Puerto Rico entre siglos: Historiografía y cultura

octubre 10, 2010

La Carta de Cristóbal Colón a Luis de Santangel (1493)

15 de febrero de 1493

1. Señor, porque sé que habréis placer de la gran victoria que Nuestro Señor me ha dado en mi viaje, vos escribo ésta, por la cual sabréis como en 33 días pasé de las islas de Canaria a las Indias con la armada que los ilustrísimos rey y reina nuestros señores me dieron, donde yo hallé muy muchas islas pobladas con gente sin número; y de ellas todas he tomado posesión por Sus Altezas con pregón y bandera real extendida, y no me fue contradicho.
2. A la primera que yo hallé puse nombre San Salvador [isla Watling] a comemoración de Su Alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado; los Indios la llaman Guanahaní; a la segunda puse nombre la isla de Santa María de Concepción [Cayo Rum]; a la tercera Fernandina [Isla Long]; a la cuarta la Isabela [Isla Crooked]; a la quinta la isla Juana [Cuba], y así a cada una nombre nuevo.

 

Cristóbal Colón

 

3. Cuando yo llegué a la Juana, seguí yo la costa de ella al poniente, y la hallé tan grande que pensé que sería tierra firme, la provincia de Catayo. Y como no hallé así villas y lugares en la costa de la mar, salvo pequeñas poblaciones, con la gente de las cuales no podía haber habla, porque luego huían todos, andaba yo adelante por el dicho camino, pensando de no errar grandes ciudades o villas; y, al cabo de muchas leguas, visto que no había innovación, y que la costa me llevaba al setentrión, de adonde mi voluntad era contraria, porque el invierno era ya encarnado, y yo tenía propósito de hacer de él al austro, y también el viento me dio adelante, determiné de no aguardar otro tiempo, y volví atrás hasta un señalado puerto, de adonde envié dos hombres por la tierra, para saber si había rey o grandes ciudades. Anduvieron tres jornadas, y hallaron infinitas poblaciones pequeñas y gente sin número, mas no cosa de regimiento; por lo cual se volvieron.

4. Yo entendía harto de otros Indios, que ya tenía tomados, como continuamente esta tierra era isla, y así seguí la costa de ella al oriente ciento y siete leguas hasta donde hacía fin. Del cual cabo vi otra isla al oriente, distante de esta diez y ocho leguas, a la cual luego puse nombre la Española y fui allí, y seguí la parte del setentrión, así como de la Juana al oriente, 188 grandes leguas por línea recta del Oriente, así como de la Juana, la cual y todas las otras son fertilísimas en demasiado grado, y ésta en extremo. En ella hay muchos puertos en la costa de la mar, sin comparación de otros que yo sepa en cristianos, y hartos ríos y buenos y grandes, que es maravilla. Las tierras de ella son altas, y en ella muy muchas sierras y montañas altísimas, sin comparación de la isla de Tenerife; todas hermosísimas, de mil fechuras, y todas andables, y llenas de árboles de mil maneras y altas, y parece que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás pierden la hoja, según lo puedo comprehender, que los ví tan verdes y tan hermosos como son por mayo en España, y de ellos estaban floridos, de ellos con fruto, y de ellos en otro término, según es su calidad; y cantaba el ruiseñor y otros pajaricos de mil maneras en el mes de noviembre por allí donde yo andaba. Hay palmas de seis o ocho maneras, que es admiración verlas, por la deformidad hermosa de ellas, mas así como los otros árboles y frutos e hierbas. En ella hay pinares a maravilla y hay campiñas grandísimas, y hay miel, y de muchas maneras de aves, y frutas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales, y hay gente en estimable número. En ésta hay muchas especierías, y grandes minas de oro y do otros metales y hay gente instimabile numero.

