fuera de donde nacieron, aunque no los sacaron de esta isla.

Capítulo 16° El asiento de la cibdad de San Juan de Puertorrico es el que está dicho en el capítulo dezimo; pueblo de yndio no ay alguno como está dicho; la villa de la Nueva Salamanca está en una sierra con mal asiento, así por no haber cosa llana en él, como por tener el agua lejos y haber un barro que tiñe como almajara la ropa, en ventando el viento el polvo que se levanta causa hazer lo dicho; el río que más cerca dél pasa se llama Guanaibo.

Capítulo 17° La cibdad de Puertorrico es tierra sana, comúnmente andan los hombres con buenos colores; las enfermedades que en ellas son más peligrosas y más cursan son pasmos, y desto mueren muchos niños en nasciendo, o a lo menos antes de los siete días, y muchos hombres solo de beber un jarro de agua estando sudando: de los remedios que más se usa para curar esta enfermedad, de que suelen escapar pocos, es el fuego, labrándolo junto a la nuca y por el cerro abajo de los riñones y dándoles a beber el sumo de la yerba que llaman tabaco, que es a modo de beleño; en la Nueva Salamanca es lo mismo que esta cibdad en quanto a la salud y enfermedades.

 

Comentario:

Los capítulos 1 y 2 de la Memoria… hacen una síntesis bastante imprecisa de la historia de San Juan Bautista con el propósito de aclarar cualquier duda que el Rey Felipe II pueda tener con respecto a los valores de la posesión y los beneficios de invertir en ella. El capítulo 3 ofrece una serie de generalidades sobre el “temperamento” o clima insular: la lluvia, el calor y la humedad destacan en la misma. El capítulo 4 contrata la naturaleza boscosa y bien irrigada de la Isla Grande con la del Islote de San Juan. Resalta las fuentes de agua potable de la Isleta, y el  peligro que los guayabos representan para los pastos y la industria ganadera que entonces se afirmaba como la principal del país, una vez dejadas atrás la aurífera y la caña de azúcar. La indicación de que había oro en los ríos y que aún quedaban filones sin explotar es interesante. El capítulo 5 comenta la situación de los Indios, su desaparición y las causas de la misma. La presencia de Indios de Tierra-Firme y la alianza con los Caribes, que ya vimos en la obra de Oviedo, se reitera.

El capítulo 7 introduce la Villa de San Germán la cual ya estaba ubicada en la Lomas de Santa Marta, comenta las constantes amenazas extranjeras a la misma y la forma de su gobierno mediante un Teniente de Gobernador. El capítulo 9 y 10 hace lo propio con la Ciudad de Puerto Rico, hoy San Juan Antiguo, y su precedente en Caparra. Las dos poblaciones principales de la colonia, la Villa y la Ciudad, son presentadas al Rey Felipe II con relativa precisión.

Los capítulos 14 y 15 describen a los Indios de la Isla. Fíjense que no se les llama Taínos y que se les decribe con argumentos parecido a los que usó Oviedo Historia… La idea de que son distintos de los Caribes es evidente. La desaparición del Indio se adjudica, sin reparos, al sistema laboral que se les impuso. Los capítulos 16 y 17 comentan la higiene y la salud pública: es una tierra sana donde la amenaza mayor es el pasmo, es decir el tétano o mocezuelo que se enfrenta con infusiones de tabaco.

El autor, Juan Ponce de León y García Troche, es descendiente el conquistador y pone todo su empeño en llamar la atención del Rey sobre las posibilidades de la colonia. Piensa e interpreta a San Juan Bautista como un criollo y en ello radica una de las virtudes de este texto. Los capítulos 31, 32 y 33 pueden ser consultados en Documento y comentario: Memoria de 1582

 

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  • Historiador

 

octubre 23, 2010

Crónica de Indias: La Rebelión Arahuaca (1511)

Versión tomada de Gonzalo Fernández de Oviedo. Historia general y natural de Indias. Libro XVI (1535)

Capítulo 5  Que trata de la muerte de don Chripstóbal de Sotomayor y otros christianos: y como escapó Johan Gonçalez, la lengua, con quatro heridas muy grandes, y lo que anduvo assi herido en una noche, sin se curar, y otras cosas tocantes al discurso de la historia.

