Puerto Rico entre siglos: Historiografía y cultura

diciembre 4, 2010

Puerto Rico en 1644: Damián López de Haro

Carta del Obispo de Puerto Rico Don Fray Damián López de Haro, a Juan Díez de la Calle, con una relación muy curiosa de su viaje y otras cosas. Año 1644. (Fragmento)

El calor en estos tres meses que yo he existido con ser de caniculares no ha sido tan grande como el de allá porque ordinariamente corren unos aires que llaman aquí brisas, que son muy apacibles y muy sanos, vienen muchas lluvias y a veces como aguaceros sin pensar estando el cielo sereno, porque pasa una nubecilla estando claro y sin ser vista de los que están en las casas por encima y deja caer e1 agua de modo que no sabemos de donde viene, y esto suele suceder en una casa y no en todas y muchas veces al día, pero en acabando de caer se salen a la calle con zapatos blancos porque es toda arenosa.

Cuando es aguacero se suele llebar la brisa y nos deja en calma y con el mismo calor que en España por los caniculares, pero con más; la jente es muy caballerosa y los que no vienen de la casa de Austria descienden del Delfín de Francia u de Cárlo Magno: la vecindad del lugar no llega a 200. vecinos, pero hay quien diga que de solo mugeres con negras y mulatas hay más de 4,000. y estas tan encerradas que aun no salen a Misa, que si bien se atribuye mucho al encojimiento de las criollas, los más cierto es por la miseria y pobreza de la tierra, porque las más de ellas no alcanzan para mantos y vestido y son tan altivas, que dándoselos de limosna un Obispo porque no perdiesen la Misa, muchas no los quisieron recibir y algunas que los recibieron no usaron de ellos por ser de anascote. —Los i soldados son 300. aunque siempre faltan plazas; la Iglesia comenzó de sillería muy buena, pero jamás tuvo con que poderse acabar y dándose por desauciados, sobre dichas paredes de sillería la hizieron de mampostería y mucho menor que la traza; será algo mejor que la de San Sebastián de esa corte; la bóveda de la capilla mayor es de piedra excelentísima y el cuerpo de la Iglesia de buenas maderas y el retablo pobre como la fábrica. Súbese a ella por gradas de piedra y por los tres lados está cercada de una plazuela con parapetos de piedra de mampostería y sillería con algunas palmas de cocos que la adornan y la vista es al mar, al modo todo de nuestra casa de Málaga, y del otro lado están las casas de la dignidad con las mismas vistas, pero todo lo más principal de ellas derribado y quemado del Olandés, de modo que después que vine, he tenido necesidad de labrar cocina y demás oficinas, estrella que me ha seguido desde que nací.

Temo entrar en la relación de las demás cosas, porque son tan siniestras las relaciones de lo que allá me dijeron y yo dejé dicho por su información en algunas visitas, que no se como salir bien de ello sino es con decir que lo más fue mentira, y antes de entrar en la relación por que no se entienda que es llorar lástimas lo que dijere, quede por asentado que con la bondad del clima yo lo paso muy bien y con salud, a Dios gracias, que como pájaro bobo no me aporreo en la jaula y aunque hay algunos trabajos que para otros fueran intolerables, yo los ofrezco a nuestro Señor y los llebo con buen aliento y paciencia.

