Puerto Rico entre siglos: Historiografía y cultura

mayo 30, 2017

El circunstante, el visitante, el residente: tres miradas sajonas sobre Puerto Rico. Parte 1

  • Mario Cancel Sepúlveda
  • Historiador y escritor

A José Anazagasty, por llamarme la atención sobre estas lecturas

Un prólogo remoto: la mirada del circunstante

A mediados de la década del 1990 una colega de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla puso en mis manos un curioso y poco conocido escrito estadounidense sobre Puerto Rico. Era un panfleto para niños titulado The Young West-Indian  atribuido a Mrs. M. Blackford e impreso en 1828 en Boston. Mis indagaciones preliminares demostraron que había sido vuelto a imprimir en Philadelphia en 1848 por lo que la posibilidad de que hubiesen sido difundidas otras ediciones era muy alta.

Martha Blackford era el pseudónimo de Lady Isabella Wellwood Stoddart, de origen escocés y autora de numerosas obras de literatura para jóvenes, historia y biografía entre 1810 y 1850. La búsqueda respecto a esta, para mí, obscura figura me condujo a un callejón sin salida. Blackford tuvo a su haber 58 títulos que se difundieron en inglés, francés y alemán pero ninguna de las fuentes revisadas podía aclararme cosas tan simples como su fecha de nacimiento o algún dato concreto de su vida personal. Me encontraba ante una figura marginal. Los registros de la Biblioteca del Congreso me informaron que había fallecido en 1846, pero los ficheros de las bibliotecas europeas y americanas que revisé demostraban que su obra había continuado reproduciéndose durante todo el resto del siglo 19.

La lectura del panfleto The Young West-Indian  y de los títulos de una parte significativa de su bibliografía revelaban un hecho irrebatible: la preocupación profunda de Blackford por la educación de los pequeños y los adolescentes, rasgo que ya había conocido en la obra escritural de la poeta sangermeña Lola Rodríguez de Tió y en los cuentos del mayagüezano Eugenio María de Hostos para sus hijos. Los escenarios familiares, el asunto de la orfandad como antípoda de aquella y la utilización de la literatura creativa e histórica como un medio de moralizar a las nuevas generaciones dominaban aquel conjunto. El que Blackford escribiera sobre Puerto Rico en 1828, momento en el cual las relaciones de la colonia española con el mercado estadounidense se iban haciendo más intensas al amparo del orden de 1815 y cuando, sin duda, la imagen de progreso de aquel país del norte comenzaba a seducir a algunos grupos de interés en la colonia española, llamó poderosamente mi atención. Lo que ella dijera sobre Puerto Rico podía darme indicaciones de la imagen que un estadounidense de su peculiar condición social poseía sobre aquel territorio remoto del Imperio Español. La revisión del relato me dijo mucho más de que hubiese esperado.

The Young West-Indian  narra la historia de Francisco Gómez, a “native of Porto Rico” de 7 años, hijo de un hacendado español cuyo nombre se suprime. Warthon, un “American gentlemen” de Long Island con espíritu de filántropo, le pide al  padre de Francisco que le permita llevarlo a su país para que acompañe a un hijo suyo de la misma edad. La petición oculta una preocupación particular: Warthon no deseaba que el chico llegase a la adultez, “ruined by a false mode of education”. La imagen del estadounidense recto, puritano y piadoso que se preocupa genuinamente por el otro, se impone en el relato. El juicio sobre la naturaleza retrógrada del escenario de la colonia hispana se transparenta de inmediato en el sencillo relato. Desarraigar a Francisco del escenario en el cual iba a crecer redundaría a la larga en el bien del muchacho. Warthon rechazaba los valores hispanos representados por el muchacho, no su condición de portorriqueño la cual es por completo invisible.  Un portorriqueño es un español de la islas y nada más que eso.

Durante su estadía en Long Island, Francisco aprende dos lecciones morales al lado de Charles, hijo de Warthon. La primera tiene que ver con la libertad. Francisco se empecina en  enjaular unos gorriones que le seducen con su canto para conservarlos en su cuarto. Charles lo corrige: los gorriones enjaulados se sentirían prisioneros y dejarían de cantar. El tema de egoísmo autoritario de uno y el respeto reverente a la  libertad como el estado natural de las cosas, diafaniza la oposición maniquea entre el hispano egoísta y el sajón altruista.

La segunda lección ilustra al lector sobre el asunto de los prejuicios de clase. Francisco, sobre la base de su “honor” herido, trata mal a un muchacho mayor que él porque no le obedece cuando le da una orden. La narración insiste en que lo humilla de modo análogo al que lo haría  con la esclava negra Juana, su nana. La moraleja del episodio se completa cuando, al final del texto,  ese mismo chico salva a Francisco de ahogarse en un lago. El  villano y pícaro de mala sangre al cual ha humillado le demuestra con aquel acto que el “honor” hispano es un valor inútil. La escena diafaniza la oposición maniquea entre el hispano aristocrático y el sajón liberal.