Tomando a la historia del levantamiento de los indios, digo, que después que los principales dellos se confederaron para su rebelión, cupo al cacique Agüeybana, que era el mayor señor de la isla, de matar a D. Chripstóbal de Sotomayor, su amo, a quien el mesmo cacique servía y estaba encomendado por repartimiento, según tengo dicho, en la casa del cual estaba ; y jugáronlo a la pelota o juegos que ellos llaman del batey, que es lo mesmo. Y una hermana del cacique que tenía D. Chripstóbal por amiga, le avisó y le dixo: “Señor, vete de aquí: que este mi hermano es bellaco y te quiere matar.”

Mineros aruacos

Y una lengua que D. Chripstóbal tenía llamado Johan Goncalez, se desnudó una noche y se embixó o pintó de aquella unción colorada, que se dixo en el libro VIII capítulo VI que los indios llaman bixa con que se pintan para ir a pelear, o para los areytos y cantares y cuando quieren parecer bien. Y como el Johan Gonçalez venía desnudo y pintado y era de noche y se entró entre los que cantaban en el corro del areyto, vio y oyó como cantaban la muerte de D. Chripstóbal de Sotomayor, y de los christianos que con él estaban; y salido del cantar quando vido tiempo y le paresció, avisó a D. Chripstóbal y díxole la maldad de los indios y lo que avían cantado en el areyto y tenían acordado. El qual tuvo tan mal acuerdo, que como no avía dado crédito a la india cacica, tampoco creyó al Johan Gonçalez: la qual lengua le dijo: “Señor esta noche nos podemos yr, y mirad que os va la vida en ello: que yo os llevaré por donde no os hallen.” Pero como su fin era llegado, no lo quiso hacer.

Con todo eso, assi como otro día amaneció, estimulado su ánimo y como sospechoso, acordó de se yr; mas ya era sin tiempo: y dixo al cacique, que él se quería yr donde estaba el gobernador Johan Ponce de León, y él dixo que fuesse en buena hora, y mandó luego venir indios que fuessen con él, y le llevassen las cargas y su ropa, y dióselos bien instintos de lo que avían de hacer; y mandóles que quando viesen su gente, se aleasen con el hato y lo que llevaban y fue assi: que después de ser partido D. Chripstóbal, salió tras él el mismo cacique con gente y alcanzóle una legua de allí de su assiento en un río que se dice Cauyo. [Río Cañas]

Y antes que a él llegasen, alcanzaron al Johan Gonçalez, la lengua, y tomáronle la espada y diéronle ciertas heridas grandes, y queríanle acabar de matar: y como llegó luego Agüeybana, dixo la lengua, en el lenguaje de los indios: “Señor, ¿por qué me mandas matar? Yo te serviré y seré tu naboría,” y entonces dixo el cacique: Adelante a mi datihao  [guaitiao o hermano] (que quiere decir mi señor, o el que como yo se nombra), dexa ese bellaco.” Y assi le dexaron, pero con tres heridas grandes y peligrosas, y passaron y mataron a D. Chripstóbal y a los otros chripstianos que yban con él (que eran otros quatro) a macanazos; quiero decir con aquellas macanas que usan por armas, y flechándolos.

Y hecho aquesto, volvieron atrás para acabar de matar al Johan Gonçalez, la lengua; pero él se había subido en un árbol y vido como le andaban buscando por el rastro de la sangre, y no quiso Dios que le viessen ni hallasen; porque como la tierra es muy espessa de arboledas y ramas, y él se avía desviado del camino y emboscado, se escapó desta manera. Y fuera muy grande mal si este Johan Gonçalez allí muriera, porque era grande lengua; el qual después que fue de noche, baxó del árbol y anduvo tanto que atravesó la sierra de Xacagua, y créese que guiado por Dios o por el ángel, y con favor suyo tuvo esfuerço y vida para ello, según yba mal herido. Finalmente él salió a Coa [Toa], que era una estancia del rey; pero él creía que era el Otuao, donde penssaba que lo avían de matar, porque era tierra aleada y de lo que estaba rebelado; pero su estimativa era hija de su miedo con que yba; y avía andado quince leguas más de lo que se penssaba. Y como allí avía chripstianos, viéronle; y él estaba ya tal y tan dessangrado y enflaquecido, que sin vista cayó en tierra. Pero como le vieron tal, socorriéndole con darle algo que comió y bebió y cobró algún esfuerço y vigor, y pudo hablar, aunque con pena, y dixo lo que había passado.

