Puerto Rico entre siglos: Historiografía y cultura

septiembre 4, 2013

Juan de Castellanos y la Elegía VI de 1589

Elegía VI

(A la muerte de Juan Ponce de León, donde se cuenta la conquista del Boriquén, con otras muchas particularidades)

 

Canto Primero (Fragmento)

Voz de mi ronco pecho, que profesa

Grandes cosas en versos apacibles,

Desea perfeción en su promesa,

Con muertes de varones invencibles;

E ya Joan Ponce de León da priesa

Con hechos que parecen imposibles;

Pues tuvo, como fue cosa notoria,

En muy menos la vida que la gloria.

 *

Este hidalgo fue cual le convino

A la Belona fiera y a sus artes,

Y con el gran Colón hizo camino

Debajo de guerreros estandartes;

En aquella segunda vez que vino

A los descubrimientos destas partes,

Señaló grandemente su persona

En allanar la gran Anacaona.

*

En Higüey, de quien ya hecimos lista,

Por Nicolás de Ovando fué justicia,

Donde por indio que habló de vista,

Del rico Boriquén tuvo noticia;

Pidió con gran instancia la conquista,

Por ser empresa digna de codicia;

Ovando se la dio, y á muchas gentes

Condutas de conquistas diferentes.

*

Porque cuando Haytí se combatía

Había caballeros generosos, Señaladísimos en valentía,

De mayores empresas codiciosos;

Ansí cada cual dellos pretendía

Conduta de gobiernos honorosos,

Para mejor probar su fuerte diestra

Y dar de su valor más clara muestra.

*

El comendador pues se determina

De dar do se conquiste gente rica;

A Velázquez le dio la Fernandina,

Y al capitán Garay á Jamaica:

Ser desto cada cual persona dina,

Por larga prueba ya se certifica,

Y al Ponce de León, con largo mando,

El Borinquén, a quien me voy llegando.

*

En diez y siete y diez y ocho grados

Se suele computar altura deste;

Los diámetros tienen prolongados

Cincuenta y cinco leguas leste oeste;

Rodéala por puntas y por lados

De belicosa gente brava hueste;

Hecho y fama tiene de guerrera,

Porque de los caribes es frontera.

 *

Por treinta leguas hace sus desvíos

De los Hayties ya conmemorados;

Van por su medio montes poco fríos,

Porque los aires son todos templados:

Vierten a todas partes dulces ríos,

Cuyas arenas son granos dorados,

Sus recodos, remansos, vertederos

Abundan de riquísimos veneros.

[Continúa la descripción de la banda  norte y oeste, el relato de la primera exploración de Ponce de León y su evaluación de la misma, el encuentro con Agueibaná y su madre vieja y el trato entre Los cristianos y los taínos y la conversión de Agueibaná y su madre al cristianismo, bautizados como Joan Ponce de León y doña Inés. Al iniciar la colonización, Diego Colón recupera la herencia de su padre Cristóbal Colón, envía a Puerto Rico a Cristóbal de Sotomayor y Juan Cerón como Gobernador y Miguel Díaz como Alguacil, poniendo en peligro los títulos de Ponce de León. Los versos que siguen hablan del segundo viaje de Ponce de león a San Juan Bautista.]

Volvióse pues Joan Ponce despojado

Al Boriquén que vamos allanando;

Pero muy poco tiempo ya pasado,

El rey le mandó dar el dicho mando,

Siendo de sus servicios informado

Por larga relación del buen Ovando,

Y el Sotomayor fue favorecido

Del Joan Ponce después de proveído.

*

Y ansí, con cortesano cumplimiento

De justicia mayor le dio renombre,

Y al rey Agueibaná en repartimiento.

Fundado pueblo, dicho de su nombre;

Pero después diré con lo que cuento

La grande desventura deste hombre,

Que fue causa de muchos otros daños

Que sucedieron en aquellos años.

*

Con el primer consorcio castellano,

Bien lejos de la mar y malos puestos,

A Caparra fundó, pueblo mal sano,

Donde todos andaban indios puestos:

Al cual mucho después le dio de mano

Y le buscó lugares bien compuestos,

Junto de Bayamón que lo bastece,

Y donde de presente permanece.

*

Son sus vecinos gente bien lucida,

Nobles, caratativos, generosos;

Hay fuerza de pertrechos proveída,

Monasterios de buenos religiosos,

Iglesia catedral muy bien servida.

Ministros dotos, limpios, virtuosos;

Fué su primer pastor y su descanso

Aquel santo varón Alonso Manso:

*

Varón de benditísimas costumbres,

En las divinas letras cabal hombre,

Dignísimo de más escelsas cumbres,

Merecedor de más alto renombre,

Su nombre denotaba mansedumbres,

Y ansí midió sus obras con su nombre;

Fue de menesterosos gran abrigo;

Porque lo conocí, sé lo que digo.

*

Fundó Caparra, pues, año de nueve

Joan Ponce de León, hombre bastante;

Mas cuando por lo dicho la remueve,

Serían doce años adelante;

Y por cumplir mi pluma lo que debe,

Diremos otros pueblos, Dios mediante,

Que fundaron entonces los primeros,

Aunque los menos fueron duraderos.

*

Después al noroeste de Guayama,

Río que tengo ya conmemorado,

En un sitio, que Guánica se llama,

Tuvieron otro pueblo fabricado;

Bahía, pero tal que, según fama,

Es la mejor de todo lo criado;

Fundólo don Cristóbal do decimos,

Que es el Sotomayor que referimos.