Las preconcepciones que la autora manifiesta a través del personaje de Francisco son el modelo de una representación cultural generalizada y comprensible. En los chicos se manifiesta el choque de dos mentalidades antinómicas. Aquella mirada devaaluadora del otro dominó la opinión estadounidense sobre la hispanidad decadente a lo largo de todo el siglo 19.  El etnocentrismo del discurso de Blackford es notable: los valores sajones, altruistas y liberales, son superiores a los hispanos, egoístas y aristocráticos. La devaluación de Francisco y lo que este significa culturalmente se completa mediante un  proceso de infantilización de sus valores más caros. De igual modo, Charles manifiesta la voluntad sajona de actuar como  mentora del hispano por medio de ese  juego en el cual un Charles civilizado pontifica de buena fe a un Francisco bárbaro que, a la larga, conviene con el proceso.

La idea de que ser portorriqueño equivale a ser español, perceptible por demás en el contexto de la escritura de este relato, me parece crucial. Los procedimientos discursivos de esta escritora mostraban  una tendencia que se repetiría una y otra vez en el contexto generado a raíz de la invasión del 1898. Lady Isabella Wellwood Stoddart alias Martha Blackford, la circunstante, la espectadora y observadora desde la distancia, expresaba bien un interés y un forcejeo presente en un segmento de las elites estadounidenses respecto al tema la hispanidad. Vale la pena recordar que  Ramón E. Betances Alacán, en su conocido ensayo “Cuba” escrito en 1874, había trazado esas tensiones hasta 1823 por medio de una cita de Thomas Jefferson. Para Betances, sin duda,  los hijos de “Medea furibunda” estaban en la mirilla de la “constrictor” del norte desde aquel remoto entonces.

 

La troupe del 1898: la mirada del visitante

En 1926 Knowlton Mixer, Jr. publicó el volumen Porto Rico History and Conditions. El libro ha tenido 13 ediciones entre aquella fecha y el 2005, cuando se difundió una versión facsimilar en Puerto Rico como secuela de la conmemoración del centenario de la invasión del 1898. Con Mixer sucede algo análogo que con Blackford: las posibilidades de construirle un perfil que llene de humanidad su nombre son pocas por lo que le queda al investigador es el diálogo contencioso con la textualidad que nos deja esta figura difícil de identificar con la imagen del historiador o escritor profesional.

En el capítulo 7 de su  libro “Customs and Habits of the People” Mixer, armado con la sensibilidad del burgués confiado, se ocupaba de la cultura de la gente que hallaron los invasores en la posesión ultramarina. El discurso de este autor proyecta la soberbia, el orgullo, la satisfacción y la altivez propia del periodo de prosperidad que Estados Unidos disfrutó desde 1922 hasta 1929. El final de la Gran Guerra en 1918, el cobro de las deudas de guerra de los aliados, el retorno al aislamiento vinculado al inicio de una nueva era de dominio republicano desde 1921 y el fin de la presidencia de Woodrow Wilson fueron, como se sabe, el caldo de cultivo de los “alegres veintes”.

Mixer era un excelente fotógrafo sin duda, pero no pasó de ser un modesto escritor que se abrazaba una perspectiva idílica del pasado de su país como buen nacionalista. El expansionismo hacia aquellos lugares exóticos que garantizó el 1898, fue un componente crucial para aquel nacionalismo que apropiaba el imperialismo como una culminación de la identidad. Mixer también mostró especial interés en las tradiciones que habían hecho a su país grande en especial la arquitectura colonial. Old Houses of New England (1927), obra en el cual comenta diseños arquitectónicos estadounidenses desde 1627 hasta el 1900, es su título  más conocido.

La relación de Mixer con Porto Rico es la del visitante, el forastero o el transeúnte. Su texto refleja la mirada de la extrañeza armada de la frialdad y el cálculo, capaz de resaltar sin pudor la diferencia y la inferioridad del “otro”. La devaluación de lo que se observa se apoya en los  instrumentos de una interpretación elitista elaborada desde arriba. Mixer parte de la premisa de que la historia de una sociedad o un pueblo “concerns itself necessarily with the record of activities of the ruling class”. Hablar sobre Porto Rico, en consecuencia, equivale a representar los actos de la “ruling class” local.

Mixer la descubre en ciertos nichos dentro del ambiente de abrumadora pobreza en el cual vivía el país a unos años plazo de la Gran Depresión. Para este autor el problema central de la “ruling class” en la isla fue que la misma arribó tarde al territorio. La genealogía que establece Mixer para esa “ruling class” no difiere de la que los historiógrafos liberales reformistas del siglo 19 puertorriqueño le dieron a la misma. La “clase dirigente” insular y, por lo tanto, la  “historia” de Puerto Rico comenzó con los procesos migratorios de la gente con capital y capacidad empresarial auspiciada por el decreto autoritario de 1815: la Cédula de Gracias.  Todo el periodo anterior, se deduce, fue solo pre-historia, preámbulo, preparación y, en consecuencia, barbarie. Mixer descubre esa “ruling class” en la ciudad en la forma del comerciante, el profesional o el burócrata;  y en el campo en la expresión del terrateniente o el “cacique”. La mirada liberal se impone con su señorío: la tesis es que los avances de la economía de mercado, el progreso comercial e industrial y la modernización material “inauguran” el tiempo histórico verdadero. Mixer como Blackford, identifica a Porto Rico como un espécimen de sus clases privilegiadas.