Y luego hicieron mandado al capitán Johan Ponce notificándole todo lo que es dicho: el qual luego apercibió su gente para castigar los indios y hacerles la guerra. En la cual sazón llegó el Diego de Salaçar con la gente que avía escapado con él, según se dixo en el capítulo de suso. Y luego Johan Ponce envió al capitán Miguel de Toro con quarenta hombres a buscar a Don Chripstóbal, al qual hallaron enterrado (porque el cacique le mandó enterrar) y tan somero o mal cubierto que tenía los pies de fuera. Y este capitán y los que con él yban hicieron una sepultura, en que lo enterraron bien, y pusieron a la par della una cruz alta y grande. Y aqueste fue el principio y causa de la guerra contra Agüeybana y los otros indios de la isla de Boriquen, llamada ahora Sanct Johan.

(…)

Capítulo 8 Como los indios tenían por inmortales a los chripstianos luego que pasearon a la isla de Sanct Johan, y como acordaron de se alear y no lo osaban emprender hasta ser certificados si los chripstianos podían morir o no. Y la manera que tuvieron para lo experimentar.

Por las cosas que avían oído los indios de la isla de Sanct Johan de la conquista y guerra passadas en esta Isla Española, y sabiendo, como sabían ellos, que esta Isla es muy grande y que estaba muy poblada y llena de gente de los naturales della, creían que era imposible averla sojuzgado los chripstianos, sino porque debían ser inmortales, y por heridas ni otro desastre no podían morir; y que como avían venido de hacia donde el sol sale, assi peleaban; que era gente celestial e hijos del Sol, y que los indios no eran poderosos para los poder ofender. Y como vieron que en la isla de Sanct Johan ya se avían entrado y hecho señores de la Isla, aunque en los chripstianos no avía sino hasta doscientas personas pocas más o menos que fuessen hombres para tomar armas, estaban determinados de no se dexar sojuzgar de tan pocos, y querían procurar su libertad y no servirlos; pero temíanlos y pensaban que eran inmortales.

Hamaca aruaca

Y juntados los señores de la Isla en secreto, para disputar desta materia, acordaron que antes que se moviessen a su rebelión, era bien experimentar primero aquesto, y salir de su dubda, y hacer la experiencia en algún chripstiano desmandado o que pudiessen aver aparte y solo; y tomó a cargo de saberlo un cacique llamado Urayoán, señor de la provincia de Yagüeca, el qual para ello tuvo esta manera. Acaescióse en su tierra un mancebo, que se llamaba Salcedo y passaba a donde los chripstianos estaban, y por manera de le hacer cortesía y ayudarle a llevar su ropa, envió este cacique con él quince o veinte indios, después que le ovo dado muy bien de comer y mostrádole mucho amor. El qual yendo seguro y muy obligado al cacique por el buen acogimiento, al pasar de un río que se dice Guaorabo, que es a la parte occidental y entra en la bahía en que agora está el pueblo y villa de Sanct Germán, dijerónle: “Señor, quieres que te passemos, porque no te mojes,” y él dijo que sí, y holgó dello, que no debiera, siquiera porque demás del peligro notorio en que caen los que confían de sus enemigos, se declaran los hombres que tal hacen por de poca prudencia. Los indios le tomaron sobre sus hombros, para lo qual se escogieron los más recios y de más esfuerço y quando fueron en la mitad del río, metiéronle debajo del agua y cargaron con él los que le passaban y los que avían quedado mirándoles, porque todos yban para su muerte de un acuerdo, y ahogáronle; y después que estuvo muerto sacáronle a la ribera y costa del río, y decíanle: “Señor Salcedo, levántate y perdónanos que caymos contigo, e iremos nuestro camino.” Y con estas preguntas y otras tales le tuvieron assi tres días, hasta que olió mal, y aun hasta entonces ni creían que aquél estaba muerto ni que los chripstianos morían.

Y desque se certificaron que eran mortales por la forma que he dicho, hiciéronlo saber al cacique, el qual cada día enviaba otros indios a ver si se levantaba el Salcedo; y aun dubdando si le decían verdad, él mismo quiso yr a lo ver, hasta tanto que passados algunos días, le vieron mucho más dañado y podrido a aquel pecador. Y de allí tomaron atrevimiento y confiança para su rebelión, y pusieron en obra de matar los chripstianos, y alearse y hacer lo que tengo dicho en los capítulos desuso.