5. La Española es maravilla: las sierras y las montañas y las vegas y las campiñas y las tierras tan hermosas y gruesas para plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes, para edificios de villas y lugares. Los puertos del mar, aquí no habría creencia sin vista, y de los ríos muchos y grandes y buenas aguas, los más de los cuales traen oro. En los árboles y frutos y yerbas hay grandes diferencias de aquella de la Juana: en ésta hay muchas especierías y grandes minas de oro y de otros metales. La gente de esta isla y de todas las otras que he hallado y he habido noticia, andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren, aunque algunas mujeres se cobijan un solo lugar con una hoja de hierba o una cofia de algodón que para ellos hacen. Ellos no tienen hierro, ni acero, ni armas, ni son para ello, no porque no sea gente bien dispuesta y de hermosa estatura, salvo que son muy temeroso a maravilla. No tienen otras armas salvo las armas de las cañas, cuando están con la simiente, a la cual ponen al cabo un palillo agudo; y no osan usar de aquellas; que muchas veces me ha acaecido enviar a tierra dos o tres hombres a alguna villa, para haber habla, y salir a ellos de ellos sin número; y después que los veían llegar huían, a no aguardar padre a hijo; y esto no porque a ninguno se haya hecho mal, antes, a todo cabo adonde yo haya estado y podido haber fabla, les he dado de todo lo que tenía, así paño como otras cosas muchas, sin recibir por ello cosa alguna; mas son así temerosos sin remedio. Verdad es que, después que se aseguran y pierden este miedo, ellos son tanto sin engaño y tan liberales de lo que tienen, que no lo creería sino el que lo viese. Ellos de cosa que tengan, pidiéndosela, jamás dicen de no; antes, convidan la persona con ello, y muestran tanto amor que darían los corazones, y, quieren sea cosa de valor, quien sea de poco precio, luego por cualquiera cosica, de cualquiera manera que sea que se le dé, por ello se van contentos. Yo defendí que no se les diesen cosas tan civiles como pedazos de escudillas rotas, y pedazos de vidrio roto, y cabos de agujetas aunque, cuando ellos esto podían llegar, les parecía haber la mejor joya del mundo; que se acertó haber un marinero, por una agujeta, de oro peso de dos castellanos y medio; y otros, de otras cosas que muy menos valían, mucho más; ya por blancas nuevas daban por ellas todo cuanto tenían, aunque fuesen dos ni tres castellanos de oro, o una arroba o dos de algodón filado. Hasta los pedazos de los arcos rotos, de las pipas tomaban, y daban lo que tenían como bestias; así que me pareció mal, y yo lo defendí, y daba yo graciosas mil cosas buenas, que yo llevaba, porque tomen amor, y allende de esto se hagan cristianos, y se inclinen al amor y servicio de Sus Altezas y de toda la nación castellana, y procuren de ayuntar y nos dar de las cosas que tienen en abundancia, que nos son necesarias. Y no conocían ninguna seta ni idolatría salvo que todos creen que las fuerzas y el bien es en el cielo, y creían muy firme que yo con estos navíos y gente venía del cielo, y en tal catamiento me recibían en todo cabo, después de haber perdido el miedo. Y esto no procede porque sean ignorantes, y salvo de muy sutil ingenio y hombres que navegan todas aquellas mares, que es maravilla la buena cuenta que ellos dan que de todo; salvo porque nunca vieron gente vestida ni semejantes navíos.

 

Ruta del viaje de 1493-1493 (Marque con su cursor para agrandar)

 

6. Y luego que llegué a Indias, en la primera isla que hallé tomé por fuerza algunos de ellos, para que deprendiesen y me diesen noticia de lo que había en aquellas partes, así fue que luego entendieron, y nos a ellos, cuando por lengua o señas; y estos han aprovechado mucho. Hoy en día los traigo que siempre están de propósito que vengo del cielo, por mucha conversación que hayan habido conmigo; y éstos eran los primeros a pronunciarlo adonde yo llegaba, y los otros andaban corriendo de casa en casa y a las villas cercanas con voces altas: venid, venid a ver la gente del cielo; así, todos, hombres como mujeres, después de haber el corazón seguro de nos, venían que no quedaban grande ni pequeño, y todos traían algo de comer y de beber, que daban con un amor maravilloso.

7. Ellos tienen en todas las islas muy muchas canoas, a manera de fustas de remo, de ellas mayores, de ellas menores; y algunas son mayores que una fusta de diez y ocho bancos. No son tan anchas, porque son de un solo madero; mas una fusta no terná con ellas al remo, porque van que no es cosa de creer. Y con éstas navegan todas aquellas islas que son innumerables, y tratan sus mercaderías. Alguna de estas canoas he visto con 70 y 80 hombres en ella, y cada uno con su remo.

