Puerto Rico entre siglos: Historiografía y cultura

julio 2, 2010

“Carta a Irma” (1939): La Guerra Civil Española

Partido Nacionalista de Puerto Rico. Documentos. Carta de José Monserrate Toro Nazario a Irma Solá, 31 de mayo de 1939. Epigrafía, transcripción y edición del Dr. Rafael Andrés Escribano. CPR 324.27295 T686c. Colección Puertorriqueña. Universidad de Puerto Rico: pág. 60.

Fragmento 7: El caso de Enamorado Cuesta

La carta de Cuba también apela al testimonio privado del exnacionalista Enamorado Cuesta y su esposa. Es significativo que el testimonio privado de Enamorado Cuesta haya sido invocado privadamente, mientras la dirección nacionalista se desvincula públicamente de Enamorado Cuesta, a causa de los artículos en que habla, entre otras cosas, de reaccionarios en el Partido nacionalista de Puerto Rico.

¿A quién debe usted creer? ¿Al Browder cuyas palabras exactas cito o a un Browder de segunda mano? ¿Al Enamorado Cuesta cuyas palabras exactas fueron reproducidas por La Correspondencia, La Voz de Nueva York y Prensa Libre, [o] a un Enamorado Cuesta de segunda mano, desautorizado, en Cuba? Es significativo que el desautorizado Enamorado Cuesta es veterano de la Guerra española. Significativo es que Pacheco Padró, también veterano, expresidente de la Junta municipal de Santurce, no figura en nuestras filas. Es significativo que Medina hablara mal de Gilberto Concepción en la reunión de Río Piedras. Parece que lo que importa es desvincularnos de la España republicana.

El caso de Enamorado Cuesta es en verdad representativo. Es la extrema de la disyuntiva nacionalista.

Comentario:

Toro Nazario expone un caso emblemático de lo que significó la crisis ideológica del Partido Nacionalista y su relación contenciosa con el Frente Popular que enfrentaba al falangismo franquista. Se trata de aquel a quien denomina el  “Browder de segunda mano” José Enamorado Cuesta (1892-1976) nacido en Yauco, comunista militante, veterano de la Guerra Civil Española, menos conocido como poeta e historiador de la Generación de 1930. La vida de Enamorado Cuesta representa, como otros activistas de su generación, un interesante contrapunto a la posturas dominantes en su entorno histórico social. Se trata del mismo militante fiel a Albizu campos que, en noviembre de 1931, retó a duelo en el campo del honor a José Coll y Vidal, director del El Mundo, tras la publicación del editorial “Albizu calumniador” en donde acusaba a este de ofender el honor de aquel empresario.

jose_e_cuestaEnamorado Cuesta fue autor, entre otros, del volumen  El imperialismo yanqui y la revolución en el Caribe (Editorial Campos, 1936). Fue una más de las figuras polémicas que aparecieron en el partido en el momento del debate en torno a la dirección en la cual debía moverse ideológicamente el nacionalismo: hacia la derecha afirmando su nacionalismo o hacia la izquierda afirmando un proyecto social que mirara hacia los explotados y el abajo social. Aquel debate  condujo a la expulsión de numerosos partisanos. No hay que olvidar que las purgas o purificaciones organizativas son inseparables de los momentos de crisis organizativa que general las crisis económicas en especial cuando se combinan con las razias de la represión estatal. Otros prefirieron la autoexclusión o sencillamente se alejaron del movimiento y se integraron a las nuevas izquierdas rojas que florecían entre los disgustados del Partido Socialista, el Partido Liberal Puertorriqueño y el Partido Nacionalista. Una parte significativa de ellos enriqueció la experiencia de Acción Social Independentista (1936) y el Partido Popular Democrático (1938), organizaciones que, por su discurso público, se movían en el movedizo territorio de las izquierdas por aquellos años.