Una diferencia entre Mixer y Blackford tiene que ver con su condición de visitante. El discurso del autor apoya numerosas valoraciones sobre la base del contacto directo con el otro, el portorriqueño. No vacila en llamar la atención sobre la sociabilidad natural de la gente pero de inmediato antepone el defecto que la acompaña: “privacy is almost unknown”. No niega la profunda y visible lealtad que manifiesta el portorriqueño hacia la familia,  pero en la medida en que la entrelaza con la fidelidad férrea a la cultura latina – “Our Country-Our Flag-Our Latin culture”- el valor se convierte en un defecto. La forma en que Mixer, como Blackford, apropiaba al portorriqueño, en última instancia invisible,  era como el equivalente del español.

Detrás de la argumentación de Mixer subyace cierta incomodidad por la radical hispanidad manifiesta en la gente que observa. No debe pasarse por alto que de cara a la década del 1930 el discurso de la hispanidad, redivivo desde la primera década de siglo 20, se hacía cada vez más manifiesto en las elites del país. Dos distinguidos pensadores nacionalistas, Cayetano Coll y Cuchí (1923) y Pedro Albizu Campos  (1930), afirmaron sin recato de ninguna clase que el puertorriqueño era, en efecto “inasimilable” sobre la base de la presunción de que la civilización latina era superior a la sajona.

Más allá de la “ruling class”, las notas dominantes de portorriqueño común producían desazón al escritor: el “ruido” que lo penetra todo,  “a by-product of the over-crowding of the Island” llama su atención. La contaminación sonora generaba escenarios confusos e inarmónicos que afectaban el oído educado y civilizado de Mixer. Los sonidos de la cotidianidad insular le ofendían: las camas, las victrolas, las “barbaric notes of the Bomba”, las bandas musicales populares eran reducidas a simples “ruidos” que vejaban el gusto del visitante. El arrebato interpretativo era más profundo: el uso del ajo y el aceite de oliva en la comida le incomodaba. La persistencia entre la gente ordinaria de usos y costumbres indígenas en la zona cafetalera y el la altura llamaba su atención.

Para Mixer la cultura hispano criolla o mulata o mestiza eran indicadores de barbarie. Sin proponérselo confirmaba que la  promesa de progreso y democracia de 1898, lo que ello significara para el Gen. Nelson A. Miles, no había sido cumplida. Para Mixer el progreso no era otra cosa que la la ruptura con el pasado primitivo y medieval español sintetizado en la trilogía “Borinquen, the Conquistador, the Buccaneer.” Tanto para Blackford como para Mixer el portorriqueño era el otro y el otro era España.

Publicado originalmente en 80 Grados-Historia

septiembre 29, 2011

Claridad / “We the People”: una mirada estadounidense a los boricuas

        • Mario R. Cancel
        • Historiador y escritor

Dejo al lector el enlace del comentario redactado por la escritora y editora Luz Nereida Pérez en torno al libro «We the People»: La representación americana de los puertorriqueños, 1898-1926, que edité con el Dr. José Anazagasty Rodríguez, especialista en Sociología Ambiental, en 2008.

Claridad / “We the People”: una mirada estadounidense a los boricuas

Agradecemos el interés es este volumen que intenta revisar el tema del 1898 y la invasión estadounidense, desde una perspectiva abierta.

junio 29, 2011

Porto Rico: Hecho en Estados Unidos.Un comentario crítico

  •  Dr.Wilkins Román Samot

Mario R. Cancel y José Anazagasty Rodríguez son profesores en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez. El primero es un historiador y escritor muy destacado, especialista en Estudios Puertorriqueños y del Caribe. El segundo, un sociólogo especialista en Estudios Americanos. Ambos, se han puesto de acuerdo para prologar este texto, y distribuirse su contenido aportando así varios capítulos cada uno. El epílogo o pos-prólogo es escrito por Cancel.

Este libro es una continuación de las ponencias que sus dos autores prepararan en un seminario para docentes universitarios y de las escuelas públicas de Puerto Rico. El seminario fue celebrado en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, entre el 15 de octubre y el 26 de noviembre de 2005, y tuvo por título: “Los americanos y sus ‘textos imaginarios’: La economía de la alegoría maniqueísta y la representación americana de los puertorriqueños, 1898-1926”. Otros de los ponentes del seminario fueron Camille R. Krawiec, Michael González Cruz, Aníbal J. Aponte y José Eduardo Martínez. Las ponencias de éstos fueron editadas en el 2008 por Cancel y Anazagasty Rodríguez bajo el título de “We the People”: La representación americana de los puertorriqueños, 1898-1926.