8. En todas estas islas no vi mucha diversidad de la hechura de la gente, ni en las costumbres ni en la lengua; salvo que todos se entienden, que es cosa muy singular para lo que espero que determinaran Sus Altezas para la conversión de ellos a nuestra santa fe, a la cual son muy dispuestos.

9. Ya dije como yo había andado 107 leguas por la costa de la mar por la derecha línea de occidente a oriente por la isla de Juana, según el cual camino puedo decir que esta isla es mayor que Inglaterra y Escocia juntas; porque, allende de estas 107 leguas, me quedan de la parte de poniente dos provincias que yo no he andado, la una de las cuales llaman Avan, adonde nace la gente con cola; las cuales provincias no pueden tener en longura menos de 50 o 60 leguas, según pude entender de estos Indios que yo tengo, los cuales saben todas las islas. Esta otra Española en cierco tiene más que la España toda, desde Colibre, por costa de mar, hasta Fuenterrabía en Viscaya, pues en una cuadra anduve 188 grandes leguas por recta línea de occidente a oriente. Esta es para desear, y vista, para nunca dejar; en la cual, puesto que de todas tenga tomada posesión por Sus Altezas, y todas sean más abastadas de lo que yo sé y puedo decir, y todas las tengo por de Sus Altezas, cual de ellas pueden disponer como y tan cumplidamente como de los reinos de Castilla, en esta Española, en el lugar más convenible y mejor comarca para las minas del oro y de todo trato así de la tierra firme de aquí como de aquella de allá del Gran Can, adonde habrá gran trato y ganancia, he tomado posesión de una villa grande, a la cual puse nombre la villa de Navidad; y en ella he hecho fuerza y fortaleza, que ya a estas horas estará del todo acabada, y he dejado en ella gente que abasta para semejante hecho, con armas y artellarías y vituallas por más de un ano, y fusta, y maestro de la mar en todas artes para hacer otras, y grande amistad con el rey de aquella tierra, en tanto grado, que se preciaba de me llamar y tener por hermano, y, aunque le mudase la voluntad a ofender esta gente, él ni los suyos no saben que sean armas, y andan desnudos, como ya he dicho, y son los más temerosos que hay en el mundo; así que solamente la gente que allá queda es para destruir toda aquella tierra; y es isla sin peligros de sus personas, sabiéndose regir.

10.  En todas estas islas me parece que todos los hombres sean contentos con una mujer, y a su mayoral o rey dan hasta veinte. Las mujeres me parece que trabajan más que los hombres. Ni he podido entender si tienen bienes propios; que me pareció ver que aquello que uno tenía todos hacían parte, en especial de las cosas comederas.

11.  En estas islas hasta aquí no he hallado hombres mostrudos, como muchos pensaban, mas antes es toda gente de muy lindo acatamiento, ni son negros como en Guinea, salvo con sus cabellos correndíos, y no se crían adonde hay ímpeto demasiado de los rayos solares; es verdad que el sol tiene allí gran fuerza, puesto que es distante de la línea equinoccial veinte y seis grados. En estas islas, adonde hay montañas grandes, allí tenía fuerza el frío este invierno; mas ellos lo sufren por la costumbre, y con la ayuda de las viandas que comen con especias muchas y muy calientes en demasía. Así que mostruos no he hallado, ni noticia, salvo de una isla Quaris, la segunda a la entrada de las Indias, que es poblada de una gente que tienen en todas las islas por muy feroces, los cuales comen carne humana. Estos tienen muchas canoas, con las cuales corren todas las islas de India, y roban y toman cuanto pueden; ellos no son más disformes que los otros, salvo que tienen costumbre de traer los cabellos largos como mujeres, y usan arcos y flechas de las mismas armas de cañas, con un palillo al cabo, por defecto de hierro que no tienen. Son feroces entre estos otros pueblos que son en demasiado grado cobardes, mas yo no los tengo en nada más que a los otros. Estos son aquéllos que tratan con las mujeres de Matinino, que es la primera isla, partiendo de España para las Indias, que se halla en la cual no hay hombre ninguno. Ellas no usan ejercicio femenil, salvo arcos y flechas, como los sobredichos, de cañas, y se arman y cobijan con launes de arambre, de que tienen mucho.