Capítulo 9 De las batallas y recuentros más principales que ovo en el tiempo de la guerra y conquista de la isla de Sanct Johan, por otro nombre dicha Boriquen

Después que los indios se ovieron rebelado y muerto la mitad o quassi de los chripstianos, y el gobernador Johan Ponce de León dio orden en hacer los capitanes que he dicho y poner recaudo en la vida y salud de los que quedaban vivos, ovieron los chripstianos y los indios la primera batalla en la tierra de Agüeybana, en la boca del río Coayuco, a donde murieron muchos indios, assi caribes de las islas comarcanas y flecheros, con quien se habían juntado como de los de la tierra que se querían passar a un isleta que se llama Ángulo, que está cerca de la isla de Sanct Johan a la parte del Sur como lo tengo dicho. Y dieron los chripstianos sobre ellos de noche al quarto del alba, e hicieron grande estrago en ellos, y quedaron deste vencimiento muy hostigados y sospechosos de la inmortalidad de los chripstianos. Y unos indios decían que no era possible sino que los que ellos avían muerto a trayción avían resucitado; y otros decían que do quiera que oviesse chripstianos, hacían tanto los pocos como los muchos. Esta batalla venció el gobernador Johan Ponce, aviendo para cada chripstiano más de diez enemigos; y passó desde a pocos días después que se avían los indios alçado.

Desde allí se fue Johan Ponce a la villa de Caparra, y reformó la gente y capitanías con alguna más compañía que avía, y fue luego a assentar su real en Aymaco [Río Culebrinas], y envió a los capitanes Luys de Añasco y Miguel de Toro a entrar desde allí con hasta cinquenta hombres, y supo como el cacique Mabodamoca [de Guajataca] estaba con seyscientos hombres esperando en cierta parte, y decía que fuessen allá los chripstianos, que los atendería y tenía limpios los caminos. Y sabido esto por Johan Ponce, envió allá al capitán Diego de Salazar, al qual llamaban capitán de los cojos y de los muchachos; y aunque parecía escarnio por su gente la más flaca, los cuerdos lo tomaban por lo que era razón de entenderlo, porque la persona del capitán era tan valerosa, que suplía todos los defetos y flaqueza de sus soldados, no porque fuessen flacos de ánimo, pero porque a unos faltaba salud para sofrir los trabajos de la guerra, y otros que eran mancebos, no tenían edad ni experiencia. Pero con todas estas dificultades llegó donde Mabodamoca estaba con la gente que he dicho, y peleó con él, e hizo aquella noche tal matanza y castigo en los indios que murieron dellos ciento y cinquenta, sin que algún chripstiano peligrasse ni oviesse herida mortal, aunque algunos ovo heridos; y puso en huyda los enemigos restantes.

Piña de las Antillas

En esta batalla Johan de León de quien atrás se hizo memoria, se desmandó de la compañía por seguir tras un cacique que vido salir de la batalla huyendo, y llevaba en los pechos un guanín o pieza de oro de las que suelen los indios principales colgarse al cuello; y como era mancebo suelto alcançole y quísole prender; pero el indio era de grandes fuerças y vinieron a los braços por más de un quarto de ora, y de los otros indios que escapaban huyendo, ovo quien los vido assi trabados en un barranco donde estaban haciendo su batalla, y un indio socorrió al otro que estaba defendiéndose del Johan de León, el qual porque no paresciesse que pedía socorro, oviera de perder la vida. Pero no quiso Dios que tan buen hombre assi muriesse, y acaso un chripstiano salió tras otro indio y vido a Johan de León peleando con los dos que he dicho, y en estado que se viera en trabaxo o perdiera la vida; entonces el chripstiano dexó de seguir al indio, y fuele a socorrer, y assi mataron los dos chripstianos a los dos indios que eran aquel cacique, con quien Johan de León se combatía primero, y al indio que le ayudaba o le avía socorrido. Y desta manera, escapó Johan de León del peligro, en que estuvo.

Avida esta victoria y vencimiento que he dicho, assi como esclaresció el día, llegó el gobernador Johan Ponce de León por la mañana con la gente que él traía y la retaguarda, algo desviado del capitán Diego de Salaçar y no supo cosa alguna hasta que halló los vencedores bebiendo y descansando de lo que avían trabaxado, en espacio de tiempo de dos horas y media o tres que habían peleado con los enemigos. De lo qual todos los chripstianos dieron muchas gracias a nuestro Señor porque assi favorescía y ayudaba milagrosamente a los chripstianos.