La invasión Holandesa por Eugenio CaxésEsto supuesto, está tan lejos de comerse la carne de valde en esta tierra y de matar las terneras a su voluntad los esclavos dejándose la carne en el campo y ya por la ganancia de la piel, o ya por la golosina de las mollejas como allá me habían mentido que se pasan muchos días y aun se han pasado semanas después que yo estoy aquí, sin que se haya pesado vaca en la carnicería ni tocino ni otro género de carne, en lugar de la cual se suelen pesar unas tortugas grandes del mar que acá llaman careyes de cuya conchas se hacen allá en España los escritorios y contadores, y tienen la carne como de vaca aunque es peor sustento, y de este ha faltado también aun para mi familia, si bien algunas personas me han presentado terneros y carneros con que lo hemos pasado bien a Dios gracias, que aunque pobremente la mesa es siempre de Obispo de lo que dá de sí la tierra porque con hacer dos o tres guisados de la ternera, alguna ave, y dulces que hay en abundancia y con algunas frutas que diremos después, está la familia contenta y bien mantenida, pero en esta Isla siempre pasan mucho trabajo por no estar cierta la carne en la carnicería todos los días. La arrelde vale 18. maravedís: no solía valer más que a 12. como en la ciudad de Santo Domingo, en este año han subido el precio por animar los ganaderos y la pesan con tasa porque no se vaya acabando. La ciudad está muy pobre, la moneda que en ella se gasta es de pobres porque es de cobre treinta y cuatro cuartos más delgados la mitad que los de allá dan por un real, por el real de a ocho lleban uno o dos reales de premio, y en toda la Isla no se hallarán 8,000. ducados de cuartos y 20,000. de plata porque ha siete años que falta el situado de S. M. y uno que traían ahora dos años de 60,000. pesos lo cogió el enemigo, yo entendí hallar 3,000. o 4,000. ducados de la vacante y no he visto en dinero más que 1,000. reales de cuartos, de pesos de plata 200. por cuenta de diezmos me dan cazabe cada semana para que coma la familia y los pobres, que es el pan de esta tierra que la necesidad les ha enseñado a comerlo, pero a mí no me entra de los dientes adentro aunque lo hacen de diferentes modos y ponen a la mesa uno que es el más florido jaujao.

Por la ciudad se vende pan de trigo a temporadas conforme vienen las ocasiones de la harina, yo traje tres o cuatro barriles de España muy buenos y muy floreados de que al principio me hicieron rosquillas como en Sevilla, pero con la humedad de la tierra se vá corrompiendo de modo que el pan es muy malo como el que se vende cuando lo hay en la plaza, yo fue siempre mal comedor de pan y ahora paso casi ninguno y no me hace falta porque de ordinario ay arroz en la mesa que lo lleba esta tierra que en muchas partes del mundo no tienen otro pan, no faltan algunos biscochos y una fruta que llaman plátanos de que hay grande abundancia y diferencia en los campos, y es el sustento ordinario de los negros y aun de muchos blancos pobres, porque los maduros les sirven de pan y fruta y de los verdes asan como allá las batatas o zanahorias, los labradores las cuezen como castañas y hacen muchos guisados de ellos echo en cazuelas morfies, es una comida sana, la carne es como de camuesa con olor de pera vinosa, despide la cascara como una castaña asada con gran facilidad, otras frutas hay dulces pero muy sosas al gusto, la que llaman piña porque se parece a la España es escelente pero no dura todo el año como los plátanos, sino tres o cuatro meses, la carne es como de limón dulce con alguna punta de agrio que parece a la carne de melocotón muy maduro, pero las entrañas de que se hacen las ruedas tienen más carnosidad y sustancia; de lo que están llenos los campos es de naranjas y limones y limas y cidras todo silvestre pero lo que toca a los naranjos dulces, son más grandes y mejores que los de allá porque los más que he visto hasta ahora han sido verdes y pequeñuelos, algunos que me han traído amarillos tienen la corteza muy fuerte y me parece que si los cultivaran fueran muy buenos y las limas dulces aunque me han traído algunas, de las agrias y de los limones pequeños se sirven ordinariamente las mesas, las cidras son como las de allá, así de ellas como de las calabazas, batatas y otras muchas frutas que lleba el campo hacen muy buenas conservas, porque no les duele el azúcar.

