Puerto Rico entre siglos: Historiografía y cultura

septiembre 17, 2010

“Carta a Irma” (1939): El Nacionalismo de Toro Nazario

Partido Nacionalista de Puerto Rico. Documentos. Carta de José Monserrate Toro Nazario a Irma Solá, 31 de mayo de 1939. Epigrafía, transcripción y edición del Dr. Rafael Andrés Escribano. CPR 324.27295 T686c. Colección Puertorriqueña. Universidad de Puerto Rico: pág. 122-132

¿Qué es lo que queremos?

SINTESIS DE UN PROGRAMA

En primer lugar, Roma no se hizo en un día.

1. Queremos que se diga claramente, de manera que lo entiendan hasta los becerros, que el terrorismo no es una cuestión de principio para el Partido nacionalista de Puerto Rico –ni el terrorismo individual ni el terrorismo oficial.

Queremos que se diga claramente, de manera que lo entiendan hasta los becerros, que el terrorismo –tanto el individual como el oficial– es una táctica equivocada, una táctica estéril, una táctica contra producente, una táctica contrarrevolucionaria, una táctica anacrónica, una táctica histérica, una táctica descentrada, una táctica fuera del marco de la realidad, una táctica de locos.

No acabo de destruir [sic debe ser «descubrir»] el Mediterráneo. La penúltima asamblea de Caguas por unanimidad aprobó una resolución antiterrorista.

Queremos que esa resolución no sea letra muerta.

Queremos que esa resolución no sea papel mojado.

Queremos que esa resolución sea conocida por todos.

Queremos que esa resolución no sirva de self serving evidence. Queremos que esa resolución no sea invocada después de un atentado contra Winship, sino antes. Queremos que no se juegue a la independencia de Puerto Rico.

Existen suficientes juegos en Puerto Rico, tanto oficiales como clandestinos, para que nos inventemos uno más y persistamos en él. La independencia de Puerto Rico no es un deporte. Exige sacrificio. No exige sacrificios estériles.

Queremos que se haga saber claramente, de manera que lo entiendan hasta los becerros, que el nacionalista que persista, de palabras y obras, en la táctica terrorista, será expulsado ignominiosamente del Partido nacionalista de Puerto Rico.

2. Queremos que, aunque corramos el riesgo de ser injustos, que toda persona, a nuestros juicio razonablemente ligada a la ideología o a la táctica terrorista, si la prueba a nuestra disposición no justifica la expulsión, sea separada de su cargo, pero no ignominiosamente, de suerte que permanezca en las filas hasta que por su conducta demuestre que está dispuesta a seguir esta línea del partido, sin titubeos, sin reservas.

3. Queremos que don Ramón Medina Ramírez voluntariamente renuncie la presidencia interina del partido, como una medida de conveniencia, no como una cuestión de principio. No queremos sacarle en cara, públicamente, su ineptitud. No queremos sacarle en cara sus vacilaciones. No hemos querido formularle cargos, en la hasta hoy vana esperanza de que el buen sentido de los dirigentes del movimiento se sobrepondría a la estupidez organizada para el rescate de la barbarie. No tenemos interés en impugnar la buena fe de Medina. Creemos que es un buen nacionalista –un buen nacionalista que no sabe cómo ser buen nacionalista. Él no tiene la culpa de eso.

Bandera Nacionalista4. Queremos que de la misma manera, aunque con relativa posterioridad, Isolina presente voluntariamente su renuncia, por ser su tesorería contraria a la conveniencia y a la línea del partido.

5. Queremos que se suspendan las reuniones en casa de Isolina, por creerlas contrarias a la tradición portorriqueña, porque arrojan sospechas infundadas sobre nuestra intención de seguir la línea del partido. El propio don Pedro pidió encarecida y reiteradamente que se suspendieran esas reuniones. La propia Isolina en más de una ocasión ha dicho que esa es la única orden que no estaría dispuesta a obedecer, ni siquiera viniendo del Maestro, que repetidamente le aconsejó que se mudara de casa. Isolina tiene perfectísimo derecho, como cuestión de principio, a celebrar esas reuniones. Todo ser humano, especialmente la mujer, tiene derecho a ser caprichoso, siempre y cuando que su capricho no afecte el bienestar de la comunidad. Yo he estado en estas reuniones. Usted sabe que las más de las veces en esas reuniones sólo se habla de pamplinas –de pamplinas inofensivas. Insiste en que se trata de una cuestión de conveniencia. Isolina tiene derecho a negarse a complacernos en esto. Le suplicamos que nos complazca.

6. Queremos que Paulino Castro voluntariamente renuncie como auditor del Partido nacionalista de Puerto Rico, no como cuestión de principio, sino como medida de conveniencia.

7. Queremos que Paulino Castro o Buenaventura Rodríguez renuncie a la vocalía por el distrito de San Juan. No nos parece justo que dos socios comerciales monopolicen el distrito de la capital de Puerto Rico. No queremos que se nos entienda mal.

8. No queremos que Albizu Campos sea desplazado. Lo que no queremos es que Albizu Campos sea sometido al calvinismo del libre examen, por personas tan sinceras como ignorantes, cuya buena fe corre parejas [sic] con la obsolescencia del Partido Nacionalista [sic].

9. Queremos que se entienda bien claro, de manera que lo entiendan hasta los becerros, que la inscripción del Partido nacionalista es una cuestión de conveniencia, a la cual debe procederse cuanto antes, de suerte que nuestra existencia legal no pueda ser puesta en entredicho por nadie. Creemos que se trata de una necesidad inaplazable, resuelva o no resuelva ir a elecciones el Partido nacionalista. Queremos que se entienda bien que ir a elecciones tampoco es una cuestión de principio, sino sencilla y llanamente una cuestión de táctica, de conveniencia. Queremos que se entienda bien que el inscribirnos o no inscribirnos como electores tampoco es una cuestión de principio, son una cuestión de conveniencia, la cual debe ser estudiada cuidadosamente. Si el Partido nacionalista resuelve inscribirse en Secretaría ejecutiva, no tiene otro remedio que eliminar el nombre de toda persona cuyos derechos civiles estén en suspenso, a través de convicción por delito grave, aunque político. Esto incluye el nombre de Albizu Campos, cuyos derechos civiles están en suspenso por obra y gracia de la tiranía judicial que prolonga Estados Unidos en Puerto Rico, la cual sólo podría ser interrumpida por ahora, a través de la intervención de la llamada clemencia ejecutiva, del presidente de Estados Unidos, que vertida en indulto incondicional, le restituiría plenamente sus derechos civiles. Queremos que se sepa que en caso de indulto incondicional, la plena restitución no incluiría el derecho a ejercer la profesión de abogado, el cual es un monopolio judicial, una especie de franquicia. Yo no tengo la menor duda de que, una vez indultado Albizu Campos incondicionalmente, el Tribunal supremo de Puerto Rico no tendría reparo en admitirlo nuevamente al ejercicio de la profesión. Nosotros queremos que Albizu Campos pueda ser plenamente reintegrado a nuestra vida civil, política y profesional. Queremos que se entienda bien claro, de suerte que lo entiendan hasta los becerros, que decir esto no es pedir la destitución de Albizu Campos ni su desplazamiento. Es, precisamente, pedir su restitución y su reimplantación. No es divorciar al Partido nacionalista de Albizu Campos. Es devolver a Albizu Campos al Partido nacionalista. No es traicionar a Albizu Campos. Es serle fiel por encima de cuatro paredes, por encima de cuatro gatos. No es servir al régimen. No es ser colonial. Es no ser más papista que el Papa. Es hacer frente a una alternativa: o se legaliza la existencia del Partido nacionalista, de acuerdo con nuestras leyes de facto, o desaparece el Partido nacionalista, a través del boicot electoral o de una secretaría  negativa a inscribirnos. La existencia legal de facto del Partido nacionalista no es cuestión de principio. Es una cuestión de conveniencia; es una necesidad. Estamos a punto de que el que diga que el Partido nacionalista es un partido clandestino nos diga una verdad severa, pero amiga verdadera. El anticlandestinaje no es cuestión de principio. El anticlandestinaje es cuestión de táctica, cuestión de conveniencia: necesidad perentoria. Hace ya muchos siglos que Aristóteles dijo que el hombre es animal social –animal político. Sea legítimo el régimen actual, o sea usurpador, los portorriqueños tienen que vivir en sociedad, y la manera conocida de vivir en sociedad es que existe un Estado que desempeñe ciertas funciones indispensables.