Capítulo 10 De otra guazábara o recuento que ovieron los españoles con los indios de la isla de Boriquen o de Sanct Johan

Después que se passó la batalla, de quien se tracto en el capítulo precedente, juntáronse la mayor parte de los indios de la isla de Boriquen; y sabido por el gobernador Johan Ponce ovo nueva como en la provincia de Yagüeca se hacía el ayuntamiento de los contrarios contra los chripstianos, y con entera determinación de morir todos los indios o acabar de matar todos los chripstianos, pues eran pocos y sabían que eran mortales como ellos. Y con mucha diligencia el gobernador juntó sus capitanes, y poco más de ochenta hombres, y fue a buscar a los indios, los quales passaban de once mil hombres; y como llegaron a vista los unos de los otros quassi al poner del sol, assentaron real los chripstianos con algunas ligeras escaramuzas; y como los indios vieron con tan buen ánimo y voluntad de pelear los españoles, y que los avían ydo a buscar, comenzaron a tentar si pudieran de presto ponerlos en huyda o vencerlos. Pero los chripstianos comportando y resistiendo, assentaron a su despecho de los contrarios, su real muy cerca de los enemigos, y salían algunos indios sueltos y de buen ánimo a mover la batalla; pero los chripstianos estuvieron quedos y en mucho concierto y apercibidos junto a sus banderas, y salían algunos mancebos sueltos de los nuestros y tornaban a su batallón, aviendo fecho algún buen tiro de asta o de ballesta.

Y assi los unos y los otros temporiçando esperaban que el contrario principiasse el rompimiento de la batalla; y assi atendiéndosse los unos por los otros, siguióse que un escopetero derribó de un tiro un indio, y creyóse que debiera ser hombre muy principal, porque luego los indios perdieron el ánimo que hasta aquella hora mostraba y arredraron un poco atrás su ejército donde la escopeta no alcançasse. Y assi como la misma noche fue bien oscuro se retiró para fuera el gobernador, y se salió con toda su gente, aunque contra voluntad y parescer de algunos porque parescía que de temor rehusaban la batalla; pero en fin a él le paresció que era tentar a Dios pelear con tanta moltitud y poner a tanto riesgo los pocos que eran, y que a guerra guerreada, harían mejor sus hechos que no metiendo todo el resto a una jornada: lo cual él miró como prudente capitán, según paresció por el efeto y subcesso de las cosas adelante.

Comentario:

Los capítulos 5, 8, 9 y 10 de la Crónica de Fernández de Oviedo, contiene una de las versiones más difundidas de la rebelión de los arahuacos insulares de Puerto Rico, llamado hoy taínos, contra los españoles en 1511. He separado los capítulos en párrafos breves para facilitar su lectura y he apuntado algunas referencias geográficas para comprender el escenario de la guerra.

La idea de que se trata de una Guerra Santa y de que los arahuacos insulares tuvieron el apoyo de los Caribes, me parecen puntos cruciales. Del mismo modo, el carácter mágico de la guerra que proyectan los arahuacos insulares, contrasta con la táctica racional de los españoles. La invención del Conquistador Heroico tiene en Sotomayor, Ponce de León y González y el escopetero León, excelentes modelos. El Mártir se personifica en Salcedo. La imagen del arahuaco insular rebelde contrasta vivamente con aquellas. La devaluación del arahuaco es tal que Sotomayor no da crédito a la conspiración cuando se la confiesa la hermana del cabecilla. Sin embargo la acepta como real cuando quien la delata es González, el traductor o lengua.

La forma en que se configura el Héroe, combinando racionalidad y sagacidad, devalúa al Indio. González es el mejor modelo de ello y cuando se contrasta su capacidad para el engaño con la de los arahuacos que ahogan a Salcedo, el texto justifica la primera pero censura la otra. El Héroe es capaz de alcanzar extraordinarios extremos: la travesía desde el oeste de la isla hasta el Toa en el noreste, es una tarea titánica que resulta inconcebible pero no imposible. La devaluación de la racionalidad del Indio se confirma con el relato de su percepción de los Cristianos como inmortales. Lo más probable es que los asociaran con seres excepcionales provenientes del Oriente, como sucede en buena parte de los mitos  Indoamericanos y que los vincularan a alguna promesa de retorno de seres celestes que estuviese por cumplirse. La noción de la inmortalidad posee un fuerte contenido semántico ligado a la tradición cristiana que oscurece el texto. Los arahuacos conocían la idea de la inmortalidad pero más bien la adjudicaban a sus hombre másgicos tales como los behíques y, probablemente, sus caciques.

La descripción de las batallas es valiosa en especial cuando se compararan los movimientos de una y otra tropa. El relato sugiere que, como en el caso del resto de América, los naturales hacían un tipo de guerra en donde la táctica racional era menos influyente que la magia. La idea de que el opositor era un ser mágico, debió ser crucial en la actitud de los combatientes arahuacos: con toda probabilidad peleaban a sabiendas de que iban a ser derrotados por el Otro y los Cristianos lo sabían y fueron capaces de sacar ventaja de ello. La Magicalidad que expresan los Indios y la Sacralidad que los Cristianos otorgan a la Guerra Santa son diferentes, como se demuestra en el texto.