12.  Otra isla hay, me aseguran mayor que la Española, en que las personas no tienen ningún cabello. En ésta hay oro sin cuento, y de ésta y de las otras traigo conmigo Indios para testimonio.

13.  En conclusión, a hablar de esto solamente que se ha hecho este viaje, que fue así de corrida, pueden ver Sus Altezas que yo les daré oro cuanto hubieren menester, con muy poquita ayuda que Sus Altezas me darán; ahora, especiería y algodón cuanto Sus Altezas mandarán, y almástiga cuanta mandarán cargar, y de la cual hasta hoy no se ha hallado salvo en Grecia en la isla de Xío, y el Señorío la vende como quiere, y ligunáloe cuanto mandarán cargar, y esclavos cuantos mandarán cargar, y serán de los idólatras; y creo haber hallado ruibarbo y canela, y otras mil cosas de sustancia hallaré, que habrán hallado la gente que yo allá dejo; porque yo no me he detenido ningún cabo, en cuanto el viento me haya dado lugar de navegar; solamente en la villa de Navidad, en cuanto dejé asegurado y bien asentado. Y a la verdad, mucho más hiciera, si los navíos me sirvieran como razón demandaba.

14.  Esto es harto y eterno Dios Nuestro Señor, el cual da a todos aquellos que andan su camino victoria de cosas que parecen imposibles; y ésta señaladamente fue la una; porque, aunque de estas tierras hayan hablado o escrito, todo va por conjectura sin allegar de vista, salvo comprendiendo a tanto, los oyentes los más escuchaban y juzgaban más por habla que por poca cosa de ello. Así que, pues Nuestro Redentor dio esta victoria a nuestros ilustrísimos rey e reina y a sus reinos famosos de tan alta cosa, adonde toda la cristiandad debe tomar alegría y hacer grandes fiestas, y dar gracias solemnes a la Santa Trinidad con muchas oraciones solemnes por el tanto ensalzamiento que habrán, en tornándose tantos pueblos a nuestra santa fe, y después por los bienes temporales; que no solamente la España, mas todos los cristianos ternán aquí refrigerio y ganancia. Esto, según el hecho, así en breve.

Fecha en la carabela, sobre las islas de Canaria, a 15 de febrero, año 1493.

Hará lo que mandaréis

El almirante.

Anima que venía dentro en la carta

Después de ésta escrita, y estando en mar de Castilla, salió tanto viento conmigo sur y sureste, que me ha hecho descargar los navíos. Pero corrí aquí en este puerto de Lisboa hoy, que fue la mayor maravilla del mundo, adonde acordé escribir a Sus Altezas. En todas las Indias he siempre hallado los temporales como en mayo; adonde yo fui en 33 días, y volví en 28, salvo que estas tormentas me han detenido 13 días corriendo por este mar. Dicen acá todos los hombres de la mar que jamás hubo tan mal invierno ni tantas pérdidas de naves.

Fecha a 4 días de marzo.

Comentario:

El original de esta carta de Colón ha desaparecido y su autenticidad ha sido puesta en tela de juicio. El contenido de la misma sigue siendo de gran valor para interpretar la imagen que Colón desarrolló de las tierras descubiertas en su viaje de 1492.  Se conservan varias versiones en español, italiano y latín. Esta que se incluye está parcialmente modernizada para facilitar su lectura y proviene de  Lionel Cecil Jane, ed. Selected Documents Illustrating the four Voyages of Columbus. 2 vols. (1930) London: The Hakluyt Society. Vol. I, 2-19.  Hay una versión sin modernizar en Consuelo Varela, ed. Cristóbal Colón. Textos y documentos completos (1984) Madrid: Alianza Editorial. 139-147. He hecho algunas revisiones contrastando ambas versiones para obtener un cuadro completo del asunto, y he numerado los párrafos para facilitar las referencias al contenido.

El párrafo (1) establece el dato relevante de la nota Providencialista dominante en la Carta… asunto sobre el que vuelve el (14): los Descubrimientos son presentados como  una dádiva de «Nuestro Señor» y a Él se agradecen. La legalidad de los hallazgos y de la toma de posesión, se afirma mediante el ritual del pregón o anuncio público, y el despliegue de la Bandera Real. En la selección de nombres con que se bautiza a las Islas presente en el párrafo (2), Colón equipara la autoridad Real con la autoridad Divina. Afirmar su sumisión a ambos parece ser parte del juego del descubridor. Entonces articula la Crónica o el relato ordenado en el tiempo de la aventura.