El título del seminario hacía referencia a los textos que sobre los puertorriqueños escribieran los estadounidenses poco después de invadir a Puerto Rico a finales de julio de 1898. Se trata de una serie de textos que en el seminario pretendían ser objeto de análisis e interpretación, luego que varios de estos textos fueran publicados ese mismo año por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades. Se trata de textos que al decir de Krawiec (2008: 13), fueron escritos por los agentes coloniales de los Estados Unidos de América en Puerto Rico. Eran éstos: Charles H. Allen (1901), Henry K Carroll (1899), William Dinwiddie (1899), Frederick A. Ober (1899), Albert Gardner Robinson (1899), Rudolph Adams Van Middeldyk (1903), Edward S. Wilson (1905) y Knowlton Mixer (1926).

Cancel y Anazagasty Rodríguez dividen su libro en tres partes. En la primera, cada uno aporta su propio capítulo, mientras que en las otras dos, cada uno aporta una parte completa. Cancel, en el primer capítulo trata de relacionar los textos coloniales con la post-guerra hispanoamericana y el desarrollo de la historiografía puertorriqueña de o sobre las primeras dos décadas. Se trata de un estudio a profundidad basado en la bibliografía ahora disponible, como de la que emergiera entonces por voz de los textos de los agentes coloniales. Anazagasty Rodríguez, en el segundo capítulo entrelaza los estudios realizados de los textos coloniales y les sitúa dentro del des-contexto con el sentido de lo común expresado en éstos. Su lectura de éstos es ciertamente novel, dado que nos brinda también su propia lectura de estudios que ahora tenemos disponibles.

En el tercer capítulo, Cancel analiza The History of Puerto Rico de Rudolph Adams Van Middeldyk. Cancel se enfoca en cómo su autor reinventa nuestra historia con el ánimo de encontrar en ésta los obstáculos al desarrollo de su presente. Se trata de una actitud o lectura asumida no sólo en la historiografía puertorriqueña o sobre Puerto Rico, ocurrió y tal vez ocurre en la latinoamericana. Mentes lúcidas como Eugenio María de Hostos, la pregonaron. El positivismo euro-atlántico y su visión del progreso lineal nos cegó a casi todos.

En el cuarto capítulo, Cancel realiza un análisis comparado de dos de las obras generales sobre la historia de Puerto Rico, una escrita por Salvador Brau y otra por Paul G. Miller. En estos dos capítulos, Cancel ha de hacer una aplicación conciente del análisis del discurso, mientras que en la segunda aplica también la técnica del análisis comparado. Me extraño, ciertamente, que en su lectura Cancel no tratara de aplicar la distinción que entre el colonizador (Miller) y el colonialista (Brau) elabora Albert Memmi. Ello, sin embargo, no le resta a la calidad de su análisis cruzado de estas dos obras canónicas.

Anazagasty Rodríguez, en el quinto capítulo estudia Down in Porto Rico de George Milton Fowles. En su análisis relaciona la desvalorización que su autor hace de los españoles y los puertorriqueños, la plusvalía moral que tal desvaloración produjo y el problema que resulta de pretender prescribir un régimen colonial basado en una moralidad cristiana y misionera. Esta última pretensión de Fowles, es lo que hace a su texto uno imaginario. En el sexto capítulo, Anazagasty Rodríguez estudia Political Development of Porto Rico de Edward S. Wilson. Al así hacerlo, busca establecer la posibilidad de una relación híbrida entre puertorriqueños y estadounidenses, el desarrollo de una economía a base de la minusvaloración y explotación colonial de los primeros, y el esfuerzo de Wilson por prescribirnos un ordenamiento colonial, liberal y estable. Su prescripción de tal orden no divino le hace un texto simbólico, en lugar de imaginario. La distinción aplicada por Anazagasty Rodríguez a estos dos textos coloniales es sin duda una novedad en la historiografía puertorriqueña.

En el epílogo del libro, Cancel reflexiona y sugiere posibles lecturas de los textos coloniales. Cancel busca en éste dejarnos saber que su lectura de los textos coloniales no se ha agotado. Le delata ciertamente una actitud postmoderna que tal vez sea la razón por la que ha descartado aplicar a Memmi en su lectura abierta de las obras de Miller y Brau. Lo bueno de tal actitud, es que no cierra puertas y nos permite pensar en lecturas alternativas. Este libro, por último, debemos señalar es una aportación al conocimiento del contenido de los textos coloniales, no una mera interpretación que resulte en nuevos textos o lecturas propias del proceso político dado en el Puerto Rico de finales del Siglo XIX y principios del XX.

La lectura que sus dos autores nos dan de los textos coloniales es una particular, pero sobre todo, sustentada en el texto y el contexto en que éste es desarrollado. Los escritos de cada uno de ellos, como la de Krawiec, González Cruz, Aponte y Martínez, son textos que nos dan una lectura mucho más amplia del contenido de los otros textos republicados en el 2005 por la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades. En fin, debo decir que su publicación es sin duda una aportación que merece la pena tomar en cuenta al momento de estudiar o analizar los textos y el período comprendido entre el 1898 y el 1926. Debería ser considerada fuente secundaria fundamental en cuanto a éstos y su época.