Plano del Morro en 1591 por Juan Bautista AntonelliTodo lo que se compra y vende vale muy caro, una vara de vayete cinco pesos, de tafetán sencillo dos, de rúan otros dos, un adarme de seda un real, por hechura de unas medias cinco pesos, una mano de papel cuatro reales, una libra de cera veinte reales, de el trabajo de un oficial dos pesos, de un peón un peso y esto es cuando se halla porque lo ordinario es mientras que no llega un navío faltar casi todo y los oficiales como en lugar corto, una gallina lo ordinario ocho reales, y cuando estuvo aquí la flota, valiera a diez y doce, un pollo cuatro reales y no siempre se halla y lo peor que a mi ver tiene la ciudad es que no hay una tienda donde poder embiar por nada, si no es que unos a otros truecan o venden o prestan lo que tienen: aunque lo vale 10. maravedís, el pan de cazabe vale real y medio cada torta que tendrá dos libras y media, el maíz aunque no lo gastan en pan lo siembran y cojen, y vale diez y ocho y veinte reales la fanega, allá la tierra adentro hay unas aves tan grandes como gallinas y en el sabor y la bondad como perdices, a mí me han presentado tres o cuatro; pero 12. leguas de aquí dicen que hay muchas bandadas y que las matan a palos, pero la gente es tan olgazana, que no quieren ir por ellas para venderlas y lo mismo pasa en los pescados que aunque hay muchos y muy buenos, y yo he probado, sobre venderlos muy caros no hay quien se aplique a la pesca; todo el trato de esta Isla y la cosecha es de xenxibre y está tan de capa caída que nayde lo compra ni lo quiere llebar a España, en el campo hay muchas estancias y siete Ingenios de azúcar a donde muchos vecinos con sus familias y esclavos asisten la mayor parte del año como en los lugares de Toledo sus herederos. El año 25. saqueó el enemigo esta ciudad y se llebó hasta las escrituras de la Iglesia, y porque no le ofrecieron mucho dinero, quemó muchas casas y entre ellas la de la dignidad, pero el mayor trabajo fue el de la tormenta y tempestad que sobre vino el año 42. por el mismo mes de Setiembre que sucedió la de Burgos cuando derribó el crucero porque aquí derribó la Iglesia y muchas casas, y en el campo arrancó muchos árboles y bujíos y hizo tan grande estrago que dejó esterilizada la tierra hasta hoy que vá volviendo en sí, y es de modo que a todo cuanto falta se disculpa con la tormenta, y biene a ser tormento para mí, porque en virtud de esto me faltan todos los diezmos (de que S. M., Dios le guarde) me ha hecho gracia. De melones que tanto los habían alabado, no he visto más de tres en todo este verano, y estos han sido colorados y no como los buenos de allá, aun no he visto uvas, granadas me han presentado hoy dulces medianas, pero nada se vende en la plaza de todo esto, el trigo se ha sembrado y ha provado bien en algunas partes de tierra, pero lo que se coje de ello y otras semillas que traen de España cuando los vuelven a sembrar se desvanecen y quedan en berzas, y algunas semillas de la primera vez, también hay algún trato aunque pequeño de cueros como en Santo Domingo; y en conclusión lo mejor que tiene esta ciudad son las brisas y el ayre con que todos quedamos con salud a Dios gracias, por donde un hombre a quien pidió una Señora de Santo Domingo que le diese noticias verdaderas de lo que era esta ciudad le respondió en este soneto.

«Esta es Señora una pequeña islilla

falta de bastimentos y dineros,

andan los negros como en ésa en cueros

y hay más gente en la cárcel de Sevilla,

aquí están los blasones de Castilla

en pocas casas, muchos caballeros

Todos tratantes en xenxibre y cueros

los Mendoza, Gusmanes y el Padilla.

Ay agua en los algibes si ha llobido,

Iglesia catedral, clérigos pocos,

hermosas damas faltas de donaire,

la ambición y la embidia aquí an nacido,

mucho calor y sombra de los cocos,

y es lo mejor de lodo un poco de ayre.»

 

También me dijeron en esa corte preguntando si había médico y botica, que no se trataba de eso porque todos estaban sanos y morían de biejos, con que yo juzgué que benía al Paraíso, pero el mes pasado enterramos más de cincuenta y ha abido muchos enfermos, y estoy persuadido a que no se han muerto tanto de mal curados como de mal comidos, porque el sustento de los miserables es la vaca y el carei, y esto ha faltado muchos días y no tenemos que ha de faltar en los que vienen; los animales de cerda que tanto abundaba esta Isla, con la tempestad del año 42. murieron los más y se retiraron a la espesura del monte, en tanto grado, que habiéndose buscado para mí un lechoncillo, en tres meses no se ha podido descubrir, el vino, el vinagre, el aceyte, el pan con todo lo que es necesario para vestirse, viene por el usar, de Castilla o de la nueva España, y aquí estamos tan sitiados de enemigos, que no se atreven a salir a pescar en un barco porque los coge el Olandés.