El párrafo (3), el relato de la visita a la isla de Juana (Cuba), establece las prioridades de los viajeros. Recuerden que esperaban llegar al Lejano Oriente. La ausencia de «villas» y «ciudades» y el temor manifiesto de los habitantes ante su presencia lo desilusiona. El desembarco y exploración del Oriente de la Isla tampoco rindió frutos: las grandes poblaciones no estaban por ninguna parte. El párrafo (4) demuestra que los Indios lo orientaron respecto a la insularidad de Juana y le dieron datos que le llevaron a otras islas. Colón debía saber de la Española (Aití) cuando se dirigió a Oriente. La detallada descripción del paisaje se culmina con la metáfora de que «Española es maravilla», territorio admirable y sin igual. Su seguridad de que en la misma hay «especierías» y «oro» tenía que resultar convincente para los Reyes Católicos. La transformación de aquella isla en la «Primada de América» estaba determinada desde entonces. La constante afirmación de que hay gente «sin número» será crucial, pero Colón no ha realizado hasta ese momento ningún juicio sobre la misma.

En el párrafo (5) aparece la gente bajo el signo de la sorpresa: «andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren». Es el signo de un orden natural, edénico, paradisíaco que recuerda el mito de la Edad de Oro de la Antigüedad griega o del Paraíso Terrenal judío. La inocencia del Indio se afirma con sugerencias que afirman su infantilidad e incluso su subhumanidad. Como bestias, al acercarse los Españoles «huían, a no aguardar padre a hijo».  La inocencia se afirma en su desconocimiento del valor de las mercancías y de la propiedad, situación que Colón aprovecha para convertirse en el protector de los Indios al prohibir que se les engañe en aquellos intercambios elementales. Además confirma que no se encuentra ante infieles convencionales cuando establece que «no conocían ninguna seta (secta) ni idolatría salvo que todos creen que las fuerzas y el bien es en el cielo «. La idea del origen celeste o mágico de los Españoles se confirma en este apartado y en el párrafo (6).

El párrafo (7) reconoce las virtudes técnicas de la canoa y el párrafo (8) establece  la unidad lingüística de las islas. Desde este momento se puede aceptar que se trata de Aruacos Insulares que pueden comunicarse entre sí y mantienen relaciones interantillanas. La propaganda en torno a las virtudes de la Española vuelve en al párrafo (9) con el fin de justificar la fundación del Fortín de la Navidad con las maderas de la Santa María. Colón confía en la «grande amistad con el rey de aquella tierra» que han desarrollado los Españoles. Pero no deja de apuntar que lo Indios «no saben que sean armas» y que son temerosos como para rebelarse. Se equivocaba.

Los párrafos (10), (11) y (12) entran en observaciones etnoculturales cruciales para los Cristianos, en especial la del matrimonio y la familia India. La apelación a los monstruos es propia de la época. El «Otro» fantástico se resume en la «Quaris» o «Carib» de los antropófagos, en la de Matinino o de la Amazonas, o en la de los hombres calvos. Los apartados (13) y (14) representan el alegato final de la Carta… La propuesta empresarial es obvia: «yo les daré oro cuanto hubieren menester, con muy poquita ayuda» y «esclavos cuantos mandarán carga», dice Colón. La empresa está sobre la mesa.

6 comentarios »