Reseña en torno al volumen Anazagasty Rodríguez, José y Mario R. Cancel (2011), Porto Rico: Hecho en Estados Unidos, Puerto Rico (Cabo Rojo), Editora Educación Emergente. ISBN 978-1-4507-6094-2Publicada en Revista de Estudios Avanzados IDEA de la Universidad de Santiago de Chile.

Para adquirir el libro comuníquese con EEE

febrero 15, 2011

Próximo lanzamiento de Porto Rico: hecho en Estados Unidos

Editora Educación Emergente acaba de anunciar el próximo lanzamiento del libro Porto Rico: Hecho en Estados Unidos, una colección de ensayos de interpretación del  Dr. José Anazagasty Rodríguez, sociólogo especialista en Estudios Americanos, y el Prof. Mario R. Cancel, historiador, especialista en Estudios Puertorriqueños y escritor. El volumen recoge seis ensayos   y dos reflexiones elaboradas desde la perspectiva de la sociología ambiental, la teoría social, la historiografía cultural y la interpretación literaria, en torno a la imagen de Puerto Rico elaborada por un grupo de escritores estadounidenses a raíz de la invasión de 1898.

Porto Rico: Hecho en Estados Unidos se apoya en el andamiaje del “nuevo sentido común,” un acercamiento anti-fundacionalista que, una vez asume la lingüisticidad del ser, aplica el modelo hermenéutico de los textos literarios al ámbito ontológico. Los autores argumentan que la imagen americana del Otro, el Puertorriqueño,  se sostiene sobre una “economía de la alegoría maniquea” que inventa a Puerto Rico no solo como un opuesto, sino como un opuesto inferior. La reevaluación de la invasión de 1898 a 13 años del Centenario de su conmemoración, es una invitación no sólo a la reescritura de las teorías en torno a las relaciones entre Puerto Rico y Estados Unidos, sino de todo el pasado colonial con España y de las relaciones simbólicas del país con El Caribe, Hispanoamérica y el mundo en la Era Global.

El libro está dividido en tres partes: Posicionamientos, Artificios Históricos y Artificios Maniqueos. En Posicionamientos, Cancel realiza un esfuerzo por ubicar los textos americanos en su conjunto en el contexto de la Historiografía Puertorriqueña, y Anazagasty Rodríguez contextualiza lo que denomina los “textos ignotos” en el marco teórico del libro. En Artificios Históricos Cancel pone a dialogar las dircursividades de tres iconos de la historiografía del cambio de siglo 19 al 20 en dos ensayos: se trata de Rudolph Adams Van Middeldyck, Salvador Brau y Paul G. Miller. En Artificios Maniqueos Anazagasty Rodríguez profundiza en el uso de una  Economía Maniquea en un volumen de George Milton Fowles, y reflexiona sobre la condición de Texto Simbólico de la obra de Edward S. Wilson. El volumen abre con un prólogo donde los autores explican su propuesta teórica, y cierra con un póslogo en el cual Cancel evalúa la situación de los estudios históricos a la luz de la producción del este libro.

La Editora Educación Emergente (EEE) es una iniciativa sin fines de lucro encabezada por la Dra. Lissette Rolón Collazo que aspira consolidarse en el marco de la publicación digital e impresa de materiales alternos para la educación escolar y universitaria. Su meta es además estimular la discusión de temas polémicos desde una perspectiva renovadora por medio de  materiales accesibles a todo tipo de profesionales de la educación y la libre discusión de las ideas.

Porto Rico: hecho en Estados Unidos adelanta la discusión en torno a  la retórica imperialista estadounidense y la producción capitalista de la naturaleza en Puerto Rico, a la vez que profundiza de una manera original en la discusión en torno a la invención y reconstitución de una Identidad Puertorriqueña en los márgenes del siglo 20 y el  21.Para obtener más información sobre este proyecto puede escribir a eeemergente@gmail.com

diciembre 4, 2010

Puerto Rico en 1644: Damián López de Haro

Carta del Obispo de Puerto Rico Don Fray Damián López de Haro, a Juan Díez de la Calle, con una relación muy curiosa de su viaje y otras cosas. Año 1644. (Fragmento)

El calor en estos tres meses que yo he existido con ser de caniculares no ha sido tan grande como el de allá porque ordinariamente corren unos aires que llaman aquí brisas, que son muy apacibles y muy sanos, vienen muchas lluvias y a veces como aguaceros sin pensar estando el cielo sereno, porque pasa una nubecilla estando claro y sin ser vista de los que están en las casas por encima y deja caer e1 agua de modo que no sabemos de donde viene, y esto suele suceder en una casa y no en todas y muchas veces al día, pero en acabando de caer se salen a la calle con zapatos blancos porque es toda arenosa.