Aquí llegaron de la Isla española dos fragatas que llevaban socorro a la de San Martín, habiendo salido tres, porque la una iba cargada de azúcar para Cumaná y luego que se apartó, la cojió el enemigo y hecho la gente en el agua a 20. leguas de aquí, cuando yo llegué estaba sitiada la dicha Isla de San Martín y por la buena diligencia del Sr. Gobernador de esta Isla, que les embió socorro a tiempo que estaban ya para entregarse, lebantaron el cerco; pero la voz general que corre es, que dichos corsarios quieren sitiar a Santo Domingo, y acá estamos con cuidado de que hagan allá el tiro y acá la suerte.

Muy grande es la necesidad que tienen estas Islas de barlovento de que faltara en ellas la armada y pudiera nacer algunas presas de importancia, y para sustentarse, hacer S. M. que de la Isla de Santo Domingo poblaran ésta de ganado bacuno, que como he dicho, la tempestad del año 42. acabó casi con todo, pero es tan fértil, que con muy poco que le auxiliaran, volvería luego a poblar.

Mas dejando aparte esto que toca al Gobierno, la familia lo pasa alegremente porque lo que falta de el sustento se suple en abundancia con otros de este país, como son plátanos, arroz, azúcar, pescado, naranjas dulces que hay grande abundancia, y algunas terneras que se matan, pero con la humedad y calor de la tierra no pasan a tercer día.

Luego que llegué traté de confirmar, habiendo primero consagrado los óleos de que tenían mucha necesidad, hice órdenes generales y particulares con el indulto de Su Santidad porque había gran falta de Sacerdotes. He comenzado a predicar y trato de visitar y hacer sínodo, luego pasaremos a la Margarita y a Cumaná, si Dios fuere servido, y de allí me prometo que podremos hacer algún regalo de cacao y perlas, que en esta Isla no se que aya más que xenxibre y alguna azúcar; de esta partiremos con los amigos en recojiendo alguno de los diezmos y acabo con este dulce la relación de viage remitiendo lo demás a la carta.

Comentario:

La Carta (relación) de Fray Damián López de Haro a Juan Díez de la Calle (1644) recoge una imagen  polémica de San Juan Bautista. Se trata de una memoria de la impresión de López de Haro, Obispo a la Diócesis Puerto Rico. El destinatario, Díez de la Calle, era oficial del Consejo de Indias en Madrid y uno de sus hijos era oficial en la Capital de la colonia. El texto desemboca en un cuadro de costumbres bastante pintoresquista y tragicómico y, de paso, confirma la imagen pesimista y negativa dominante entre los peninsulares en torno al país y su gente.

El texto destaca la poca población y el falso orgullo aristocrático de cierta gente cuando indica que “los que no vienen de la casa de Austria, descienden del delfín de Francia u de Carlomagno”. Se trata de un humor bien calculado y ácido. Además, el autor califica a la gente como holgazana, poco emprendedora y temerosa de que “los coja el holandés”, en alusión al trágico episodio de septiembre de 1625: la agresión de Balduino Enrico. El Puerto Rico de San Juan se dibuja como una villa muerta, sin gracia ni grandeza. Esa mirada paródica, satírica y crítica se reiterará posteriormente en algunos pasajes de la novela Los infortunios de Alonso Ramírez (1690) de Carlos Sigüenza y Góngora. Pero no será exclusiva de peninsulares.

Muchos de los pensadores del siglo 19 compartieron aquella postura apoyados en su cultura ilustrada, científica y moderna. Ejemplo de ello es el caso de Luis Bonafoux Quintero, en especial su conocido texto narrativo titulado “El conde de la pendejada” (c. 1887). En Mis memorias (1882) y el relato “El loco de Sanjuanópolis” (1880) , Alejandro Tapia y Rivera convino en posturas análogas. Y en el siglo 20, Antonio S. Pedreira en su Insularismo (1934) reinventó muchas de estas posturas un tanto racializadas. El soneto sobre Puerto Rico que cierra el texto de López de Haro es el arquetipo de una percepción despreciativa del insular por el peninsular que muchos insulares han hecho suya a través de la historia.

  • Mario R. Cancel Sepúlveda
  • Historiador y escritor

noviembre 15, 2010

Reverendo John Layfield: Testimonio de 1598

“Relación del Viaje a Puerto Rico de la Expedición de Sir George Clifford, Tercer Conde de Cumberland, escrita por el Reverendo Doctor John Layfield, Capellán de la Expedición. Año 1598” (Fragmentos). Tomado de Samuel Purchas, His Pilgrims, Parte IV. Londres, 1625.