10. Queremos que el colega Gaspar Encarnación Santana voluntariamente renuncie la presidencia de la Junta de Santurce, porque su nombramiento es contrario a la línea del partido. La línea del partido es que ninguno de sus funcionarios desempeñe cargos en el Gobierno de facto. La línea del partido no prohíbe a los nacionalistas, individualmente, que sean elegidos, a menos que estos no desempeñen cargos en el Gobierno. Lo que prohíbe es que, una vez desempeñando cargos en el Gobierno, desempeñen cargos en el partido.

La línea del partido prohíbe que las juntas municipales tengan funcionarios militares o cuasimilitares. Estas no son cuestiones de principios. Son cuestiones de conveniencia –especialmente en una colonia. Ahí están Manolín y María Cristina, nacionalistas como ninguno. Jamás han desempeñado un cargo en el Partido nacionalista de Puerto Rico. Son empleados del Gobierno. Son maestros. Las cuestiones que no son de principio pueden ser elásticas, para casos excepcionales, pero estas excepciones deben ser adecuadamente previstas, porque al estirarse o encogerse, puede romperse la línea del partido. Una excepción es, por ejemplo, el oficio de abogado. Ante el gobierno de facto, un abogado es funcionario de la usurpación judicial. Tiene que pertenecer al Colegio de Abogados. Tiene que ser admitido a postular por el Tribunal supremo de Puerto Rico. Tiene que solicitar un monopolio. Pero eso no debe privarlo del derecho a desempeñar cargos en el partido. Esta es línea del partido. Es aplicable a don Pedro Albizu Campos, como abogado. No es aplicable a Encarnación Santana, a pesar de su condición de abogado, porque el cargo por el cual percibe un sueldo no es característico de la toga que le honra.

Aparte de estas consideraciones, Gaspar Encarnación Santana es la sombra de una sombra.

11. Queremos una reorganización in capite et in membris (en la cabeza y en los miembros) del Partido nacionalista de Puerto Rico. Queremos un Concilio de Trento, antes que Lutero y Calvino, como confesión política que nada tiene que ver con la religión, acaben con nuestro nacionalismo. Queremos que se defina bien claro, de suerte que hasta los becerros nos entiendan, en qué pueden reclamar infalibilidad los nacionalistas: solamente en las cuestiones de principio, que por suerte o por desgracia son inusitadamente pocas. No existe la infalibilidad nacionalista, como no existe la infalibilidad papal, en las cuestiones de conveniencia. Las cuestiones de conveniencia deben ser discutidas adecuadamente, con suficiente antelación, porque un movimiento revolucionario, no puede correr el riesgo de que su jefe se dispare la maroma de dar una orden equivocada, porque en los movimientos revolucionarios, como en todo movimiento bien disciplinado, una vez dada la orden, no debe discutirse, so pena de provocar un caos. No debe ponerse a los nacionalistas en el peligroso disparadero de recibir órdenes en conflicto con la conciencia, en conflicto con el sentido común, en conflicto con la experiencia, en conflicto con la disciplina de la historia, la cultura y la civilización. Es por esto que queremos la renuncia de Medina –porque no sabe dar órdenes; porque cuando las dicta, dicta órdenes absurdas, contrarias a toda teoría revolucionaria.

12. Queremos que, cuando se nos hable de democracia, de la soberanía de las asambleas nuestras, se quiera decir lo que se dice. Queremos que se entienda bien claro, de suerte que hasta los becerros comprendan, que las asambleas de nuestro partido, con posterioridad al encarcelamiento de Albizu Campos, y especialmente la última, que fue ostensiblemente amañada, no son genuina expresión de la voluntad del nacionalismo. No deseo profundizar en la naturaleza de un fait accompli (hecho consumado), como no sea para decir que la última asamblea revistió proporciones de comedia. El nacionalismo no es una comedia.

13. Queremos que los nacionalistas sepan claramente que los pabellones nacionales, aun la [sic] de nuestros adversarios, son sagrados; que el nacionalista que sea convicto, a satisfacción nuestra, de profanación a la bandera de Estados Unidos, será expulsado ignominiosamente de nuestra colectividad, sin reparos ni contemplaciones, exactamente igual que si profanase la bandera de Puerto Rico. Fue el propio Albizu Campos el primer en enunciar esta doctrina –el primero en destacar que las banderas norteamericanas capturadas por los españoles en 1898, incluyendo la única bandera capturada en Puerto Rico, fueron llevadas con honores a España, y depositadas en el museo de armas, como el galardón más preciado de las Antillas. Queremos que los nacionalistas sepan que la bandera de Puerto Rico debe ser arriada a la caída de todas las tardes, para evitar posibles profanaciones al amparo de la noche, que a su vez provoque un histerismo de proporciones chauvinistas.

14. Queremos que se sepa bien claro cuánto dinero he recibido para la defensa de Ponce; que se sepa bien claro que hace cinco meses estoy a merced de personas que, en su mayoría, no son nacionalistas.

15. Queremos que el Partido nacionalista otorgue amén de honorable a Telma (Fiallo Henríquez), por ser dominicana, por ser la hija de nuestro delegado en Santo Domingo –y a (Norberto) Cintrón (Ballonet), no sólo porque es su esposo, sino porque es el presidente de la Junta municipal de Río Piedras.

16. Queremos que se haga justicia al doctor Lanauze.

17. Queremos que se haga justicia a Miguel Bahamonde, comunista, a Felipe Colón, republicano; a Gutiérrez Franqui y a Ramos Antonini, populares, y a otros que han colaborado con nosotros, en los momentos más difíciles de nuestra falta de dirección.

18. Queremos que los nacionalistas se den cuenta de que la independencia, santa y noble que es como ideal, no es bálsamo de Fierabrás, que curará todos nuestros males, ni sésamo que abrirá todas nuestras puertas. Queremos que los nacionalistas sepan que un programa que se limite sencillamente a pedir la independencia política, a luchar por la independencia política, es el blueprint (borrador) de un programa, la sombra de una sombra. Queremos que los nacionalistas sepan, sin olvidar la necesidad de la independencia política, que tenemos que resolver el problema económico de Puerto Rico. Nuestra tierra tiene 506 personas por milla cuadrada. Su desarrollo industrial es limitado. Su economía es esencialmente agrícola. Su diabetes es aguda. Albizu Campos sabía eso, Irma. Necesitamos confeccionar un programa económico. Queremos que cuando el imperio nos restrinja la cuota azucarera, hasta los becerros sepan que la limitación de esa cuota es necesaria –que constituye una revolución sin sangre, una revolución en la cual se beneficia tanto Puerto Rico como Estados Unidos. Queremos que los nacionalistas sepan que ese programa económico no puede ser confeccionado de la noche a la mañana, y mucho menos a base de wishful thinking –con cuentas galanas, con la lógica de la lechera, con la lógica de Midas. Queremos que los nacionalistas sepan que el problema de Puerto Rico consiste en que sus cuatro industrias principales, son platos de sobremesa, son postres, y ningún país en el mundo puede resolver a base de postres su problema económico. Queremos que los nacionalistas sepan que estas cuatro industrias, que estos cuatro postres, son el azúcar, el café, el tabaco y los discursos políticos.

19. Queremos que los nacionalistas sepan que ningún movimiento revolucionario debe desvincularse de las masas campesinas y proletarias, tanto nativas como extranjeras, so pena de caer en la anarquía sublimada que hoy días conocida con el nombre de fascismo.

20. Queremos que los nacionalistas dejen de ser reaccionarios, si lo son. Queremos que los nacionalistas se pongan la mano en el corazón, y reconozcan que han perdido la confianza del pueblo, que los admira por su sinceridad, por sus ideales, pero les tiene miedo por el caos que han provocado en Puerto Rico. Queremos que los nacionalistas organicen no solo la santa cruzada de la patria organizada para el rescate de su soberanía, sino para el rescate de la confianza del pueblo. Hernández Vallé tiene razón: hemos perdido la confianza del pueblo, la confianza de nuestros hermanos. Por admitir esto, contra Hernández Vallé se desató también la vil campaña de sutil difamación clandestina.

21. Queremos que los nacionalistas se den cuenta de que ser antiyanqui puede ser tan peligroso como ser pitiyanqui.

22. Queremos que los nacionalistas se den cuenta de que el peligro inmediato no es el de los hombres y mujeres norteamericanos, sino el del imperialismo norteamericano.