Cuando es aguacero se suele llebar la brisa y nos deja en calma y con el mismo calor que en España por los caniculares, pero con más; la jente es muy caballerosa y los que no vienen de la casa de Austria descienden del Delfín de Francia u de Cárlo Magno: la vecindad del lugar no llega a 200. vecinos, pero hay quien diga que de solo mugeres con negras y mulatas hay más de 4,000. y estas tan encerradas que aun no salen a Misa, que si bien se atribuye mucho al encojimiento de las criollas, los más cierto es por la miseria y pobreza de la tierra, porque las más de ellas no alcanzan para mantos y vestido y son tan altivas, que dándoselos de limosna un Obispo porque no perdiesen la Misa, muchas no los quisieron recibir y algunas que los recibieron no usaron de ellos por ser de anascote. —Los i soldados son 300. aunque siempre faltan plazas; la Iglesia comenzó de sillería muy buena, pero jamás tuvo con que poderse acabar y dándose por desauciados, sobre dichas paredes de sillería la hizieron de mampostería y mucho menor que la traza; será algo mejor que la de San Sebastián de esa corte; la bóveda de la capilla mayor es de piedra excelentísima y el cuerpo de la Iglesia de buenas maderas y el retablo pobre como la fábrica. Súbese a ella por gradas de piedra y por los tres lados está cercada de una plazuela con parapetos de piedra de mampostería y sillería con algunas palmas de cocos que la adornan y la vista es al mar, al modo todo de nuestra casa de Málaga, y del otro lado están las casas de la dignidad con las mismas vistas, pero todo lo más principal de ellas derribado y quemado del Olandés, de modo que después que vine, he tenido necesidad de labrar cocina y demás oficinas, estrella que me ha seguido desde que nací.

Temo entrar en la relación de las demás cosas, porque son tan siniestras las relaciones de lo que allá me dijeron y yo dejé dicho por su información en algunas visitas, que no se como salir bien de ello sino es con decir que lo más fue mentira, y antes de entrar en la relación por que no se entienda que es llorar lástimas lo que dijere, quede por asentado que con la bondad del clima yo lo paso muy bien y con salud, a Dios gracias, que como pájaro bobo no me aporreo en la jaula y aunque hay algunos trabajos que para otros fueran intolerables, yo los ofrezco a nuestro Señor y los llebo con buen aliento y paciencia.

La invasión Holandesa por Eugenio CaxésEsto supuesto, está tan lejos de comerse la carne de valde en esta tierra y de matar las terneras a su voluntad los esclavos dejándose la carne en el campo y ya por la ganancia de la piel, o ya por la golosina de las mollejas como allá me habían mentido que se pasan muchos días y aun se han pasado semanas después que yo estoy aquí, sin que se haya pesado vaca en la carnicería ni tocino ni otro género de carne, en lugar de la cual se suelen pesar unas tortugas grandes del mar que acá llaman careyes de cuya conchas se hacen allá en España los escritorios y contadores, y tienen la carne como de vaca aunque es peor sustento, y de este ha faltado también aun para mi familia, si bien algunas personas me han presentado terneros y carneros con que lo hemos pasado bien a Dios gracias, que aunque pobremente la mesa es siempre de Obispo de lo que dá de sí la tierra porque con hacer dos o tres guisados de la ternera, alguna ave, y dulces que hay en abundancia y con algunas frutas que diremos después, está la familia contenta y bien mantenida, pero en esta Isla siempre pasan mucho trabajo por no estar cierta la carne en la carnicería todos los días. La arrelde vale 18. maravedís: no solía valer más que a 12. como en la ciudad de Santo Domingo, en este año han subido el precio por animar los ganaderos y la pesan con tasa porque no se vaya acabando. La ciudad está muy pobre, la moneda que en ella se gasta es de pobres porque es de cobre treinta y cuatro cuartos más delgados la mitad que los de allá dan por un real, por el real de a ocho lleban uno o dos reales de premio, y en toda la Isla no se hallarán 8,000. ducados de cuartos y 20,000. de plata porque ha siete años que falta el situado de S. M. y uno que traían ahora dos años de 60,000. pesos lo cogió el enemigo, yo entendí hallar 3,000. o 4,000. ducados de la vacante y no he visto en dinero más que 1,000. reales de cuartos, de pesos de plata 200. por cuenta de diezmos me dan cazabe cada semana para que coma la familia y los pobres, que es el pan de esta tierra que la necesidad les ha enseñado a comerlo, pero a mí no me entra de los dientes adentro aunque lo hacen de diferentes modos y ponen a la mesa uno que es el más florido jaujao.

Por la ciudad se vende pan de trigo a temporadas conforme vienen las ocasiones de la harina, yo traje tres o cuatro barriles de España muy buenos y muy floreados de que al principio me hicieron rosquillas como en Sevilla, pero con la humedad de la tierra se vá corrompiendo de modo que el pan es muy malo como el que se vende cuando lo hay en la plaza, yo fue siempre mal comedor de pan y ahora paso casi ninguno y no me hace falta porque de ordinario ay arroz en la mesa que lo lleba esta tierra que en muchas partes del mundo no tienen otro pan, no faltan algunos biscochos y una fruta que llaman plátanos de que hay grande abundancia y diferencia en los campos, y es el sustento ordinario de los negros y aun de muchos blancos pobres, porque los maduros les sirven de pan y fruta y de los verdes asan como allá las batatas o zanahorias, los labradores las cuezen como castañas y hacen muchos guisados de ellos echo en cazuelas morfies, es una comida sana, la carne es como de camuesa con olor de pera vinosa, despide la cascara como una castaña asada con gran facilidad, otras frutas hay dulces pero muy sosas al gusto, la que llaman piña porque se parece a la España es escelente pero no dura todo el año como los plátanos, sino tres o cuatro meses, la carne es como de limón dulce con alguna punta de agrio que parece a la carne de melocotón muy maduro, pero las entrañas de que se hacen las ruedas tienen más carnosidad y sustancia; de lo que están llenos los campos es de naranjas y limones y limas y cidras todo silvestre pero lo que toca a los naranjos dulces, son más grandes y mejores que los de allá porque los más que he visto hasta ahora han sido verdes y pequeñuelos, algunos que me han traído amarillos tienen la corteza muy fuerte y me parece que si los cultivaran fueran muy buenos y las limas dulces aunque me han traído algunas, de las agrias y de los limones pequeños se sirven ordinariamente las mesas, las cidras son como las de allá, así de ellas como de las calabazas, batatas y otras muchas frutas que lleba el campo hacen muy buenas conservas, porque no les duele el azúcar.