  1. Además de los comentarios que se dijeron en clase, cabe destacar estos cuatro puntos que me parecieron de interés en esta Carta de Cristóbal Colón
    1) El trato a los indígenas: Colón fue un defensor de ellos hasta el punto de quererlos cristianizar, aunque nunca los vio como como iguales, los llamaba de cobardes y los veía como posesión, siempre los vio con derechos y como seres humanos ya que desde el principio los llamo gente. Mientras que para los demás el trato era uno de inferioridad cambiándole bienes como oro y metales por cosas inservibles. Esto nos demuestra el lado humanitario de Colón.
    2) Los mitos de los monstruos: En cuanto a los monstruos Colon no halló nada. Esto hace alusión a que en el Viejo Mundo se pensaba que cruzando el mar se encontrarían con monstruos. En el Viejo Mundo las personas pensaban todo barco metido mar adentro se encontraría con monstruos alusivos a serpientes marinas o dragones.
    3) Las indias trabajaban más que los hombres. Esto debió haber sido una rareza para Colón ya que en España las labores de las mujeres se limitaban y el hombre era el que era el centro del hogar. Esto hacia contraste a la cultura española.
    4) El nombre de la española: Esto me pareció muy curioso porque Colón, tras su llegada a las Antillas, intentó vender el sueño de un mejor hogar a la corona española. Esto se ve en la selección del nombre y en particular el nombre que le dio a su isla favorita La Española (República Dominicana) ya que en la carta la llama como una maravilla.

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    Comentarios por Rafael Torres Alicea — octubre 15, 2010 @ 7:34 pm | Responder

  2. Esta Carta es un informe que rinde Colón a la Corona en España donde informa sobre sus descubrimientos en el viaje que él encaminó a las indias; viaje que fue financiado por la Reina Isabel. Sobre esta carta comentaré varios puntos que son relevantes y a la vez interesantes para analizar.

    El primer punto es en cuanto al tema de la toma de posesión de las diferentes islas y sobre la adjudicación de nombres a las mismas. Las islas ya poseían nombres aborígenes pero Colón decide cambiar sus nombres como una manera de tomar la posesión y los nombres en sí tienen significado para los intereses de Colón en cuanto a la reacción que él desea que se tenga sobre las indias. En mi opinión yo veo esta carta como una «carta de convencimiento» que trata de persuadir al lector a invertir de una u otra forma en estas tierras a través de Colon, quien se vería beneficiado. Es por esto que pienso que el hecho de que los nombres fueran en su mayoría alusivos a la religión cristiana, es una estrategia que se quiere utilizar para dar legitimidad al descubrimiento y la existencia misma de estas islas. Tan importante era la religión en el gobierno de la época que el orden en que da los nombres declara una jerarquía poniendo a Dios antes que los reyes y esto es lo que era bien visto por la Corona.

    Otro aspecto importante en esta carta es la descripción detallada que él hace de La Española. Él describe esta isla como una llena de maravillas y grandes e inmensos paisajes. Además hace alusión desde un comienzo a los intereses que puede tener España con las islas. Lo hace por medio de la asimilación de La Española con España en cuestiones de clima, nombre y al mencionar el hecho de que se encontraban especias y oro; productos de la tierra del interés español que podían ser explotados. Además de los recursos naturales que Colón menciona a los reyes en su carta, se puede ver como él se refiere a los indios como objetos que se pueden manejar al servicio de los conquistadores. Cuando los describe los hace ver como seres sumisos, sin armas y que sentían temor de los conquistadores y que, además de temor, los identificaban con la divinidad. De esta forma se rectifica la posición superior del hombre español, conquistador y representante de la iglesia de Dios y de la Corona de España. Colón alega que los defendía cuando se les daban “cosicas” a cambio de oro, pero luego dice que toma a unos indios a la fuerza y que los hace suyos, dándoles la característica de objetos que puedes ser propiedad. Además de esta alegación, él claramente lo expresa cuando les dice a los reyes que llevara a la Corona cuantos esclavos mandaran cargar.

    Por último, es muy interesante el tema de los monstruos que se describen en la carta a pesar de que aclara que no ha visto ninguno de ellos. El hecho de que se hable de monstruos demuestra aspectos de la mentalidad y la cultura de los conquistadores españoles pues se revelan los mitos de los cuales se hablaban sobre las tierras descubiertas. A la vez en la carta se toca el tema para aclarar que no han sido vistos estos seres, lo cual puede ser interpretado como parte de la estrategia de convencimiento para invertir en las Indias pues elimina cualquier temor que se pueda tener sobre las mismas. Para concluir con esta reflexión, reitero que la carta cumple con tocar todos los aspectos en los cuales se puede tener duda o curiosidad a la hora de invertir en las indias. El tono de alabanza con el que Colón se dirige a los reyes de España, las descripciones y ofrecimientos detallados y la propuesta directa de negocio que se realiza son indicadores que ayudan a ver con que intensión se tomo posesión de las indias y de cuál fue el verdadero y no romántico comienzo de nuestra historia.