  • Mario R. Cancel
  • Historiador y escritor

octubre 16, 2010

Arahuacos Insulares: ginecogonía y muerte (1494)

Fragmentos de Fray Ramón Pané, Relación acerca de las antigüedades de los indios. Santo Domingo, 1494.

CAPÍTULO VII: Cómo hubo de nuevo mujeres en la dicha isla de Haití que ahora se llama la Española

Dicen que un día fueron a lavarse los hombres y estando en el agua, llovía mucho, y que estaban muy deseosos de tener mujeres; y que muchas veces cuando llovía, habían ido a buscar las huellas de sus mujeres; mas no pudieron encontrar alguna nueva de ellas. Pero aquel día, lavándose, dicen que vieron caer de algunos árboles, bajándose por entre las ramas, una cierta forma de personas, que no eran hombres ni mujeres, ni tenían sexo de varón ni de hembra. Y fueron a tomarlas pero huyeron como si fuesen anguilas. Por lo cual llamaron a dos o tres hombres por mandato de su cacique, puesto que ellos no podían atraparlas para que viesen cuántas eran y buscasen para cada una un hombre que fuese caracaracol, porque tenían las manos ásperas y que así estrechamente las sujetasen. Dijeron al cacique que eran cuatro y así llevaron cuatro hombres que eran caracaracoles. El cual caracaracol es una enfermedad como sarna que hace al cuerpo muy áspero. Después que las hubieron tomado, tuvieron consejo sobre cómo podían hacer que fuesen mujeres, puesto que no tenían sexo de varón ni de hembra.

Deminan Caracaracol

CAPÍTULO VIII: Cómo hallaron remedio para que fuesen mujeres

Buscaron un pájaro que se llama inriri, antiguamente llamado inriri cahubabayael, el cual agujera los árboles y en nuestra lengua llámase pico. E igualmente tomaron a aquellas mujeres sin sexo de varón ni de hembra  les ataron los pies y las manos y trajeron el pájaro mencionado y se lo ataron al cuerpo. Y éste creyendo que eran maderos, comenzó la obra que acostumbraba picando y agujereando en el lugar donde ordinariamente suele estar el sexo de las mujeres. Y de este modo dicen los indios que tuvieron mujeres, según cuentan los más viejos. Puesto que escribí de prisa y no tenía papel bastante, no puedo poner en su lugar lo que por error trasladé a otro; pero con todo y eso no he errado porque ellos lo creen todo tal como lo he escrito. Volvamos ahora a lo que debíamos haber puesto primero, esto es, a la opinión que tienen sobre el origen y principio del mar.

CAPÍTULO IX: Cómo dicen que fue hecho el mar

Hubo un hombre llamado Yaya, del que no saben el nombre; y su hijo se llamaba Yayael, que quiere decir hijo de Yaya. El cual Yayael, queriendo matar a su padre, éste lo desterró y así estuvo desterrado cuatro meses; y después su padre lo mató y puso los huesos en una calabaza y la colgó del techo de su casa, donde estuvo colgada algún tiempo. Sucedió que un día, con deseo de ver a su hijo, Yaya dijo a su mujer: «Quiero ver a nuestro hijo Yayael«. Y ella se alegró y bajando la calabaza, la volcó para ver los huesos de su hijo. De la cual salieron muchos peces grandes y chicos. De donde, viendo que aquellos huesos se habían transformado en peces, resolvieron comerlos. Dicen, pues, que un día, habiendo ido Yaya a sus conucos que quiere decir posesiones que eran de su herencia, llegaron cuatro hijos de una mujer que se llamaba Itiba Cahubaba, todos de un vientre y gemelos; la cual mujer, habiendo muerto de parto la abrieron y sacaron fuera los cuatro dichos hijos y el primero que sacaron era caracaracol, que quiere decir sarnoso, el cual caracaracol tuvo por nombre Deminán; los otros no tenían nombre.

Los gemelos

CAPÍTULO X: Cómo los cuatro hijos gemelos de Itiba Cahubaba que murió de parto, fueron juntos a recoger la calabaza de Yaya donde estaba su hijo Yayael que se había transformado en peces

Y mientras comían, sintieron que venía Yaya de sus posesiones y queriendo en aquel apuro colgar la calabaza, no la colgaron bien, de modo que cayó en tierra y se rompió. Dicen que fue tanta el agua que salió de aquella calabaza, que llenó toda la tierra y con ella salieron muchos peces; y de aquí dicen que haya tenido origen el mar. Partieron después éstos de allí y encontraron un hombre llamado Conel, el cual era mudo.