 

Mapa del asalto de 1595

Otras noticias y curiosidades de la isla: El Monte Luquillo

La isla entera está graciosa y agradablemente dividida en montes y valles. Entre los montes hay uno sobre todos llamado el Luquillo en donde se dice que hay la mayor cantidad y riqueza de minas. Y ninguno de los ríos que he oído mencionar tiene su nacimiento en él, quizás sea ésa la razón por qué en todos los montes es él el menos gas­tado. Pues ellos dicen que en los otros montes se encuentran venas, de cuya pobreza nadie necesita discutir. Este monte, que ellos llaman Luquillo, está situado al E(ste) de Luisa. Los valles son muy selvosos, pero en muchos sitios entrelazados con grandes llanos y es­paciosos prados. Los bosques no son solamente de madera inferior, como la mayor parte de la isla menor, si no de árboles de buena ma­dera y de hermosa altura, a propósito para la fabricación de barcos o cualquiera parte de ellos. Y no he hablado de un barco, que encon­tramos aquí, una embarcación con la carga de cien, el gran Bugonia, de mil toneladas, que habiendo perdido los mástiles en el mar, los tenía hechos de maderas de esta isla. El mástil principal de dos ár­boles solamente, y estando preparado para marchar para España, estaba ya muy cerca el momento de partir cuando Sir Francis Drake y Sir John Hawkins llegaron con el honorable intento de apoderarse de la isla y de un tesoro de cuatro millones que habían traído de la Habana. Dicho barco era el almirante de la flota, que este año había ido a Tierra Firme y habiéndolo cogido una tormenta y habiendo perdido los mástiles había venido a esta isla a recobrarse con mucho trabajo y aquí fue otra vez arreglado. Pero la escuadra de la reina Isabel de Inglaterra advertida de este accidente, vino en tan opor­tuna ocasión que los españoles tuvieron que hundir la nave y con tanta prisa que los pasajeros no tuvieron tiempo de tomar sus ropas y el cargamento y los víveres y todo se perdió. Algunas de las costi­llas de esta gran bestia se encontraron aquí, pero el tuétano y el va­lor de ella se había ido; pues traía consigo cuatro millones de tesoro. Y la destrucción de las fragatas que Sir Francis Drake mandó que­mar en esta bahía fue a propósito. Mientras Sir Francis estaba ha­ciendo aguada en Guadalupe, algunos barcos de su flota descubrieron el paso de estas fragatas por Dominica; tan buenas noticias, como verdaderamente eran, aseguró a Sir Francis, como públicamente dijo a la flota, que el tesoro no había salido aún de San Juan de Puerto Rico, y él mismo se aseguraba que estos barcos habían ido a tomarlo.

Los valles. El ganado crece salvaje

Los valles y prados de la isla principal están dotados con gran variedad de frutas, pues además de las grandes porciones de terrenos donde el ganado pace con tan ilimitada licencia que salvaje crece. La llanura que han escogido para hacer su estañera e ingenios está rica­mente cubierta con jengibre y caña de azúcar. Los ingenios están comúnmente, cerca de algún río o de terreno pantanoso, pues en sitios de esta clase la caña de azúcar prospera más. Y además se usa mucho del agua para los molinos y otros trabajos, aunque comúnmente los molinos trabajan con la fuerza de hombres y caballos, a mi entender, como los de Inglaterra, y si yo mismo los hubiera visto podría ser más extenso y describirlos con más precisión. Los que los han visto pueden hablar de ellos con más exactitud y elogiarlos.

Estancias de jengibre

Las estancias están situadas más al interior y a conveniente dis­tancia de algún río para el mejor transporte del jengibre a Puerto Rico, de donde dan salida sus productos para otros países. Yo creo que una de las causas de que unos prefieran el cultivo del jengibre al de la caña de azúcar, es porque las fincas de jengibre no necesitan tanto escoger el terreno, de manera que los pobres pueden tenerlas fácilmente y no necesitan grandes recursos para principiar dicho cul­tivo. Aquí, en general, los principales productos son el azúcar y el jengibre.