23. Queremos que los nacionalistas se den cuenta de que el fascismo es un peligro inmediato; de que el comunismo, si persisten en creer que es un peligro, es un peligro remoto. Esto del comunismo me recuerda siempre la degeneración calvinista, que es el adventismo, que pretende que Cristo vuelva de un momento a otro, y en 1840 se suben a las copas de los árboles, en Estados Unidos, para divisarlo antes que nadie. El comunismo ha pospuesto, por lo pronto indefinidamente, su segunda venida, la de la revolución social universal, de la misma manera que el catolicismo se organiza de tal suerte que su Cristo pueda volver a la hora que quiera, aun dentro de mil años. Los adventistas de la revolución social con los trotskistas, y los apristas, los abecedarios, y los terroristas y contraterroristas portorriqueños. El catolicismo y el comunismo han dejado de ser utópicos en tanto y en cuanto no se empeñan en fijar exactamente la vuelta de su mesías respectivo. Tampoco debe ser utópico el nacionalismo. Queremos que el nacionalismo no sea una figura de retórica. Queremos que el nacionalismo no sea un vicio de dicción. Queremos que el nacionalismo no sea un solecismo político.

24. Queremos que el nacionalismo no insista en un exhibicionismo católico, el cual no agrada mucho ni siquiera a los católicos mismos, porque de vez en cuando reciben la sensación de que se trata de un catolicismo for expediency –de conveniencia no muy sincera.

25. Queremos que el nacionalismo descarte su insistencia anticomunista, insistencia a lo sumo tan oportunista como el exhibicionismo católico. Entiéndasenos bien: No abogamos por la conversión del Partido nacionalista de Puerto Rico en una filial de la Tercera Internacional. Lo que queremos es que se diga la verdad, solamente la verdad y nada más que la verdad respecto del comunismo –que no se sorprenda la buena fe de ningún nacionalista con la pesadilla del doctor Lanauze ni con el tratado de Rusia.

Queremos que se miren las cosas como son, sin ojos ni miopes ni hipermetropes [hipermétropes]. Queremos que se le mire con ojos transparentes, sin cristales ahumados. Queremos que de la misma manera sean mirados herr Hitler y signore Mussolini. Queremos, en fin, que los nacionalistas sean realistas –que no sean fantásticos, que no sean tontos, que conozcan la verdad. “Conoceréis la verdad; y la verdad os hará libres.” Lo dijo Cristo.

26. Queremos que los nacionalistas se den cuenta de que el ideal de la familia no es ni un prole numerosa ni la ausencia de una prole –que determinado número de hijos no es una cuestión de principios, ni siquiera para la Iglesia católica. Queremos que los nacionalistas sepan que deben tomar en consideración la situación económica en sus relaciones de familia.

Queremos que los nacionalistas sepan que el neomaltusianismo ha sido condenado por la Iglesia, no porque el ideal de la Iglesia sea que los hijos sean numerosos, sino porque la contracepción artificial es contraria el Derecho natural y a preceptos positivos de la Iglesia. Queremos que los médicos nacionalistas ayuden a regular la prole, con arreglo a las necesidades de la familia, por medios naturales, que son lo que menos repugnan a la conciencia portorriqueña.

27. Queremos que los nacionalistas sepan que en 1934 había en Puerto Rico unos 350,000 desocupados, cuyo desempleo afectaba a tres de cada cuatro personas. Queremos que los nacionalistas sepan que en 1938 había solamente 150,000 desempleados, cuyo paro forzoso afectaba solamente a uno de cada dos portorriqueños. Queremos que los nacionalistas se den cuenta de que una buena parte del crédito por esa reducción corresponde al señor Roosevelt. Queremos que los nacionalistas den al César, lo que al César pertenece. Queremos que los nacionalistas de a Dios lo que corresponde a Dios. Es verdad que Roosevelt es el representante de un imperio. Es verdad que es enorme su indecisión. Con frecuencia su indecisión es prueba de su buena voluntad hacia Puerto Rico. Un hombre no debe ser combatido sistemáticamente. Un hombre debe ser combatido inteligentemente. Combatir inteligentemente a Roosevelt es argüir que de cada peso que trae la PRRA a Puerto Rico, se gastan trece centavos en Estados Unidos, lo cual no afecta en nada nuestra economía. De ese peso, se gastan en Puerto Rico cincuenta y cinco centavos en jornales. Combatir inteligentemente a Roosevelt es decir que de cada peso que gasta la PRRA en jornales, setenta y nueve centavos son gastados en productos importados de Estados Unidos. Combatir inteligentemente a Roosevelt es alegar que esa economía no es ni puede ser científica. Combatir inteligentemente a Roosevelt es alegar que estas estadísticas son de la PRRA misma.

28. Queremos que la esposa de Albizu Campos sepa que Encarnación Santana dijo en plena Junta nacional que había sesenta juntas, con locales propios, y banderas en asta; queremos que la esposa de Albizu Campos sepa que esto no es verdad.

29. Queremos que los nacionalistas no engañen a los cipayos, con cuentas galanas; queremos que todo el mundo sepa que la utilización de ciertos servicios públicos debe ser en beneficio del Estado, porque nadie tiene en Puerto Rico derecho a ganar $75,000.00 anuales, cuando hay infelices mujeres que sólo ganan doce centavos al día; queremos que todo el mundo sepa que, tarde o temprano, los latifundios azucareros tendrán que ser expropiados, con indemnización o sin ella, preferentemente con indemnización, como ha ocurrido ya con las compañías de la luz, como ha ocurrido ya en México con el petróleo. Esto no es comunismo. Este principio de expropiación forzosa, previa indemnización, por causa de utilidad pública, ha sido reconocido por el extinto Pontífice Pío II.

30. Queremos que todo el mundo sepa, en Puerto Rico, que la realidad no nos ciega: que una expropiación forzosa, en beneficio de la colonia, no es la expropiación ideal que destacamos. Nosotros sabemos que expropiar una central, o una planta eléctrica, o una empresa ferroviaria o cualquier otra utilidad portorriqueña, en beneficio de lo que aquí hace las veces del Estado, de hecho implica expropiar esas empresas en beneficio, no de la comunidad portorriqueña, no del ente jurídico que debiera ser Puerto Rico internacionalmente, sino en beneficio de Estados Unidos. Una empresa así expropiada estaría a merced de los vaivenes de la usurpación judicial de Estados Unidos, de la política ejecutiva de Estados Unidos, de los intereses de Estados Unidos, y no a merced de la voluntad de la comunidad portorriqueña, que es la que en derecho y en justicia debería ejercer esta función reguladora.

31. Queremos que los nacionalistas no se desencanten, no se desilusionen, con las bases navales y aéreas que Estados Unidos proyecta establecer en Puerto Rico. Combatir inteligentemente a Roosevelt es decirle que ese es un error militar –que a nadie se le ocurre duplicar un Gibraltar en una densidad de población de más de 500 personas por milla cuadrada. Hay que decirle redondamente a Roosevelt que eso es algo peor que imperialismo: que eso es criminal. Eso es combatir inteligentemente a Roosevelt. Una voz así elevada pondría a pensar al primer mandatario de la Unión norteamericana. No es uniéndonos al coro aprista, trotzkista [sic], fascista, nazista, falangista y japonés que combatiremos inteligentemente a Roosevelt. Combatiremos inteligentemente a Roosevelt única y exclusivamente a base de la verdad completa, y no de verdades a medias.

32. Queremos que los nacionalistas sepan que ir a la cárcel no es una cuestión de principios; que sepan que escribir exabruptos libelosos no es una cuestión de principios –que la cruz no es grande por ser in cadalso, sino por haber redimido al hombre. Al lado de la cruz del Cristo había dos cruces.

Estas dos cruces siguen siendo cadalsos. No redimieron a la humanidad. El arrepentimiento redimió, a última hora, a uno de estos dos crucificados. Queremos, en fin, que los nacionalistas sepan que el que habla y los que por mí hablan –somos adictos a Albizu Campos y al nacionalismo, que somos tan nacionalistas como el grupo que insensatamente se ha apoderado de la dirección, que combatimos desde adentro.

Jugamos limpio.

Nuestras cartas están sobre la mesa.

Fraternalmente suyo,

J. M. Toro Nazario

Comentario:

El fragmento que antecede, cierra la Carta a Irma (1939) con una propuesta concreta en torno a lo que aspira «grupo revisionistas» del Partido Nacionalista en vista de la crisis por la que atravieza en 1939. La retórica se mueve entre el «retorno a los orígenes»  y la «reinvención táctica» de la organización a la luz de las codiciones dominantes en aquel momento: Segunda Guerra Mundial, amenaza fascista, revisión del orden capitalista y buenas relaciones con el mundo comunistas, en lo internacional: y Novotratismo, Populismo e independentismo con justicia social en ascenso. en el plano nacional. Toro Nazario creía en la posibilidad de la regeneración.