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    Comentarios por María Acevedo — octubre 16, 2010 @ 3:55 am | Responder

  3. Cristóbal Colón en su carta a Luis de Santangel refleja las principales características de la época. Mediante el transcurso de la carta se observar la importancia e impacto del comercio, la religión católica y la Corona. En la carta se refleja el impacto de la Corona y la religión católica ya que planta bandera y hace pregón en nombre de Dios y de los reyes. Este era un acto ritual que significaba victoria. Eran victoriosos por haber llegado a tierra y simulaba una victoria después de una guerra donde en honor extienden la bandera, honorando sus reyes y a Dios.

    También es notable el impacto de la Iglesia y sus mitos cuando en la Carta, Colón hace mención de monstruos que son considerados gente no culta, feroces con anormalidades. Colón enfatiza que no encuentra monstruos como tal, sino indios que eran buenos e iguales que ellos. Pero los indios no creían en la religión católica por esta razón serían bestias, pero no como Colón se imaginaba.

    La característica más evidente en la carta de Colón es el comercio, ya que intenta venderle a la Corona de varias formas sus hallazgos y lograr su aportación económica en su proyecto. Cristóbal Colón en su carta menciona los numerosos indios, los numerosos recursos, compara a la Española a España, les habla de los ríos, el oro, de las pocas armas de los indios. Se observa que, al Colón recalcar la cantidad de indios, trata de comercializar tanto con la Iglesia como con la Corona, ya que al cristianizar los mismos, la Iglesia ganaría más dinero en diezmos y la Corona podría esclavizarlos y no tener que pagar jornada por la extracción de oro.

    Colón hace mención de las armas de los indios porque de esta forma garantiza que invertir en la Española no será difícil y sus inversiones están seguras. También hace mención de los ríos y de la vegetación de la Española y dice que se pueden utilizar para la siembra y para criar ganado. Ambas son formas de mejorar la economía de España y se pueden considerar como comercio. Una forma muy peculiar que utiliza Colón para persuadir a los reyes de las grandes oportunidades que ofrece lo descubierto es comercializando el territorio. Colon logra esto comparando un noviembre de la Española a un mayo de España. Lo cual sugiere que está mercantilizando una nueva España con mejor clima y mucho auge económico del cual la Corona y la Iglesia podría beneficiarse. En conclusión Cristóbal Colón pinta a la Española como una de las siete maravillas y hace mención solo de los temas que favorezcan lo que quiere lograr, la inversión de los reyes católicos en sus descubrimientos y hacerse rico y de gran alteza.

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    Comentarios por Carolyn N. Ortiz — octubre 19, 2010 @ 3:54 am | Responder

  4. Se observa desde el inicio de la carta el provincialismo cristiano de la época, cuando recalca que la victoria de su viaje es gracias (o dada) por «Nuestro Señor», así mismo al renombrar las islas descubiertas (2 de 5) en conmemoración a la religión.

    Otro dato curioso es el de los rituales de posesión que Colón hace mención en la carta, como el pregón y la bandera extendida que da por hecho al no ser contradicho. A su vez el cambiarle el nombre a las islas con nombres conmemorativos a los Reyes y el cristianismo.

    También enfantiza en la tierra fértil para sembrar y criar ganado, pero no menciona ningún instrumento o método utilizado para llegar a esa conclusión. Podemos inferir que al observar la variada vegetación asumió que la tierra era fértil y al llegar por el norte lo que observó fueron los llanos, lo que lo hace llegar a la conclusión de ser bueno para criar ganado.

    Al describir a los habitantes («indios») menciona que todos son similares y que estaban dispuestos a convertirse a su religión, pero si identificó ciertos rasgos para clasificarlos por ejemplo los de la isla Quaris tenían pelo largo y andaban con arco y flecha, también menciona otros sin pelo.

    En el párrafo onceavo habla de la isla de Quaris, caníbales de pelo largo con arco y flecha que viajan en canoa a las otras islas y toman cuanto pueden; y de las mujeres de Matinino, isla de mujeres solas que cargan con arco y flecha y que tratan con los hombres de Quaris. Este dato nos lleva a asumir que las mujeres de Matinino y los quaris eran los mismos, pero los hombres dejaban a las mujeres solas en periodos de tiempo donde se viajaban a las otras islas.