*

Más donde manifiestan mis escritos,

No comportó la gente ser poblada,

Por ser tanta la copia de mosquitos

Que nunca se vio plaga tan pesada;

Y ansí, vencido ya de tantos gritos,

La pasó don Cristóbal al Aguada,

Que es al oeste norueste desta vía

Con nombre del renombre que él tenía.

*

Aquí y en todas las demás distancias

Servían indios por repartimientos;

Había fertilísimas estancias,

Y en ellas españoles muy contentos;

Crecían cada día tas ganancias,

De oro caudalosos nacimientos,

En Quiminén, Guainea y Horomicos,

Duyey y Cabuin, ríos bien ricos.

*

Huye la chisme, cesa la conseja,

Crece contento, nace regocijo,

Sin olor ni barrunto ni semeja

De guerra ni contienda ni letijo;

Asegurándolos la buena vieja,

Y el buen Agueibaná su noble hijo;

Los indios más feroces y más bravos

Servían mucho más que los esclavos.

*

Gozaba, como digo, nuestra gente

De riquezas, contento y alegría,

Con el Agueibaná, varón prudente,

Por quién toda la tierra se regía;

Murió la madre, y él de muy doliente

Vido también su postrimero día;

Al heredero, pero, no le plugo

Sufrir ni tolerar tan duro yugo.

*

Algunos españoles mal regidos,

Fiando de las viejas amistades,

Andaban por mil partes divertidos,

En sus estancias, minas y heredades;

Casi que para siempre despedidos.

De cualesquier rebeldes novedades.

Aunque días atrás, obra de un año,

Negocio sucedió no poco estraño.

[Continúa con el relato del rapto de Juan Suárez Sevillano por el cacique Aimanio de la región del Río Culebrinas entre Quebradillas, Moca y Lares, para jugar su sacrificio en un juego de pelota. Un paje taíno reporta el hecho a Diego de Salazar cerca de Utuado, quien se acerca al juego de pelota, enfrenta a los taínos, salva a Suárez Sevillano y consigue un pacto con Aimanio quien incluso se convierte al cristianismo y obtiene el nombre de su vencedor. La descripción del combate es amplia y detallada. El intento de sacrificio de Suárez Sevillano antecede a la ejecución de Diego de Salcedo en el Río Grande de Añasco.]

 

Comentarios:

Juan de Castellanos (Sevilla 1522-Tunja 1606)  es un Cronista que escribe su crónica en verso. La  “Elegía VI” de Juan de Castellanos, impresa en Madrid en 1589, es un canto elegíaco o lamentación ante la muerte del héroe Juan  Ponce de León. El poema es  parte de un extenso poema, las Elegías de Valores Ilustres de Indias, escrito en octavas reales, es decir, estrofas de 8 versos de 11 sílabas cada uno que para el lector moderno suelen resultar complejos y abarrocados. Con un total de 150,000 versos, el lector se encuentra ante una obra monumental de Historia y Literatura Americana que, más que elegía, resulta en una épica o celebración de la conquista. Castellanos pertenece a una segunda generación de Cronistas de la conquista. No fue testigo de los descubrimientos ni conquistador activo, pero vivió en las Antillas lo mismo en San Juan Bautista, Santo Domingo,  Isla Margarita y Trinidad. Sus días terminaron en Nueva Granada -Colombia- donde se radicó en Tunja, lugar en el cual falleció a los 84 años. Castellanos estuvo en situación de celebrar la transformación del Reino de España en una potencia mundial, pero también fue testigo del inicio de la decadencia de su poder ante los otros, poderes europeos que penetraban América a principios del siglo 17. Como se sabe, desde 1590, el Reino de Inglaterra y de Holanda, se consolidaron como poderes, y entre 1595 y 1625, las agresiones a Puerto Rico y al Imperio fueron comunes.

Juan de Castellanos

Juan de Castellanos

El texto se explica por sí solo: comienza con una invocación, sigue con una biografía de Ponce de León en Santo Domingo, continúa con su arribo a San Juan Bautista y su descripción. La primera y la segunda visita se ven afectadas por la llegada de Diego Colón al poder y su intervención en los trabajos de Ponce de León quien es es alabado como un administrador impecable y justo con los taínos. El fragmento termina en la antesala de los conflictos entre taínos rebeldes e hispano-europeos.

Lo más relevante es la construcción de la imagen de Ponce de León como signo heroico y la reafirmación de su condición de cristiano consciente. El hecho de que Castellanos reafirme que bajo su mando la relación con los taínos estaba llena de “riquezas, contento y alegría”, ha servido de base para el culto de Ponce de León en Puerto Rico, salvar su imagen y acusar a otros “españoles mal regidos” de la crisis en las relaciones entre taínos e hispano-europeos entre 1508 y 1511.

Una fuente alterna que puede consultar cualquier interesado es: Mario R. Cancel, “Visión del aborigen en la Elegía VI de Juan de Castellanos: Una relectura”. Revista de la Universidad de América 7.2 (1995): 97-102. Hay una versión similar titulada “Visión del aborigen en la Elegía VI de Juan de Castellanos: La mala lectura”. El cuervo 14 (1995): 33-42. El fragmento tiene numerosos arcaísmos. Para aclarar cualquier duda sobre el lenguaje, recomiendo que visite los sitios de  Real Academia Española y El Nuevo Tesoro Lexicográfico, valioso recurso que incluye los diccionarios desde 1726.

 

  • Mario R. Cancel Sepúlveda
  • Catedrático de Historia y escritor

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