Sin embargo es muy enfático a la hora de afirmar que las reformas que vive el país, enmarcadas en una relación colonial, no tendrán el efecto deseado. Su afirmación final en el sentido de que sigue «adicto» o fiel a Albizu Campos y al nacionalismo, intenta demostrar que el enemigo es el «grupo ortodoxo» y no el «grupo revisionista». Sus esfuerzos por reformular aquel moviento en una dirección «progresista» y no «reaccionaria» fracasaron.

  • Mario R. Cancel Sepúlveda
  • Historiador y escritor

agosto 9, 2010

El Partido Nacionalista, los obreros y Mayagüez (1934)

  • Mario R. Cancel
  • Historiador y escritor

La Gran Depresión y la inclusión de Puerto Rico en los programas de transferencias federales del Nuevo Trato, alteraron el panorama político local. La crisis económica fue un espacio que favoreció la inserción del Partido Nacionalista y de la carismática figura de Pedro Albizu Campos en las luchas obreras.

La tesis dominante entre los investigadores de izquierda y la tradición de la Nueva Historia Social y Económica, ha sido que el Partido Nacionalismo fue incapaz de aprovechar la oportunidad que tuvo para vincular a la clase trabajadora con las luchas nacionales. En cierto modo, lo que sugieren es que esa situación garantizó el fracaso del Proyecto Nacionalista, y allanó el camino al triunfo del Proyecto Populista.

Huelga de estibadores en Ponce (1938)

La interpretación aludida se consideró legítima en una época en que la confianza en una concepción progresista de la historia  dominaba el panorama interpretativo. La situación condujo a que se generalizara la evaluación del Nacionalismo como una ideología anquilosada, actitud que se volvió más radical en el marco de la interpretación Postmodernista y el Giro Lingüístico. La fragilidad de la concepción radica en que nada garantiza que, si el Partico Nacionalista hubiese aprovechado la coyuntura del 1934, la situación del país hubiese sido otra. Tampoco evalúa con propiedad la debilidad ideológica y material de las izquierdas, socialistas, comunistas y anarcosindicalistas, en aquel momento crucial de la historia social puertorriqueña.

Contextos de una relación

La relación de las clases trabajadoras con sus representantes, con el Capital y el Estado presentaban entonces una situación única. Primero, la desconfianza de los sectores en sus representantes políticos había decaído. El Partido Nacionalista, como se sabe, había insistido mucho en cuestionar la sinceridad tanto del Partido Socialista, como de la Federación Libre de Trabajadores con argumentos económicos, culturales y jurídicos. A muchos trabajadores lo que más les molestaba era la trabazón de aquellas organizaciones con el partido homónimo de Estados Unidos y con la  American Federation of Labor. A ello se unía el compromiso abierto del liderato socialista y federacionista con los grandes intereses azucareros y tabacaleros, y la condición del Partido Socialista como  “partido de gobierno” y su alianza con el Partido Unión Republicana en la Coalición Puertorriqueña.

Segundo, y no menos importante, muchos socialistas críticos reconocían la notable incapacidad de liderato obrero tradicional para enfrentar la crisis económica y resentían la renuencia de la Coalición Puertorriqueña a apoyar los proyectos de reconstrucción económico-social promovidos por la administración de Franklyn D. Roosevelt. En ese renglón, sin embargo, Nacionalistas y Coalicionistas coincidían aunque sobre la base de argumentos diferentes. En aquella situación, tanto el Partido Socialista como la Federación Libre de Trabajadores, entraron en un proceso de fragmentación y reorganización ampliamente investigado por la historia social y económica y la historiografía del Populismo.

Las fisuras del socialismo y el sindicalismo

En 1934 tres líderes socialistas, Tadeo Rodríguez, Florencio Cabello y Luis Pino, organizaron Afirmación Socialista. Se trató del primer reto al liderato de la organización con un discurso que sugería la necesidad de recuperar una tradición de militancia que se había dejado atrás. Paralelamente, el Dr. Eugenio Vera, líder nacionalista asociado a Albizu Campos, impulsaba desde Guayama la creación de una Asociación de Trabajadores que retara al liderato de la Federación Libre de Trabajadores. Albizu Campos manifestó su optimismo respecto a las posibilidades de crecimiento de aquel proyecto organizativo.

Por otro lado, en septiembre de 1934 se fundó el Partido Comunista Puertorriqueño en Ponce, bajo la dirección de Alberto Sánchez, Secretario General. El partido tuvo entre sus fundadores a los señores Juan Sáez Corrales, Juan Santos Rivera, y los ex nacionalistas Luis Vergne y Eugenio Font Suárez. Se trataba de una organización pro-soviética de férrea postura estalinista que aspiraba crear la República Soviética de Puerto Rico. En 1935, como era de esperarse, se afilió a la III Internacional Comunista y articuló en la colonia la conocida política de los Frentes Populares. Un segmento del Partido Nacionalista siempre miró con reserva aquel proyecto político y llegaron a considerarla como una propuesta amenazante para la personalidad puertorriqueña, como se podrá deducir de una lectura cuidadosa de la Carta a Irma de 1939. Aquellas fisuras iniciaron una era nueva en la historia social y política de Puerto Rico que todavía debe investigarse con cuidado.

Las respuestas del Estado

La respuesta del estado como se sabe, fue en dos direcciones: transferencias federales para paliar la crisis; y mano dura para reprimir la oposición radical. Por eso, entre los años 1933 y 1934,  bajo las gobernaciones sucesivas de Robert H. Gore y Blanton Winship, la Policía Insular aumentó sus efectivos y fue reentrenada. Parte de la reforma consistió en rearmar la fuerza con tercerolas, subametralladoras Thompson conocidas como las tommyboy. Aquella AK-47 de la década del 1930 era la favorita de los gansters y arma básica del British Army. Además de eso, se creó una Fuerza Antimotines con 150 agentes especiales, tarea que se inició desde diciembre de 1933.

Pedro Albizu campos (1934)

La otra novedad fue que se refinaron los protocolos de cooperación entre la Policía Insular, la Guardia Nacional y el Regimiento 65 de Infantería. Todo parece indicar que el temor a la violencia social y/o política era enorme en aquel entonces. En la práctica se equiparaba la violencia civil de los consumidores, desempleados y obreros con la violencia política de los Cadetes Nacionalistas. Hacia el 1935, en efecto, había 9,474 obreros en huelga. La apelación al sabotaje de los obreros y al macaneo policiaco era común. El Estado favoreció el uso de rompehuelgas protegidos por la Policía Insular y la alianza defensiva entre el Capital, el Estado y las fuerzas del orden público nunca fue más evidente.

En ese momento tan grave, Albizu Campos y el Partido Nacionalista entraron en las luchas obreras en un momento difícil no solo por la actitud de potencialmente agresiva de las fuerzas del orden, sino por que la organización atravesaba por una crisis que tenía sus raíces en la derrota electoral de 1932. Los viejos dilemas aparentemente vencidos en la Asamblea de mayo de 1930 habían retornado. Volvía a cuestionarse el lenguaje agresivo y la apelación a la “Acción Inmediata” que Albizu Campos había impuesto.

La fisuras políticas: la división de Mayagüez

El foco de la crítica y de la crisis fue la Junta Municipal de Mayagüez, por cierto, una de las más grandes e influyentes. Y la piedra de toque fue la visita del Presidente Roosevelt a la isla en el contexto concreto del Nuevo Trato. Roosevelt atracaría en el puerto de Mayagüez en agosto de 1934 para una visita a la región oeste. La Junta Nacional del partido, órgano supremo del mismo, lo proclamó persona non grata para la Nación puertorriqueña. Lo que nadie esperaba era que la Junta Municipal de Mayagüez se resistiera a la decisión y se opusiera a distribuir una propaganda que consideraban insultante y ofensiva para el Presidente. El alegato de los mayagüezanos fue que se trataba de una imposición: la Junta Municipal no había sido consultada democráticamente respecto al asunto y devolvieron al mensajero, Juan A. Corretjer Montes, con las hojas para San Juan. Se trataba de un acto de indisciplina y rebelión que un carácter como el de Corretjer, a quien conocí en la ancianidad, no podía tolerar. Lo que aquella situación demostraba era que el liderato de Albizu Campos no era tan monolítico: la Junta de Mayagüez había puesto en entredicho el mismo, acusándolo de falta de democracia y autoritarismo.