Un hombre que tiene doce mil cabezas de ganado, que son mayores que los de Inglaterra

Un tercer producto de esta isla además del jengibre y del azúcar, son los cueros, de los que ya hice mención. De éstos, sin contradic­ción, hay mucha abundancia. Me informó un español, que el vecino Chereno, cuya finca está muy cerca de la Aguada, al lado opuesto a Cabo Rojo, se dice que tiene unas doce mil cabezas de ganado. De esto podemos deducir lo abundante que es en ganado esta isla, cuan­do en el oeste, en el último extremo, que se considera de los peores lugares para la cría, comparado con el este de la isla, hay tanta abun­dancia. Una vez, lo cuenta todo el mundo y se cree, que por causa de la mucha abundancia de ganado, era permitido conforme a la ley, el que un hombre matase cuantos necesitase para su uso, si era tan honrado que traía los cueros a los amos. Estas pieles producen enor­mes sumas de dinero, teniendo en cuenta que sus novillos son más grandes que los que se crían en Inglaterra.

Los bueyes prosperan más que los caballos

Las vacas que yo he visto aquí pueden ser comparadas con el ga­nado inglés por su cabeza y cuerpo. No sé por qué estas bestias tienen parecido especial con las de las partes suroestes del mundo. No he visto ningún caballo más hermoso ni más alto que los que ordinaria­mente se ven en Inglaterra. Son bien formados y abundan, pero me parece que les faltan muchas cosas que poseen nuestros ligeros caba­llos ingleses. Todos son muy trotones. No me acuerdo haber visto más que un andador y muy pocas jacas que caminan de lado. Pero si hubiese mejores criaderos, habría mayor incremento en la produc­ción; así y todo son bastante buenos para caballos de alquiler que es al uso que se les destina.

Cabras, loros y cotorras

De ovejas y cabras no puedo decir que haya abundancia; y de los dos, hay menos ovejas que cabras. He visto y gustado de muchas cabras, pero según mi memoria no me acuerdo haber visto una oveja, aunque me han informado que en la isla hay rebaños; y este informe procede de personas que lo han visto. La escasez de ovejas no puede atribuirse a la naturaleza del terreno, como siendo impropio para criar estos animales, más bien se debe a una clase de perros salvajes, que habitan en los bosques y andan en grandes jaurías. Esto sucede porque dichos perros encuentran en el bosque alimento bastante y prefieren esa vida salvaje a la doméstica con mucha más ganancia para ellos. Estos perros comen también cangrejos, cuyo alimento también los hombres aprecian mucho. Los bosques están llenos de estos cangrejos, cuyo tamaño es mayor que los que yo he visto en Inglaterra. No hablo de ellos por lo que me hayan informado, si no por mi propia experiencia. He visto grandes cantidades de estos can­grejos en esta isla y en Dominica. Los más blancos, pues hay unos negros, muy feos, los han comido nuestros hombres con gusto y sin sufrir daño alguno, de lo que se quejaban otros. Cuando nuestra primera venida a Puerto Rico, los perros de la ciudad aullaban todas las noches y por el día se les veía ir en grupos por los bosques a lo lar­go de la costa. Esto lo creímos al principio como una sensible lamen­tación por la ausencia de sus amos, que los habían abandonado; pero después ya se acostumbran a nuestra presencia, que al principio les era extraña, y dejaron de ladrar, aunque continuaron su paseo diario a los bosques, en grupos. Por fin nos enteramos que estos viajes eran para cazar cangrejos, de los que encontraban gran abundancia en los manglares. Este es el alimento principal de los perros de Puerto Rico y cuando encuentran ovejas las atacan haciendo grandes daños en ellas, lo cual sería fácil de evitar si los españoles quisieran molestar­se un poco matando estos perros. Las cabras viven más seguras por­que les gusta las escabrosidades de las rocas y las cimas de las colinas, de modo que casi siempre están fuera del alcance de estos perros hambrientos, que merodean por las costas en busca de cangrejos. Además de las cabras y las ovejas hay gran abundancia de cerdos, que en éstas islas, al oeste y noroeste, producen el más gustoso toci­no. No me acuerdo haber visto en esta isla liebres ni conejos; pero sé que hay buena provisión de excelentes aves caseras, como gallos, ga­llinas y capones, algunos pavos y guineas, palomas en maravillosa cantidad, no en palomares como las tenemos nosotros, si no criadas y viviendo en los árboles. Además de otros sitios, hay dos o tres islotes inmediatos a Puerto Rico, cerca de la boca del Toa, donde un bote puede ir en una tarde o en una mañana, y cazar nueve, diez o una docena de docenas. La más importante de las tres islitas es una llamada, según he oído decir, la isla del Gobernador. No he marcado la provisión de aves de esta pequeña isla porque no he oído decir nada de ella a los que han estado en la isla principal. Loros y cotorras hay aquí como cuervos y cornejas en Inglaterra. Las veo ordinariamente volar en apretados grupos y excepto que son extraordinariamente habladoras, no son muy estimadas aquí como parece serlo.