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    Comentarios por Edna Betances — marzo 5, 2012 @ 2:23 am | Responder

  5. Cristóbal Colón intenta a través de esta carta señalar aquellos aspectos del descubrimiento que beneficiarían comercialmente al reino español. Luego de describir la belleza natural y lo extenso del territorio (especialmente en el caso de Cuba), Colón hace énfasis en el oro que existe en los ríos aunque no se hace referencia ninguna a la búsqueda directa de este mineral. Observamos una contradicción cuando Colón, a pesar de molestarse con los españoles que estaban intercambiando cosas sin valor con los indios, pensaba a la misma vez que éstos eran salvajes. Además del oro, presenta la existencia del algodón. Esto presentaría la posibilidad de expandirse en el comercio del Medio Oriente e India donde las especias y el algodón se encontraban en gran demanda.

    Sin embargo, Colón no sólo presenta nuevas posibilidades comerciales, sino que presenta el elemento humano mediante los indios. Según Colón él espera que “determinaran Sus Altezas para la conversión de ellos a nuestra Santa Fe, a la cual son muy dispuestos”. Por ende, no sólo aumentarían sus riquezas materiales, sino que la religión católica (religión oficial) se beneficiaría de este gran descubrimiento que irónicamente fue un error. En general, el propósito de la carta es enumerar algunas de estas ínfimas posibilidades positivas que presentaban los nuevos territorios para el Imperio.

    Cabe mencionar que a pesar de esta nueva dominación política y ultramarina acompañada de nuevas ideas, el pensamiento general aún demostraba ser influenciado grandemente por la mitología griega y romana. Ejemplo de ello es cuando Colón hace referencia a una isla que encuentra completamente poblada de mujeres. Aunque luego se confirmó que estas eran las mujeres de los caribes, que se quedaban esperando a sus hombres mientras ellos luchaban, en su mente Colón las comparó con las Amazonas. Un grupo de mujeres guerreras, que según el mito, se cortaban un seno para poder utilizar con mayor facilidad el arco y flecha. Otro ejemplo es cuando Colón confunde a un manatí (en la costa de República Dominicana) con una sirena, especie mitológica mitad pez y mitad mujer, que podía llegar a poseer forma mortal e integrarse a la sociedad.

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    Comentarios por Melissa Reyes Segarra — marzo 8, 2012 @ 6:12 pm | Responder

  6. Lo primero que salta a la vista en esta carta es la escritura del navegante. Colón, ubicándose en primera persona, utiliza oraciones extremadamente largas, con mucha enumeración de elementos. Además rompe con el esquema tradicional de una carta en bloque y comienza cada parte enumerándola. Aunque la carta, como muchas crónicas de indias, tiene un carácter providencialista, en dónde «El señor» es gestor de la obra, Colón se ubica en el carácter de humilde servidor hacia los reyes.

    Otro detalle de la carta, es la descripción natural bien detallada y usualmente en sentido pluralista. EL conquistador, que entiende que no ha llegado a la India debido a lo que encuentra, pretende vender o mercadear las islas como un jardín edénico, dónde hay de todo. Se leen descripciones como bellísimas, altísimas, grandísimas etc.

    Un aspecto contradictorio que contiene la carta es referente a los indios. Primero los describe y expresa como seres tímidos, temerosos y algo hospitalarios, que aceptan cualquier cosa, «baratijas», a cambio de la ubicación del oro. Esa descripción de la transacción, ubica al indio como un ser que ignora el valor y del cual se puede obtener ventaja. Sin embargo, luego de aludir al carácter benévolo del indio, dice que se ha llevado dos o tres por la fuerza. Si de hecho, se los tuvo que llevar por la fuerza, no eran tán dóciles como decía. Por último, dice que lleva un indio para que testifique sobre la cantidad de oro en la isla.

    Al final recuerda que «El señor» le da esa victoria a los cristianos, dándo por ganada la conquista e invitando a los cristianos a este «harto y grande» mundo.

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    Comentarios por Johnny Irizarry Rojas — marzo 9, 2012 @ 11:56 am | Responder


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