Los cabecillas de aquella revuelta fueron los historiadores y juristas Juan A. y Salvador Perea, el mulato y luego coleccionista Regino Cabassa, y Emilio Soler López descendiente de cafetaleros catalanes. No sólo encabezaron la resistencia sino que fundaron una Junta Independiente en la ciudad. Cabassa recibió la visita de Roosevelt con una bandera de Estados Unidos en su casa. La amenaza de que los desobedientes serían “castigados físicamente” no se hizo esperar. La actitud de la Junta de Mayagüez tenía que ver con que no todos los Nacionalistas rechazaban el Nuevo Trato como un acto de limosna, tal y como sugería la política oficial del partido.

El Partido Nacionalista y su Junta Nacional, enviaron otra vez a Corretjer y Ulises Pabón a Mayagüez y crearon una Junta Provisional que el propio Albizu Campos inauguró con un discurso el 19 de agosto de 1934. La Junta Nacional favoreció que se eligiera a Juan Gallardo Santiago, alias  El Indio y natural de Hormigueros, como Presidente. Gallardo Santiago fue luego reclutador del Ejército de Liberación o los Cadetes de la República con oficina en la calle San Vicente y acompañó a la prisión de Atlanta, Georgia a Albizu Campos y Corretjer, entre otros, tras los procesos de 1936. Los disidentes fundaron la Junta de Mayagüez Pro Independencia de Puerto Rico, luego  Partido Independentista Puertorriqueño.

Esta debilidad organizativa del Partido Nacionalista me parece crucial en su incapacidad de enfrentar el problema obrero de un modo más inteligente y eficaz. En todo caso, la prioridad del Nacionalismo no es el conflicto entre las clases sino el conflicto que atañe a la Nación como un todo imaginario. Es en el contexto de esa contradicción que las luchas obreras deben insertarse para que sean eficaces para la Nación.

junio 17, 2010

“Carta a Irma” (1939): Anticomunismo y Nuevo Trato

Partido Nacionalista de Puerto Rico. Documentos. Carta de José Monserrate Toro Nazario a Irma Solá, 31 de mayo de 1939. Epigrafía, transcripción y edición del Dr. Rafael Andrés Escribano. CPR 324.27295 T686c. Colección Puertorriqueña. Universidad de Puerto Rico: pág. 35-38

Fragmento 6:  Fanatismo anticomunista

Después de todo, creo que ha sido providencial que nos reuniéramos en el patio que comparte el doctor Lanauze con Pepín Castro.

La carta de Cuba apela al testimonio privado de Earl Browder, presidente (sic) del Partido comunista de Estados Unidos.

Por lo que puede hacer al caso, la posición de Browder es la siguiente:

(1) Está abiertamente por la completa independencia de Puerto Rico.

(2) Tiene, como finalidad, una reorganización genuinamente socialista de la sociedad, como la más elevada forma de la democracia.

(3) Cree que la mayoría del pueblo portorriqueño todavía no se ha puesto de acuerdo respecto del camino hacia la consecución de estos fines.

(4) A pesar de estas diferencias, Browder está dispuesto, mientras tanto, a secundar una acción de mejoramiento y la gestión de mayores derechos democráticos.

Esta es, en síntesis, la posición del Partido comunista de Estados Unidos. Esta, es, en síntesis, la posición del Partido comunista de Puerto Rico. Esta es, en síntesis, la posición de la Tercera Internacional.

Earl Browder (PC de EU)

A pesar del anticomunismo nacionalista, el Partido comunista de Estados Unidos es el único que en ese país tiene la independencia de Puerto Rico en su programa. El Partido socialista de Estados Unidos la tuvo hasta hace poco. Víctima del trotskismo, la ha dejado en suspenso: la ha abolido. Norman Thomas, el exministro protestante que preside el Partido socialista de Estados Unidos, ha hecho declaraciones recientemente, las cuales virtualmente favorecen la perpetuación de la colonia. En la tierra cumbre del eufemismo, Thomas se ha manifestado a favor de una autonomía que no corresponde al concepto clásico del vocablo, sino a la acepción yanqui del mismo.

Por lo que pueda hacer al caso, el programa del Partido comunista de Puerto Rico dice específicamente:

“8. f. –Seguir conjuntamente la lucha por absolutas libertades civiles; por la libertad de todos los presos políticos; por el derecho de organización, huelga y libertad de palabra en todos los sitios de la isla, incluyendo las colonias azucareras.”

No olvide, Irma, que me refiero a un programa aprobado varios años después del celebérrimo tratado de Rusia.

Más adelante:

Pasquín del PC de EU (1940)

“11… la acción unida en la campaña por la liberación de los presos políticos…”

El artículo 8 del referido programa constituye un llamamiento al Partido nacionalista, entre otros, para la constitución de un Frente democrático.

Otra parte dice:

“8.h… porque se use nuestro idioma vernáculo como vehículo de enseñanza.”

El artículo 13 dice en parte:

“La sección reaccionaria del gobierno de Winship, en abierta violación de la política de buen vecino,  no lleva a cabo el programa progresista de Roosevelt. En vez de eso, este gobernante reaccionario militariza la policía, ataca al pueblo usando la fuerza y la violencia, permite la organización en territorio portorriqueño de agrupaciones fascistas extranjeras, como la Falange española, y de hecho reconoce el agente de Franco en lugar del representante legítimo del Gobierno republicano español. La reacción en Puerto Rico, así como en Estados Unidos, respalda y se alía al fascismo alemán, italiano y español.”

El fanatismo anticomunista de la esposa de Albizu Campos llega al extremo de describir al Partido comunista como una unidad, “con asiento en Rusia.”

Monseñor (Fulton J.) Sheen (1895-1979), autoridad anticomunista, tiene que confesar que son de Browder las palabras siguientes: “El Partido comunista /de Estados Unidos/ no recibe órdenes de Moscú.”

Norman Thomas (PS de EU)

Tengo a la vista un informe confidencial del Partido comunista de Harlem, informe al cual tendré ocasión de referirme más adelante. Por ahora entresaco lo siguiente:

“¿Es la independencia una controversia inmediata para Puerto Rico? Esto será resuelto por nuestro partido fraternal en Puerto Rico, sobre la base de las condiciones en la isla. Nosotros /los comunistas de Estados Unidos/ no estamos aquí /en Estados Unidos/ para decidir por ellos /los comunistas de Puerto Rico/. Todo lo que podemos decir es que como comunistas estamos por la liberación de todos los oprimidos. Si estuviéramos en el poder en Estados Unidos, Puerto Rico sería libertado inmediatamente, pero mientras esté en el poder en este país /Estados Unidos/ un gobierno burgués, respaldaremos las aspiraciones democráticas y los deseos del pueblo de Puerto Rico.

“Nosotros los comunistas estamos por la autodeterminación de todos los países oprimidos. Estamos por la completa y absoluta independencia de Puerto Rico, pero al levantar una controversia semejante, queremos aclarar que también estamos interesados en el bienestar económico y social de los portorriqueños. También nos preocupan otros que son partidarios de la opresión nacional, que día tras día, en ese país /Puerto Rico/ levantan el problema de la autodeterminación, no porque les importe un comino el pueblo de Puerto Rico, sino porque su único interés es entorpecer la administración del Nuevo Trato, atacando la política del Buen Vecino, para crear la confusión, la desconfianza y la desunión, en beneficio de los belicosos fascistas.

“Cuando se examina la situación internacional, se descubre que el peligro contemporáneo es el fascismo. Porque estamos por la verdadera y absoluta liberación de todas las naciones oprimidas, queremos acabar con el fascismo. El pueblo de Puerto Rico también está preocupado con el peligro del fascismo. Cómo pelear contra el fascismo y cuánto puede contribuir el país /Puerto Rico/ en la lucha, sin abandonar la lucha por la emancipación nacional, o más bien como parte de esta lucha –ese es el problema de Puerto Rico.

“Levantar a estas alturas el lema de que un Puerto Rico libre podría ser invadido por Hitler o Mussolini, es no ser realista.

“No es imposible que Puerto Rico, como cualquier otro país del continente, no pueda ser agarrado por una potencia, pero la realidad demuestra que no podría ocurrir ahora, cuando casi todo el nuevo mundo respalda la firme actitud asumida por Roosevelt. Levantar semejante cuestión ahora es detener la organización y el progreso de las fuerzas de la liberación nacional de la isla.