CAPÍTULO XI: De las cosas que pasaron los cuatro hermanos cuando iban huyendo de Yaya

Éstos, tan pronto como llegaron a la puerta de Bayamanaco y notaron que llevaba cazabe, dijeron: Ahiacabo guárocoel, que quiere decir: «Conozcamos a este nuestro abuelo». Del mismo modo Deminán Caracaracol, viendo delante de sí a sus hermanos, entró para ver si podía conseguir algún cazabe, el cual cazabe es el pan que se come en el país. Caracaracol, entrando en casa de Bayamanaco, le pidió cazabe, que es el pan susodicho. y éste se puso la mano en la nariz y le tiró un guanguayo a la espalda; el cual guanguayo estaba lleno de cohoba que había hecho hacer aquel día; la cual cohoba es un cierto polvo que ellos toman a veces para purgarse y para otros efectos que después se dirán. Ésta la toman con una caña de medio brazo de largo y ponen un extremo en la nariz y el otro en el polvo; así lo aspiran por la nariz y esto les hace purgar grandemente. Y así les dio por pan aquel guanguayo, en vez del pan que hacía; y se fue muy indignado porque se lo pedían… Caracaracol, después de esto, volvió junto a sus hermanos y les contó lo que le había sucedido con Bayamanacoel y del golpe que le había dado con el guanguayo en la espalda y que le dolía fuertemente. Entonces sus hermanos le miraron la espalda y vieron que la tenía muy hinchada; y creció tanto aquella hinchazón, que estuvo a punto de morir. Entonces procuraron cortarla y no pudieron; y tomando un hacha de piedra se la abrieron y salió una tortuga viva, hembra; y así se fabricaron su casa y criaron la tortuga. De esto no he sabido más; y poco ayuda lo que llevo escrito.

Y también dicen que el Sol y la Luna salieron de una cueva, que está en el país de un cacique llamado Mautiatihuel, la cual cueva se llama Iguanaboína, y ellos la tienen en mucha estimación y la tienen toda pintada a su modo, sin figura alguna, con muchos follajes y otras cosas semejantes. Y en dicha cueva había dos cemíes hechos de piedra, pequeños, del tamaño de medio brazo, con las manos atadas y parecía que sudaban. Los cuales cemíes estimaban mucho; y cuando no llovía, dicen que entraban allí a visitarlos y en seguida llovía. Y de dichos cemíes, al uno le llamaban Boínayel y al otro Márohu.

CAPÍTULO XII: De lo que piensan acerca de andar vagando los muertos y de qué manera son y qué cosa hacen

Creen que hay un lugar al que van los muertos, que se llama Coaybay y se encuentra a un lado de la isla que se llama Soraya. El primero que estuvo en Coaybay dicen que fue uno que se llamaba Maquetaurie Guayaba, que era señor del dicho Coaybay, casa y habitación de los muertos.

Maquetaurie Guayaba

CAPÍTULO XIII: De la forma que dicen tener los muertos

Dicen que durante el día están recluidos y por la noche salen a pasearse y que comen de un cierto fruto que se llama guayaba, que tiene sabor de membrillo, que de día son… y por la noche se convertían en fruta; y que hacen fiesta y van juntos con los vivos. Y para conocerlos observan esta regla: que con la mano les tocan el vientre y si no les encuentran el ombligo, dicen que es operito, que quiere decir muerto: por esto dicen que los muertos no tienen ombligo. Y así quedan engañados algunas veces, que no reparan en esto y yacen con alguna mujer de las de Coaybay y cuando piensan tenerlas en los brazos, no tienen nada, porque desaparecen en un instante. Esto lo creen hasta hoy. Estando viva la persona, llaman al espíritu goeíza y después de muerta, la llaman opía; la cual goeíza dicen que se les aparece muchas veces tanto en forma de hombre como de mujer; y dicen que ha habido hombre que ha querido combatir con ella y que viniendo a las manos, desaparecía y que el hombre metía los brazos en otra parte sobre algunos árboles, de los cuales quedaba colgado. Y esto lo creen todos en general, tanto chicos como grandes; y que se les aparece en forma de padre, madre, hermanos o parientes y en otras formas. El fruto del cual dicen que comen los muertos es del tamaño de un membrillo. Y los sobredichos muertos no se les aparecen de día, sino siempre de noche; y por eso con gran miedo se atreve alguno a andar solo de noche.