Los choques de Enamorado Cuesta con el nacionalismo y su “grupo ortodoxo”iniciaron en medio de la huelga de los empleados de la caña durante la zafra de 1934. El poeta e historiador favorecía la integración de los obreros a las luchas nacionalistas, probable expresión del reconocimiento de la debilidad orgánica de su propio partido. La postura oficial del nacionalismo fue dejar que los trabajadores elaboraran sus organizaciones por su cuenta El otro choque vino en 1937 cuando contravino una decisión de Partido Nacionalista que instruía a la militancia a no intervenir en la Guerra Civil española. El silencio de la dirigencia nacionalista respecto a España y Franco, era similar al que manifestaba respecto a Trujillo y su dictadura en República Dominicana. Enamorado Cuesta ya no  militaba en la organización en 1938.

La lógica de la exposición de Toro Nazario  parece confirmar la hipótesis de que el exclusivismo nacionalista y la hispanofilia, se habían convertido en un problema para la organización a la hora de tomar posición ante la Guerra Civil española. En la práctica, los choques ideológicos entre el “grupo ortodoxo” y los simpatizantes de los “rojos” distanciaban al liderato medio radical del liderato del 1930. El Partido Nacionalista de Puerto Rico fue incapaz de una transición de poder sana tras la debacle que produjeron los arrestos de 1936 y su descabezamiento por las autoridades federales. Ramón Medina Ramírez, el presidente del “grupo ortodoxo”, representaba la continuidad de una praxis identificada con Albizu Campos que Toro Nazario vinculaba  con el fascismo y el terrorismo reaccionarios. Las posibilidades de un nacionalismo democrático radical que mirase hacia la izquierda y hacia el abajo social, se cancelaron  ante el poder de aquel sector.

  • Mario R. Cancel-Sepúlveda
  • Historiador y escritor

mayo 23, 2010

“Carta a Irma” (1939): Nacionalismo y trujillismo

Partido Nacionalista de Puerto Rico. Documentos. Carta de José Monserrate Toro Nazario a Irma Solá, 31 de mayo de 1939. Epigrafía, transcripción y edición del Dr. Rafael Andrés Escribano. CPR 324.27295 T686c. Colección Puertorriqueña. Universidad de Puerto Rico: pág. 15-16

Fragmento 4: Santo Domingo y Puerto Rico

La hostilidad aprista contra Batista es la misma hostilidad nacionalista contra Roosevelt. La hostilidad aprista contra Batista se refleja en Puerto Rico.

La carta de Cuba llueve, truena y relampaguea contra un médico dominicano, residente en Cuba, que tuvo la osadía de dirigirse a nosotros.

Gen. Rafael Leonidas Trujillo, «El benefactor»

Prevalece un dejo de ironía cuando pienso que este médico es aprista, que delante de mí cariñosamente llamó a Trotsky “el viejo”, que delante de mí se pronunció contrario a las normas de la Tercera Internacional –que no mostró ningún entusiasmo por Batista.

¿Cómo explicar, entonces, el encono contra este dominicano?

En primer término, el doctor Henríquez es antitrujillista.

El nacionalismo no perdona eso.

El nacionalismo jamás ha formalizado una censura al régimen de Trujillo.

La carta de Cuba habla de las cárceles del Perú y el Brasil y Guatemala, de sesenta condenados a muerte en El Salvador, de los “campos” (¡cielos y tierra, inglés en español!) de concentración en Alemania, de las manoseadas celdas convertidas en tumbas en Rusia, de los nacionalistas árabes en la Palestina, de Marruecos, de Etiopía, de la India… “No sigamos,” dice la carta de Cuba. “Nos ahogaríamos.” La matanza de ocho mil haitianos (1937) no aparece por ninguna parte.

No puedo decir que la omisión sea involuntaria. (El) compaginamiento entre Alemania y Rusia es viejo –dentro y fuera del nacionalismo. He visto alusiones a los otros casos en muchos documentos nacionalistas. Nunca he visto nada contra el Benefactor, en labios del nacionalismo. El tema de Trujillo es tabú.