Plano del Morro en 1591 por Juan Bautista AntonelliTodo lo que se compra y vende vale muy caro, una vara de vayete cinco pesos, de tafetán sencillo dos, de rúan otros dos, un adarme de seda un real, por hechura de unas medias cinco pesos, una mano de papel cuatro reales, una libra de cera veinte reales, de el trabajo de un oficial dos pesos, de un peón un peso y esto es cuando se halla porque lo ordinario es mientras que no llega un navío faltar casi todo y los oficiales como en lugar corto, una gallina lo ordinario ocho reales, y cuando estuvo aquí la flota, valiera a diez y doce, un pollo cuatro reales y no siempre se halla y lo peor que a mi ver tiene la ciudad es que no hay una tienda donde poder embiar por nada, si no es que unos a otros truecan o venden o prestan lo que tienen: aunque lo vale 10. maravedís, el pan de cazabe vale real y medio cada torta que tendrá dos libras y media, el maíz aunque no lo gastan en pan lo siembran y cojen, y vale diez y ocho y veinte reales la fanega, allá la tierra adentro hay unas aves tan grandes como gallinas y en el sabor y la bondad como perdices, a mí me han presentado tres o cuatro; pero 12. leguas de aquí dicen que hay muchas bandadas y que las matan a palos, pero la gente es tan olgazana, que no quieren ir por ellas para venderlas y lo mismo pasa en los pescados que aunque hay muchos y muy buenos, y yo he probado, sobre venderlos muy caros no hay quien se aplique a la pesca; todo el trato de esta Isla y la cosecha es de xenxibre y está tan de capa caída que nayde lo compra ni lo quiere llebar a España, en el campo hay muchas estancias y siete Ingenios de azúcar a donde muchos vecinos con sus familias y esclavos asisten la mayor parte del año como en los lugares de Toledo sus herederos. El año 25. saqueó el enemigo esta ciudad y se llebó hasta las escrituras de la Iglesia, y porque no le ofrecieron mucho dinero, quemó muchas casas y entre ellas la de la dignidad, pero el mayor trabajo fue el de la tormenta y tempestad que sobre vino el año 42. por el mismo mes de Setiembre que sucedió la de Burgos cuando derribó el crucero porque aquí derribó la Iglesia y muchas casas, y en el campo arrancó muchos árboles y bujíos y hizo tan grande estrago que dejó esterilizada la tierra hasta hoy que vá volviendo en sí, y es de modo que a todo cuanto falta se disculpa con la tormenta, y biene a ser tormento para mí, porque en virtud de esto me faltan todos los diezmos (de que S. M., Dios le guarde) me ha hecho gracia. De melones que tanto los habían alabado, no he visto más de tres en todo este verano, y estos han sido colorados y no como los buenos de allá, aun no he visto uvas, granadas me han presentado hoy dulces medianas, pero nada se vende en la plaza de todo esto, el trigo se ha sembrado y ha provado bien en algunas partes de tierra, pero lo que se coje de ello y otras semillas que traen de España cuando los vuelven a sembrar se desvanecen y quedan en berzas, y algunas semillas de la primera vez, también hay algún trato aunque pequeño de cueros como en Santo Domingo; y en conclusión lo mejor que tiene esta ciudad son las brisas y el ayre con que todos quedamos con salud a Dios gracias, por donde un hombre a quien pidió una Señora de Santo Domingo que le diese noticias verdaderas de lo que era esta ciudad le respondió en este soneto.

«Esta es Señora una pequeña islilla

falta de bastimentos y dineros,

andan los negros como en ésa en cueros

y hay más gente en la cárcel de Sevilla,

aquí están los blasones de Castilla

en pocas casas, muchos caballeros

Todos tratantes en xenxibre y cueros

los Mendoza, Gusmanes y el Padilla.

Ay agua en los algibes si ha llobido,

Iglesia catedral, clérigos pocos,

hermosas damas faltas de donaire,

la ambición y la embidia aquí an nacido,

mucho calor y sombra de los cocos,

y es lo mejor de lodo un poco de ayre.»