Comentario:

Boinayel

La relevancia de los fragmentos incluidos es que los mismos son de suma utilidad para contrastar la visión de mundo de los hispano-europeos y los naturales en una etapa temprana del choque entre ambas culturas: 1494. La selección de la explicación del génesis u origen de la humanidad masculina u antropogonía no está contemplada en esta parte. Los naturales de Haití, aruacos insulares, aceptaban el origen terrígeno de la humanidad la cual aseguraban provenía de una caverna mágica.

En esta caso he separado lo que denomino su ginecogonía o explicación del origen de las mujeres, relato que sirvió de base para su diferenciación de los géneros, la del origen del mar, un espacio que fue escenario fundamental para su vida social pero que también significó el inicio de  su desgracia, un relato mágico sobre la naturaleza que incluye elementos estelares  y meteorológicos,  y una teoría de los muertos y la muerte. El impacto de esos relatos sobre un cristiano como Pané debió ser extraordinario. La intención del texto es que podamos percibir la sorpresa y la extrañeza del escritor ante aquellos seres maravillosos.

Los mitos citados comienzan in media res, a mitad de camino. El texto de Pané es fragmentario pero muy rico en detalles etnoculturales. El Capítulo 7 cuenta la captura de unos seres celestes asexuados con la ayuda de 4 cacaracoles. El capítulo 8 detalla como se les construyó un orificio vaginal con la ayuda mágica del Inriri Cahubabayael. Lo más impresionante de estos fragmentos es el poder del apetito sexual y de eros en esta cultura, y el ritual de inciciación sexual o desvirgamiento que probablemente se relata. Los personajes se organizan en números pares, índice del binarismo que domina la interpretación del mundo en aquella sociedad.

En el capítulo 9 comienza la larga historia del origen del mar, espacio de gran relevancia dada la insularidad de aquellos territorios. Un intento de parricidio y un filicidio exitoso producto de la lucha entre Yaya y su hijo Yayael, explica todo. Muerto Yayael a manos de su padre, guardados sus huesos en una calabazo o urna, Yaya y mujer descubren que se han convertido en peces y los comen. El fragmento orienta sobre las prácticas funerarias de los naturales. También es probable que ofrezca pistas sobre técnicas comunes entonces como los corrales de pesca e incluso sobre actos de canibalismo ritual propios en la época. La calabaza es un mar contenido o una fuente mágica llena de agua y peces. El objeto mágico, llamó la atención los 4 hijos de una mujer que se llamaba Itiba Cahubaba. Encabezados por Deminan Caracaracol, decidieron consumir pescado a espaldas de Yaya. El capítulo 10 cuenta el accidente con la calabaza y el origen del mar, como si se tratara de un parto mágico.

El capítulo 11 cuenta la huida de los 4 hermanos, su encuentro con Conel, el mudo, y con Bayamanaco, un anciano que hacía cazabe y estaba consumiendo polvo de cohoba, un fuerte alucinógreno de las islas. En una acción análoga a la de comer pescado, Deminán Caracaracol solicita cazabe. Pero Bayamanaco se burla del mismo y le lanza un guanguayo , moco o flema, que le lacera la espalda. La inflamación de la espalda de Deminan Caracaracol lo joroba y cuando la protuberancia es abierta con una hacha de piedra, «salió una tortuga viva, hembra» la cual criaron y con ella hicieron su casa. El caparazón de la tortuga es un símbolo del principio femenino. Se trata de otra versión del origen de la mujer. La última parte confirma el dualismo cuando documenta la cueva de Iguanaboína que controla con sus dos cemíes, Boinayel y Marohu, el cielo nublado y el cielo despejado, la lluvia y la sequía.

Ya en el capítulo 12 se comenta a Maquetaurie Guayaba el Cacique de Coaybay, primer muerto y señor de ellos. El texto establece la interpretación de la muerte y su relación con la vida otra vez mediante procedimientos dualistas. Día y noche, es el escenario de vivos y muertos. Goeíza y opía son la expresión de alma encarnada y desencarnada. Los opías se aparecen de noche, como íncubos y súcubos, como varón y hembra y tienen apetito sexual como cualquier demonio cristiano, y comen guayabas y hasta se convierten en ellas. Este es el capítulo antropológicamente más rico y que mejor nos informa sobre la cultura de los naturales.

En el enlace Documento y comentario: Ramón Pané, los behíques el lector podrá acceder a una detallada descripción del ritual de curación de un behíque.

  • Mario R. Cancel
  • Historiador

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