Comentario:

En este breve fragmento, el autor señala el comedimiento y el cuidado que mostraba la Junta Nacional del Partido Nacionalista de Puerto Rico ante la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina (1891-1961), alias “El Jefe” o “El Benefactor”,  y la usa como un argumento para afirmar su filotrujillismo y, con ello, su autoritarismo fronterizo con el fascismo. La protección que el gobierno de Fulgencio Batista (1901-1963) en Cuba –quien dirigió la nación entre 1933 a 1940- dispensó a un grupo de nacionalistas puertorriqueños, parece ser un detalle crucial en el argumento de Toro Nazario.

No se puede pasar por alto que los documentos del Buró Federal de Investigaciones (FBI), habían llamado la atención sobre un agente nacionalista es Cuba -Juan Antonio Corretjer con toda probabilidad- que había estado en contacto con el grupo ABC, identificado con los intereses de Batista, con el fin de adquirir conocimiento en el arte de confeccionar explosivos para fines revolucionarios. La gestión pública de Batista, como se sabe, se caracterizó por la intensa persecución a comunistas y socialistas como respuesta a su eficaz  labor de organización de los trabajadores de la caña en aquel país. El silencio de los nacionalistas ante Trujillo, combinado con la alianza con Batista, eran razones suficientes para que Toro Nazario acusase a Juarbe y Juarbe y su grupo «ortodoxo» de filofascistas.

La vendetta en este fragmento se agria por las críticas de Juarbe y Juarbe a Federico Henríquez y Carvajal (1848-1952). El «hombre de las tres jotas», como se refiere Toro Nazario a aquel en algunas partes del documento, se sintió incómodo ante el hecho de que el intelectual dominicano y amigo de la causa de Puerto Rico, se comunicase con sus adversarios en Puerto Rico. Henríquez y Carvajal había sido uno de los miembros más activos de la Junta Dominicana Pro Independencia de Puerto Rico (1927) auspiciada por el propio Albizu Campos durante su viaje de propaganda internacional (1927-1930). Fue un intelectual que apoyó a la guerrilla rural de los “Gavilleros” durante la intervención de Estados Unidos en República Dominicana (1916-1924), un antitrujillista confeso y un hostosiano a toda prueba.

La filiación de ciertos sectores del Nacionalismo Puertorriqueño con el trujillismo puede documentarse en una breve memoria escrita en 1931 por una militante, la poeta María López de Victoria conocida como  Martha Lomar (1893-¿?), publicada en 1959 bajo el título Trujillo y yo. La autora se muestra remisa a discutir la obra política del dictador por temor a equivocarse. Pero reconoce que “los poderosos son elegidos del Señor, quien los utiliza para fines que ignoramos”. Una versión de la manida teoría del origen divino del poder apoya la opinión de la poeta. La justificación del exceso de poder me parece obvia, y el argumento providencialista, típico de Nacionalistas Católicos fundamentalistas. Como en el fascismo clásico, rechazar el pensamiento / racionalidad en el nombre del sentimiento / intuición, es considerado un acto legítimo.

Esa conexión simbólica habría que añadir la intensa amista que dispensaron nacionalistas particulares como Cayetano Coll y Cuchí, hermano de uno de los fundadores de la organización nacionalista puertorriqueña, y el ingeniero y empresario Félix Benítez Rexach quien colaboró intensamente con Albizu campos antes y después de la cárcel de Atlánta, con el dictador. El hecho de que en 1936 el periódico nacionalista La palabra dirigido por Juan Antonio Corretjer decidiera censurar cualquier artículo «en contra de ninguna personalidad fuera de nuestra política nacional» (incluyendo a Trujillo o a Batista), demuestra que esa organización prefería el silencio incómodo ante situaciones que merecían un comentario crítico al menos.

  • Mario R. Cancel-Sepúlveda
  • Historiador y escritor

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