 

También me dijeron en esa corte preguntando si había médico y botica, que no se trataba de eso porque todos estaban sanos y morían de biejos, con que yo juzgué que benía al Paraíso, pero el mes pasado enterramos más de cincuenta y ha abido muchos enfermos, y estoy persuadido a que no se han muerto tanto de mal curados como de mal comidos, porque el sustento de los miserables es la vaca y el carei, y esto ha faltado muchos días y no tenemos que ha de faltar en los que vienen; los animales de cerda que tanto abundaba esta Isla, con la tempestad del año 42. murieron los más y se retiraron a la espesura del monte, en tanto grado, que habiéndose buscado para mí un lechoncillo, en tres meses no se ha podido descubrir, el vino, el vinagre, el aceyte, el pan con todo lo que es necesario para vestirse, viene por el usar, de Castilla o de la nueva España, y aquí estamos tan sitiados de enemigos, que no se atreven a salir a pescar en un barco porque los coge el Olandés.

Aquí llegaron de la Isla española dos fragatas que llevaban socorro a la de San Martín, habiendo salido tres, porque la una iba cargada de azúcar para Cumaná y luego que se apartó, la cojió el enemigo y hecho la gente en el agua a 20. leguas de aquí, cuando yo llegué estaba sitiada la dicha Isla de San Martín y por la buena diligencia del Sr. Gobernador de esta Isla, que les embió socorro a tiempo que estaban ya para entregarse, lebantaron el cerco; pero la voz general que corre es, que dichos corsarios quieren sitiar a Santo Domingo, y acá estamos con cuidado de que hagan allá el tiro y acá la suerte.

Muy grande es la necesidad que tienen estas Islas de barlovento de que faltara en ellas la armada y pudiera nacer algunas presas de importancia, y para sustentarse, hacer S. M. que de la Isla de Santo Domingo poblaran ésta de ganado bacuno, que como he dicho, la tempestad del año 42. acabó casi con todo, pero es tan fértil, que con muy poco que le auxiliaran, volvería luego a poblar.

Mas dejando aparte esto que toca al Gobierno, la familia lo pasa alegremente porque lo que falta de el sustento se suple en abundancia con otros de este país, como son plátanos, arroz, azúcar, pescado, naranjas dulces que hay grande abundancia, y algunas terneras que se matan, pero con la humedad y calor de la tierra no pasan a tercer día.

Luego que llegué traté de confirmar, habiendo primero consagrado los óleos de que tenían mucha necesidad, hice órdenes generales y particulares con el indulto de Su Santidad porque había gran falta de Sacerdotes. He comenzado a predicar y trato de visitar y hacer sínodo, luego pasaremos a la Margarita y a Cumaná, si Dios fuere servido, y de allí me prometo que podremos hacer algún regalo de cacao y perlas, que en esta Isla no se que aya más que xenxibre y alguna azúcar; de esta partiremos con los amigos en recojiendo alguno de los diezmos y acabo con este dulce la relación de viage remitiendo lo demás a la carta.

Comentario:

La Carta (relación) de Fray Damián López de Haro a Juan Díez de la Calle (1644) recoge una imagen  polémica de San Juan Bautista. Se trata de una memoria de la impresión de López de Haro, Obispo a la Diócesis Puerto Rico. El destinatario, Díez de la Calle, era oficial del Consejo de Indias en Madrid y uno de sus hijos era oficial en la Capital de la colonia. El texto desemboca en un cuadro de costumbres bastante pintoresquista y tragicómico y, de paso, confirma la imagen pesimista y negativa dominante entre los peninsulares en torno al país y su gente.

El texto destaca la poca población y el falso orgullo aristocrático de cierta gente cuando indica que “los que no vienen de la casa de Austria, descienden del delfín de Francia u de Carlomagno”. Se trata de un humor bien calculado y ácido. Además, el autor califica a la gente como holgazana, poco emprendedora y temerosa de que “los coja el holandés”, en alusión al trágico episodio de septiembre de 1625: la agresión de Balduino Enrico. El Puerto Rico de San Juan se dibuja como una villa muerta, sin gracia ni grandeza. Esa mirada paródica, satírica y crítica se reiterará posteriormente en algunos pasajes de la novela Los infortunios de Alonso Ramírez (1690) de Carlos Sigüenza y Góngora. Pero no será exclusiva de peninsulares.

Muchos de los pensadores del siglo 19 compartieron aquella postura apoyados en su cultura ilustrada, científica y moderna. Ejemplo de ello es el caso de Luis Bonafoux Quintero, en especial su conocido texto narrativo titulado “El conde de la pendejada” (c. 1887). En Mis memorias (1882) y el relato “El loco de Sanjuanópolis” (1880) , Alejandro Tapia y Rivera convino en posturas análogas. Y en el siglo 20, Antonio S. Pedreira en su Insularismo (1934) reinventó muchas de estas posturas un tanto racializadas. El soneto sobre Puerto Rico que cierra el texto de López de Haro es el arquetipo de una percepción despreciativa del insular por el peninsular que muchos insulares han hecho suya a través de la historia.

  • Mario R. Cancel Sepúlveda
  • Historiador y escritor
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