“El verdadero peligro del fascismo en Puerto Rico es interior –es el gobernador Winship, a menos que Winship y toda su administración no sea borrada del mapa insular. Las sesenta familias del capitalismo financiero de Wall Street, están representadas en Puerto Rico por los latifundios azucareros, por el gobernador Winship, ahijado de Tydings, y sus satélites.

En la lucha contra el fascismo, ¿dónde encontramos a Winship? Al lado de Wall Street, de Hoover, de Chamberlain, Daladier, Hitler, Mussolini –contra el Nuevo Trato de Roosevelt. Para luchar contra el fascismo en Puerto Rico, tenemos que luchar por la destitución del reaccionario gobernador de la isla.”  Executive Report of the Assembly Council, 30 de abril de 1939.

¿Es ése un partido con asiendo en Moscú?

Comentario:

Para demostrar lo inapropiado de una política anticocomunista en el Partido Nacionalista de Puerto Rico, Toro Nazario resume las posturas públicas de Earl Browder (1891-1973), Secretario General del Partido Comunista de Estados Unidos entre 1934 y 1945 en cuatro puntos:

  • Favorece la independencia de Puerto Rico
  • Favorece el socialismo con el mayor grado de democracia para Puerto Rico: no comparte el autoritarismo del bolchevismo ruso y el estalinismo yasegura que organizació no sigue instrucciones de Moscú o la Tercera Internacional Comunista
  • Reconoce que los puertorriqueños no se han puesto de acuerdo con respecto a cómo conseguir esos fines: no ha madurado un Frente Popular amplio lo que sugiere que no reconoce legitimidad al PPD fundado en 1938
  • Favorece medidas democráticas para la colonia en lo que se ponen de acuerdo: no se opone al Nuevo Trato como recurso para paliar la crisis

El Partido Nacionalista, añade, podía contar con el Partido Comunista de Puerto Rico como colaborador en los dos frentes más importantes a la altura de 1939:

  • La campaña de liberación de los presos políticos del 1936
  • La campaña de defensa del uso del vernáculo como vehículo de la enseñanza objetivo que también estaba como un meta en su prograna electoral de 1932 y que aparecerá en el programa del PPD para las elecciones de 1940

Sus argumentos sirven para poner en duda la eficacia del “grupo ortodoxo” y la afirmación de la tendencia anticomunista en las figuras del “hombre de las tres jotas”, Laura Meneses del Carpio y sus acólitos. También llama la atención sobre el hecho de que el Partido Comunista de Puerto Rico no depende del  de Estados Unidos a la hora de diseñar sus tácticas de lucha. Esa autonomía ideológica de comunismo local se ajustaba teóricamente a la política soviética que partía de la premisa de que los militantes más preparados para determinar la ruta de la praxis eran los que estaban directamente relacionados con el escenario de lucha.

De inmediato, Toro Nazario contrasta esas posturas con las adoptadas por el moderado Partido Socialista de Estados Unidos que en aquel entonces estaba bajo la dirección de Norman G. Thomas (1884-1968), candidato presidencial en los comicios de 1928, 1932  y 1936, y favorecedor de  “la perpetuación de la colonia” en el país en la forma de un régimen autonómico en el cual parece preverse la lógica del PPD. En 1939 estaorganización discutía la táctica de posponer la independencia en el marco del escenario de beligerancia y la amenaza del fascismo que rodearía las elecciones de 1940.

El abandono del apoyo a la independencia por los socialistas lo achaca Toro Nazario al «trotskismo» que domina al nacionalismo. El concepto vale por «violencia porla violencia» o «terrorismo». Los socialistas no toleran la violencia nacionalista. Comunistas y socialistas estadounidenses diferían no solo respecto a la política a seguir con la colonia. Las relaciones de los socialistas con la Unión Soviética y el régimen de Stalin eran mucho más distantes que las de los comunistas, organización que había afirmado públicamente en varias ocasiones  que no tenía conexiones con Moscú. En ese sentido el anticomunismo del “grupo ortodoxo” resulta incomprensible para el autor de la “Carta…”

Una vez establecida esa pauta el autor, sin ser comunista, llama la atención sobre la disposición del Partido Comunista de Puerto Rico a colaborar con la causa del nacionalismo en áreas sensitivas como la lucha por la democracia, la defensa de los presos políticos y de la lengua vernácula y la resistencia a la dictadura fascista del gobernador Winship. El área en la que no convergían era, como se sabe,  en el juicio en cuanto al «Nuevo Trato» y los efectos político-sociales que estepodía tener en los puertorriqueños.  Las críticas de comunistas como el Dr. José Lanauze Rolón al incumplimiento de la aplicación de las políticas de los programas novotratistas en la isla, si bien eran compartidas por un segmento de obreros radicales que militaban en el Partido Socialista local y en la Federación Libre de Trabajadores desde antes de 1938, no convencían a los nacionalistas quienes, en numerosas ocasiones, tildaron al novotratismo de ser una limosna infamante y un insulto al honor de la nación. Por ello, a pesar de las coincidencias, las posibilidades de fundar un “Frente Democrático”  o «Popular» que incluyera a comunistas y nacionalistas, fueron pocas.

El extracto del “informe confidencial del Partido comunista de Harlem” del 30 de abril de 1939, detalla las posturas de los comunistas continentales respecto a Puerto Rico.

  • La lucha por la autodeterminación no debía ser impedimento para que se aceptaran los beneficios del «Nuevo Trato»: la primera no excluía a la segunda.
  • El enemigo de aquel momento era el fascismo aunque no se debía usar el fantasma de su amenaza con el propósito de frenar la voluntad independentista local como luego hizo consistentemente el PPD una vez accedió al poder en 1940. La idea de que Puerto Rico debía posponer la independencia para evitar caer en manos de Alemania o Italia era infundada, igual que la idea típica de la Guerra Fría (1947-1989) de que si el país se separaba de Estados Unidos caería en manos de los comunistas.
  • El fascismo en Puerto Rico estaba representado por el gobernador Winship y una elite capitalista local asociada al republicanismo, el estadoísmo y a las fuerzas de la falange española.

La defensa del comunismo y el apoyo al Nuevo Trato, no debían ser consideradas posturas contradictorias. Me parece que el rechazo al «Nuevo Trato» por parte de los nacionalistas debería  comprenderse en el contexto de una situación local. Un segmento del independentismo liberal y moderado se estaba aprovechando del reparto de ayudas  federales para hacer capital político: me refiero a  Luis Muñoz Marín (1898-1980) y su gente. Es probable que el nacionalismo antinovotratista los estuviese percibiendo como aliados del colonialismo y adversarios de la independencia más que como un potencial aliado político.

Lo cierto es que la postura antinovotratista distanciaba a los nacionalistas del pueblo común y los acercaba filosóficamente a los republicanos y los fascistas que compartían esa oposición en virtud de su defensa del libre mercado y la libre competencia. La afinidad entre aquellos grupos en el asunto de su oposición al Estado Interventor no tomaba en cuenta las diferencia que poseían en torno a la  cuestión del estatus.

  • Mario R. Cancel Sepúlveda
  • Historiador y escritor

mayo 18, 2010

“Carta a Irma” (1939): Nacionalismo, fascismo y catolicismo

Partido Nacionalista de Puerto Rico. Documentos. Carta de José Monserrate Toro Nazario a Irma Solá, 31 de mayo de 1939. Epigrafía, transcripción y edición del Dr. Rafael Andrés Escribano. CPR 324.27295 T686c. Colección Puertorriqueña. Universidad de Puerto Rico: pág. 5-6

Fragmento 2:  Antecedentes nacionalistas

¿Qué hizo en cambio el Partido nacionalista de Puerto Rico?

A raíz del encarcelamiento de Albizu Campos y sus coacusados, el único nacionalista exonerado por el gran jurado –¿a qué decir federal, si los insulares han sido abolidos, precisamente por Winship?– solicitó un pasaporte. Winship cometió la barbaridad de negárselo.

Aconsejé un recurso de los llamados extraordinarios, en la seguridad de que pondría en entredicho a Winship. Si los tribunales llamados insulares lo denegaban, tenía la certeza de que la Unión norteamericana de derechos civiles hubiera dado prominencia continental a la apelación.

Cadetes de la República

Mientras esperaba autorización para radicar el auto, recibí la noticia de que el hombre de las tres jotas había desaparecido misteriosamente.