Comentario:

El texto de Layfield aclara las razones para el ataque de Drake y Hawkins a Puerto Rico y ofrece un cuadro sobre la riqueza potencial de la misma. La información se obtuvo durante la breve ocupación inglesa de la colonia en 1598 y contó con el testimonio de algunos colonos locales. Lo primero que resalta es la riqueza potencial de las Minas de Luquillo y el potencial industrial de la madera de los bosques de la Isla. Su ejemplo, los mástiles del Bugonia, debía impresionar positivamente a un lector educado de la época. El arribo de esa nave de la Flota en arribada forzosa a Puerto Rico, colocó el Tesoro de Indias en la mirilla del Corsario inglés y justificó su fracasado intento de asalto en 1595, acto que Layfield celebra sin el menor empacho.

El Corsario Francis Drake

La riqueza de la colonia giraba alrededor del la caña de azúcar, industria entonces en crisis, y el  jengibre, que crecía a costa de aquella. El ganado “pace con tan ilimitada licencia que salvaje crece”, o sea, es cimarrón, y el paisaje ofrece una infinita variedad de frutas. Layfield no puede ser más específico porque, según confiesa, no ha sido testigo directo de ello. Los ríos eran fundamentales lo mismo para la caña, cerca de la costa, que para el jengibre, industria del interior. Buena parte de la producción jengibrera era transportada por esas vías pluviales hacia el mercado. Las ventajas del jengibre sobre la caña son apuntadas por el reverendo: los costos de producción son más bajos, hecho que favorece que el jengibre sea preferido por los pobres.

La otra industria es la del cuero de res. La ganadería se proyecta como una empresa difundida por todo el territorio. La referencia a un propietario de Aguada de apellido Chereno, es un dato importante. Chereno aparece en otra parte del texto identificado como mulato y como un persistente cultivador del trigo en la colonia. El dato de que la “mucha abundancia” de ganado, justificase en un momento no especificado la matanza indiscriminada de reses para la venta de sus cueros en desprecio de la carne, sorprende al reverendo inglés. El hecho de que el rendimiento del cuero en el mercado fuese elevado, justificaba el mito. El detalle de que los novillos fuesen más grandes en Puerto Rico que en Inglaterra, implica que no siempre se despreció la naturaleza americana en favor de la naturaleza europea. El poder de la ganadería cimarrona se reiterará posteriormente en los textos históricos redactados por criollos y constituirá uno de los problemas más interesantes de la historia social de Puerto Rico en los siglos 17 y 18.

En el caso de los caballos, el juicio es el opuesto: no comparan con el ganado caballar inglés y son «trotones». El ganado menor, cabras y ovejas, tampoco sale bien parado. Pero para un observador que provenía de un rico país lanero, cualquier cosa que Puerto Rico pudiese ofrecer en el campo del ganado ovino sería poco. Con todo, no atribuye el problema de las ovejas a la naturaleza sino a la plaga de perros salvajes que habitan los bosques. La descripción de las jaurías de perros salvajes, sus viajes a los montes y su contumaz consumo de cangrejos es valiosa. En Cuba esas jaurías de perros alzados eran denominados jíbaros, equivalente a montaraz. La genealogía del concepto tiene en este texto una fuente invaluable sobre la evolución del significado del mismo. Los cerdos y las aves de corral completan el cuadro. Los islotes del norte resultaba en un valioso coto de caza, según el testimonio del autor inglés.

Layfield tenía informantes que, desde el interior, le orientaban sobre la situación de la Isla con mucho detalle. Sería interesante establecer la situación de los mismos y su finalidad al colaborar con un enemigo de la soberanía hispana en el país. Otros apuntes sobre el texto pueden consultarse en Documento y comentario: relación de John Layfield (1598)

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