Lo supe por conducto de Nueva York, a pesar de mi secretaría general interina. Fué por conducto de Nueva York que supe que el joven de las tres jotas estaba en Santo Domingo, en calidad de plenipotenciario.

Albizu Campos me había encomendado la secretaría general del partido, y Corretjer la dirección de La Palabra, en el momento más peligroso de la causa. El semanario tuvo que ser suspendido, previa intervención de Albizu Campos y Corretjer, debido a la indisciplina y la terquedad de dos hombres que figuran hoy entre los edecanes de Medina. Uno de ellos es nada menos que el McLeod del partido.

De la noche a la mañana, sin explicaciones de ninguna clase, sin haber renunciado, sin siquiera habérseme insinuado la conveniencia de una renuncia, fuí notificado, con un cuarto de hora de antelación, de que la Junta Nacionalista se reuniría en Santurce. El hecho de que a esta sesión acudieran delegados de toda la isla prueba por sí que alguien citó con razonable anticipación. Había otro secretario. El vicepresidente en funciones del presidente no estaba.

Aunque el contraste no sea halagador para ninguno de los dos, puedo decirle que sé cómo debe haberse sentido Winship. Ni siquiera se me otorgó reconocimiento de cortesía. Diríase que, para los efectos del Partido nacionalista, nunca he sido secretario general interino. Muchos lo han olvidado del todo –otros lo ignoran.

Un hombre de Dios, mientras tanto, recogía fondos para ir a Buenos Aires. También de la noche a la mañana se cambió de parecer. Era ministro protestante. El dinero que había recogido –virtualmente le fué arrebatado en su propia casa, pistola sobre la mesa, por quien había de sustituir al Maestro, por encima de García Casanova, sin advertir que si difícil y doloroso había sido el apostolado de Albizu Campos, más difícil era sustituirlo.

Algo parecido –muy parecido– había ocurrido antes, con otro ministro protestante. No puede decirse que se trataba de un prejuicio contra Hernández Vallé, puesto que Marrero había tenido una experiencia análoga.

Ni siquiera se podría decir que se trataba de un prejuicio contra el apostolado religioso. Se intentó no ya desvincularme de la dirección en San Juan, sino de mi vocalía por Mayagüez. Más: se intentó separar un municipio del distrito de Ponce, hitléricamente anexarlo al de Mayagüez –para que otro hombre de Dios, católico esta vez, me sucediera en la Junta nacional. A favor del padre Ramos se levantó el tecnicismo de que yo no residía en el distrito de Mayagüez. No se pensó en hombres como Briganti, Vargas, Caraballo y Ferrer en Yauco; como Marty y Gerardo Rivera, en Cabo Rojo, y don Julio de Santiago, Mojica y Quevedo, en el propio Mayagüez. Ni siquiera se pensó en Couto, de Guánica, que tanto deseaba ser miembro de la Junta nacional.

Sea como fuere, los delegados de Mayagüez vieron en la insistencia de Pinto en el padre Ramos, y en el tecnicismo contra mí, un pretexto –y me dispensaron el honor de reelegirme. En previsión de que prevaleciera el tecnicismo, los delegados por San Juan derrotaron al McLeod del Partido nacionalista, y simultáneamente me eligieron. El hombre que winshipescamente había salido de la secretaría general se veía honrado dos veces.

Comentario:

El caso judicial por conspiración sediciosa contra el liderato nacionalista no pudo tocar a dos importantes líderes. Juan Juarbe y Juarbe, denominado por Toro Nazario como el “hombre de las tres jotas” y figura de confianza de Laura Meneses del carpio, no  pudo ser procesado. Rafael Ortiz Pacheco consiguió huir fuera del país en marzo de 1936 y luego sus cargos  fueron desestimados. Juarbe y Juarbe era producto de la vanguardia nacionalista universitaria que había sido la base de los Cadetes de la República y uno de los protragonistas de la resistencia estudiantil a la asamblea que pretendía declarar a Albizu campos persona non grata en el escenario que desembocó en la «Masacre de Río Piedras» en 1935. Cuando se vio libre de las acusaciones intentó salir del país legalmente pero las autoridades, encabezadas por Winship, le negaron ese derecho. El autor de la «carta…» alega que él aconsejó se amenazara al gobierno colonial con que se apelaría a la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU).

La evasión de Juarbe y Juarbe hacia Santo Domingo, cosa que no se consultó con Toro Nazario, lo tomó por sorpresa. La impresión que da el texto es que, dada aquella situación,  el Secretario Interino se sentía preterido en la organización. Cuando Juarbe y Juarbe se presentó con el título de «Plenipotenciario» del Partido Nacionalista en la vecina nación sin que Toro Nazario fuera consultado al respecto, confirmó sus sospechas. Lo que sobrevino después fue un virtual “golpe de estado”. Toro Nazario fue separado de su cargo sin información de causa. Al abogado de San Germán no le cupo la menor duda de que el cerebro detrás del acto había sido Juarbe y Juarbe y, con él, Meneses del Carpio y Pinto Gandía. La identificación que hace el abogado de San Germán de este líder con el ala fascista del partido se confirma con la identificación del mismo como “el Mc Leod de Puerto Rico” y la reiteración de los neologismos adverbiales “hitléricamente” y “winshipescamente” cuando habla de su figura. La riqueza lingüística de Toro Nazario es notable.

El giro hacia el fascismo se vincula en este texto con la adopción  de un catolicismo puritano, ortodoxo y fundamentalista manifiesto, según el autor, en la conocida relegación a un segundo plano que sufrieron los líderes evangélicos Domingo Marrero y Juan Hernández Vallé. Su argumento final para corroborar el «exhibicionismo católico» de los nacionalistas a la altura de 1939, es el hecho de que él mismo fue destituido de su puesto de vocal en la Junta Municipal de Mayagüez en favor del Padre Severo Ramos de Peñuelas entre 1935 y 1938. Para legalizar y justificar la inusual acción, se integraron en una sola Junta la militancia de Mayagüez y la de Peñuelas. Vale la pena recordar el papel protagónico que tuvo una parte significativa del catolicismo en el falangismo español en el contexto de la consolidación del franquismo hispano.

El relato de la forma en que se intervino con Hernández Vallé para recuperar los fondos que debían ser destinados a un viaje oficial a Argentina, se manufactura narrativamente como una gestión tipo mafia: “el dinero que había recogido –virtualmente le fué arrebatado en su propia casa, pistola sobre la mesa”. Lo cierto es que algunos testimonios vertidos por Juan Antonio Corretjer, fragmentos de la correspondencia de Albizu Campos a sus hijas desde “La Princesa”, y los testimonios de algunos presos de Atlanta, confirman que el catolicismo y el misticismo se exacerbaron en Albizu Campos en aquel periodo de crisis. Lo que no está claro es hasta qué punto aquella actitud afectó a todo el liderato fiel a Albizu Campos. La cárcel ha cumplido efectos similares en presos políticos puertorriqueños en diversidad de direcciones ideológico-religiosas a lo largo de toda la historia del país.

  • Mario R. Cancel Sepúlveda
  • Historiador y escritor

mayo 17, 2010

“Carta a Irma” (1939): Winship

Partido Nacionalista de Puerto Rico. Documentos. Carta de José Monserrate Toro Nazario a Irma Solá, 31 de mayo de 1939. Epigrafía, transcripción y edición del Dr. Rafael Andrés Escribano. CPR 324.27295 T686c. Colección Puertorriqueña. Universidad de Puerto Rico: pág. 3-4

Fragmento 1:  La destitución de Winship

Advierto de antemano que esta no es precisamente una contestación a la carta de Cuba. Ciertamente, no es la mejor contestación. Mejor es la que ha dado el propio señor Roosevelt. Winship hubiera sido destituido mucho antes –si no hubiera sido por la onerosa disyuntiva que estúpidamente le impuso el Partido nacionalista.

El propio general Winship ha admitido, en un banquete que le dieron los periodistas de San Juan, con posterioridad a su destitución, que sabía hace más de un año que tenía que retirarse de la gobernación de la isla.

Por lo que pueda hacer al caso, en el marco de esta carta, es bueno que sepa, Irma, que La Democracia declinó estar representada en el referido banquete.

Blanton Winship, Lawrence Cramer y Myllard Tydings

Por lo que pueda hacer al caso, en el curso de esta carta, es bueno que sepa que la referida admisión aparece en un despacho cursado a El Día por su corresponsal en San Juan, Ramírez Brau.

Por lo que pueda hacer al caso, en el curso de esta carta, es bueno que sepa que Ramírez Brau es fascista, por confesión propia. Es uno de los más fervientes admiradores con que cuenta Mussolini en Puerto Rico.

Esta no es la única contestación del señor Roosevelt.

El coronel Wright ha sido virtualmente destituído. Su virtual destitución vino inmediatamente después del ascenso de un portorriqueño. Para disimular la destitución, en esta tierra de eufemismos, se ha apelado al protocolo militar y a la anomalía de que un militar de alto rango –yanqui– no debería permanecer bajo las órdenes de un portorriqueño de rango superior.

La legislatura se ha dado cuenta de que se trata, en efecto, de una contestación de Roosevelt, y no sólo ha declarado hijo adoptivo al gobernador, sino al coronel.

Vendrán más contestaciones.

No extrañe, Irma, de que McLeod sea honrado también con una adopción reaccionaria. El señor McLeod está en turno. De un momento a otro será virtualmente destituído.

En esta tierra del alambicamiento, nadie parece darse cuenta de la responsabilidad que comparte McLeod con relación al desbarajuste reaccionario. Hasta el Partido nacionalista ha adoptado la voz auditor, en su bárbara acepción, sin pensar en los poderes fiscalizadores de un auditor. McLeod no ha fiscalizado debidamente la militarización de la policía, el auge del turismo y otros menesteres coloniales. Dentro del esqueleto colonial, él solo hubiera podido detener la locura de Winship.

Vendrá también la virtual destitución de Gruening, el exdirector de The Nation, que más acá del castillo del Morro se olvidó de su militancia liberal.

Nadie espera, sin embargo, un milenio de Roosevelt. Roosevelt no es la Providencia. La sucesión de un almirante, por grandes que sean sus méritos navales, detiene el optimismo.

El verdadero optimismo deber ser inteligente. Con Winship se van las locuras del presupuesto, los indultos de la colonia y uno y mil reveces de la fortuna. No se irán todos de una vez. El mismo Dios no hizo el mundo en un día. Yo no pienso exclusivamente en la matanza de Ponce. No olvido que solamente en San Germán, mi pueblo natal, Winship indultó cinco criminales. Es posible que alguno de estos indultos –y hasta todos, por amor al argumento– hayan sido merecidos. Subsiste, no obstante, el recuerdo de que García Méndez, el pretenso sucesor de Winship, es también un hijo adoptivo -esta vez de mi pueblo. El compueblano adoptivo fué el defensor de casi todos estos indultados. La relación entre los indultos de Winship y las intercesiones de García Méndez, por ejemplo, son, por supuesto, ajenas a esta carta. Habré de conformarme con recordarle que uno de estos indultados fué uno de los testigos estrellas del fiscal Pierluissi, a quien habré de referirme más adelante.

Con Winship se van, pues, unos indultos –y pueden venir otros más preciosos. Se van los sainetes de Martínez Nadal, tan capitalizados por Hitler. Se va la presencia del coronel Wright en un Te Déum por el triunfo de Franco. Se van tantas cosas, Irma, que debo confiarlas al buen sentido de usted.

Comentario:

La llamada “Carta a Irma” fue redactada en mayo de 1939 en medio de un intenso debate en el seno del Partido Nacionalista de Puerto Rico. José Monserrate Toro Nazario, abogado de San Germán, director del periódico La palabra en ausencia de Juan Antonio Corretjer y Secretario Interino del Partodo Nacionalista bajo la Presidencia Interina de Julio Pinto Gandía, sintetiza en el texto una postura similar a la de aquellos que se oponían al giro violento derivado de la “acción inmediata” a la organización desde el ascenso  de Pedro Albizu Campos a la presidencia en mayo de 1930. La destinataria, Irma Solá, había sido la secretaria personal de Albizu Campos por lo que tenía una relación íntima con el líder y con su esposa, Laura Meneses del Carpio, cuyas prácticas políticas y sus expresiones resultan ser uno de los grandes temas del texto.

La crisis a la que se alude parece haber sido producto directo del vacío de poder producido a raíz del encarcelamiento del liderato como consecuencia del juicio por conspiración sediciosa de 1936. El descabezamiento del partido agitó una serie de contradicciones ideológicas que nunca se habían superado del todo después de la Asamblea de mayo de 1930.  Lo que manifiesta el texto es el  choque de ideas en torno a la actitud que debía adoptar en nacionalismo ante una serie de asuntos que se debatíanen el escenario público, a saber, el capitalismo, el novotratismo, el socialismo, el comunismo, el fascismo, el falangismo, el populismo, la violencia o terrorismo, entre otros.  El documento refleja el ambiente cargado y complejo de los días previos a la guerra y comó el mismo  afectó un partido que se había caracterizado por su carácter contencioso.

La impresión que queda es que dentro de la organizacion militante había una serie de personas que, si bien admiraban y respetaban a Albizu Campos, consideraban su gestión autoritaria un foco potencial apropiado para que los filofascistas tomaran la organización por asalto y la transformaran en una organización anticomunista Una de las consideraciónes para caminar en esa dirección era, por cierto, el reinicio de las relaciones Washington- Moscu desde 1933 de cara a la amenaza alemana. Como verá el lector, también hay mucho de vendetta personal en los argumentos de Toro Nazario, pero ello parece inevitable y comprensible en un ambiente tan volátil como el de 1939. No hay que pasar por alto que muchos adversarios del «Nuevo Trato» en la isla y en el continente, los republicacnos en particular, confundían aquellas políticas de justicia social con las prácticas estatistas del régimen estalinista ruso.

El fragmento que antecede comenta la dictadura impuesta por el Mayor General Blanton C. Winship (1869-1947), gobernador de Puerto Rico entre el 5 de febero de 1934 y el 26 de junio de 1939. El New York Times de ese día reseñó  su salida del país en los siguientes términos:

“PUERTO RICANS BID WINSHIP FAREWELL; Thousands Give the Retiring Governor Ovation Without Parallel Under U.S. Rule. HE HOPES FOR STATEHOOD (…) Governor Blanton Winship left by plane for Miami today as bands played «Auld Lang Syne» («Por los viejos tiempos» o «Canción de la despedida», pieza  tradicional escocesa con letra de un poema de Rober Burns de 1788) and thousands gathered at the airport waved in farewell. The demonstration at his departure was unparalleled in the more than forty years of American rule.”

Toro Nazario alega que fue precisamente, la violencia nacionalista lo que justificó que el Presidente Franklyn D. Roosevelt lo retuviera tanto tiempo en el país. El comentario sugiere una crítica abierta a la campaña agresiva que desató el Partido Nacionalista desde 1932 y que llegó a su cenit en los días de la Masacre de Río Piedras el 24 de octubre de 1935. El proceso culminó con una declaración de guerra por la independencia y la conversión de los Cadetes de la República en el  Ejército Libertador.

Por último, el texto indica que la amenaza fascista en Puerto Rico también era visible  en otros lugares fuera del Partido Nacionalista. El autor, por ejemplo, acusa a Enrique Ramírez Brau, nieto de Salvador Brau, periodista de El Mundo y testigo silencioso del asesinato de Elías Beauchamp e Hiram Rosado, los ejecutores del jefe de la Policía Insular E. F. Riggs el 23 de ferbrero de 1936, de fascista. No exageraba en cuanto a ese punto, por cierto. Pero también resalta la vinculación del Gobernador Winship con una derecha anexionista fronteriza con el fascismo, caracterizada por su oposición a las políticas del «Nuevo Trato» por considerarlas un atentado contra el mercado libre. Entre esos fascistas que militaban en el estadoísmo o pertenecían a la burocracia colonial incluía, entre otros, a Miguel A. García Méndez, a Rafael  Martínez Nadal, el Coronel Wright, y el Auditor Mc Leod.

Es importante recordar que los  únicos investigadores en ocuparse de una manera bastante limitada de este importante texto ha sido Luis Ángel Ferrao en su libro Pedro Albizu Campos y el nacionalismo puertorriqueño (1990) y el Taller de Formación Política. Pero también tengo que apuntar que la investigación en torno al fascismo en Puerto Rico se ha limitado a mirar hacia Albizu Campos, como lo hicieron las autoridades estadounidenses sobre la base de los informes de espionaje del Buró Federal de Investigaciones (FBI) y los ideólogos populares como Luis Muñoz Marín. En general, los investigadores poco se han ocupado de documentar el fascismo que permeaba a anexionistas, republicanos e, incluso,  a numerosos populares moderados en aquel contexto histórico.

  • Mario R. Cancel-Sepúlveda
  • Historiador y escritor

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